Fidel comparte con constructores del antiguo hotel Guitart-Cayo Coco, primero inaugurado en el destino Jardines del Rey, el 12 de noviembre de 1993 (Foto: Nohema Díaz)
Un amigo escritor lo retrató a imagen y semejanza. Escribió que a Fidel la fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos y que el mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo.
La esencia de su propio pensamiento, de hacer lo que dice, la disfrutó en Ciego de Ávila en las más de treinta visitas que realizó al territorio, desde aquel 5 de enero de 1959, en su paso triunfal hacia el occidente al frente de la Caravana de la Libertad, hasta el 26 de julio de 2002, cuando llegó a la provincia y presidió el Acto Central Nacional por el XLIX aniversario del 26 de Julio, en la entonces plaza Abel Santamaría, hoy Mayor General Máximo Gómez Báez.
La fuerza de la imaginación tanto lo arrastró a los imprevistos, que el solo hecho de pararse frente al mar, y decir: «Aquí hay que tirar piedras sin mirar para adelante», habría sido uno de los tantos desafíos del Comandante en Jefe. ¡Tirarle piedras al mar! Imaginen.
Una frase cabalgó sobre lo imposible y fue así como inició la era de los pedraplenes, que alargarían la geografía del territorio nacional en cientos de kilómetros: pedraplén Isla de Turiguanó-Cayo Coco, al norte de Ciego de Ávila; Caibarién-Cayo Santa María, en Villa Clara y Jigüey-Cayo Romano-Cayo Cruz, en Camagüey.
Se aventuró por los vericuetos menos pensados del norte de Cuba y llegó hasta donde se lo propuso, con prisa y sin miedo, lleno de sueños que convirtió en realidades solo imaginadas por él, reflejo de la emoción de los riesgos que nunca abandonó.