Ciego de Ávila vs. COVID-19: cachumbambé

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

Ciego de Ávila vs. COVID-19: cachumbambé

 

No sé si existen los virus inteligentes (como los teléfonos, que tal pareciera que son ellos los capaces y no los fabricantes), sin embargo, tengo la certeza de que la COVID-19 se ha sentado en el otro extremo del cachumbambé y nos sube y nos baja a su antojo. O somos nosotros los que no ponemos el peso necesario de nuestra parte.

 

Un repaso desde el domingo 15 hasta el jueves 19 nos da los argumentos. Y cito fragmentos de lo publicado en nuestra página en Internet: “No es que sea un gran retroceso, comparado con las cifras promedio de la provincia en los últimos tiempos, sin embargo, notorio sí es. Lo han manifestado las autoridades desde el comienzo de la pandemia: mientras exista un caso hay motivos severos de preocupación. Y los 992 positivos al cierre del día de ayer—domingo— (contra los 606 del sábado) tensan la cuerda”.

Y esto era, también, el domingo: “Desde el inicio de la pandemia, el territorio avileño ha confirmado un total de 35 896 infestados con el SARS-CoV-2, toda vez que, en lo que va de año, se lamenta el fallecimiento de 523 personas, cifra que dispara las alarmas al compararla con los 18 decesos de 2020.

“Debieran, entonces, esas mismas alarmas, ´dispararse´ en el autocuidado y la rigurosidad en el cumplimiento de las medidas sanitarias, desde el terreno individual; y la observancia del nivel de satisfacción de la población, desde el terreno institucional, en relación con el cumplimiento de los protocolos de atención, en dependencia de las categorías de riesgo: bajo, medio o alto del sospechoso o paciente COVID-19”.

Ya, al día siguiente, una brisa de optimismo nos llevaba a respirar profundo y pensar que alguna luz se encendía para bien: “Cuando de COVID-19 se trata, hay cifras que alientan y otras que entrecortan la respiración. Es entonces que uno encuentra una especie de consuelo para enfrentar a los acechantes monstruos internos.

Así sucedió en Ciego de Ávila al conocer que la provincia, en el reporte de ayer, cuenta en sus estadísticas con un total de 289 casos confirmados menos que en la jornada dominical (703)”. Sin embargo, el reporte de otros 10 fallecidos volvía a entrecortarnos la respiración.

 

Ciego de Ávila vs. COVID-19: cachumbambé

 

“Y, aunque la cifra de 289 casos menos pudiera alentarnos, sabíamos —y sabemos— que es la perspectiva la que no podemos perder (entiéndase rumbo y sentido común), pues otros guarismos apuntan hacia la necesidad de reforzar las medidas intrafamiliares: En el día se confirmaron 111 pacientes en edad pediátrica: 14 menores de un año; 23 entre uno y cuatro años; y 71 con más de 4 años.”

Así, pretendiendo más aire en los pulmones, sin subvalorar al enemigo, amanecimos en un martes que nos hizo levantar la vista hacia un horizonte mínimamente esperanzador, pero esperanzador en fin. Y hasta creímos que el territorio avileño comenzaba a descender, escalón por escalón, los índices de infestación por COVID-19, sin querer que fuera ese momento orgullo de caballo castrado, sino oportunidad para asirnos al rigor que nos llevaría por mejores caminos.

“Si los contagiados aquí fueron 992 en el parte del domingo y 703 el lunes, el informe del martes nos condujo a pensar: 617 casos confirmados (86 menos), pudieran ser motivo para comenzar a creer que lo estamos logrando, sin embargo, los tiempos— y el SarS-CoV-2— lo han demostrado: confianza mata a confiado.”

Un dato llamaba, entonces, la atención, según el informe del Especialista de Segundo Grado en Higiene y Epidemiología y Metodólogo Docente del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología José Ramón Artigas Serpa, en la habitual conferencia de prensa: “Hay una dotación de 4 239 camas, 1 805 disponibles para ingreso de casos confirmados”, que no explicaba el por qué Idalia Martínez y Basilio Fleitas, vecinos de calle Maceo, entre Bembeta y Eduardo Mármol, en la ciudad cabecera, y otros pacientes, tuvieran que esperar por ese momento desde el domingo hasta el martes, con diagnóstico claro”.

Sin descontar las experiencias personales de quien suscribe y otros colegas y avileños, algo evidenciaba que existe un punto flaco en la comunicación que deja en casa, esperando, y formándose un criterio, a algunos (no es posible saber cuántos), que ya debían estar bajo cuidados por alto riesgo para su salud.

Signada esa jornada con el estrés que ocasionaba en el territorio la escasez de oxígeno medicinal, y la avalancha de pacientes necesitados de este. Gestiones, llamadas, decisiones, desvelos, trajeron unos minutos después de iniciada la madrugada del miércoles la satisfacción del arribo, en helicóptero, desafiando el peligro, del solicitado gas desde Villa Clara hasta la cabecera provincial avileña, para su empleo en los hospitales provinciales de Ciego de Ávila y Morón.

Aunque, al amanecer, el cachumbambé volvía a estar inclinado, mas no del lado nuestro. Habíamos subido en 217 casos en relación con el día anterior. La provincia reportó 834 nuevos positivos a la COVID-19: Baraguá: 63, Bolivia: 17, Chambas: 215, el municipio cabecera: 293, Ciro Redondo: 76, Majagua: 67, Morón: 75, Primero de Enero: 21 y Venezuela: 7. También 10 fallecidos.

Vendría un jueves con cifras más alentadoras, pero que ya no daban, precisamente eso, aliento: 520 casos confirmados como positivos, de ellos 507 autóctonos.

Como si fueran pocos. Aunque descendiéramos en 215 con respecto a la jornada precedente y, comparar, no sería un recurso para pretender el optimismo, cuando otros 7 fallecidos dolían en el alma. Mas, ser optimista, créanme, aún no es pecado.

Hay que guapear incluso sobre otras cifras que no contentan, de los últimos 15 días: un total de 11 982 casos autóctonos (1574 menos que en la quincena anterior), para la abismal tasa de 2741.5 por cada 100 000 habitantes, con el municipio de Chambas como el de la más alta (3518.6).

Y otra vez, el llamado de atención en dos puntos. El primero las 4260 camas para ingreso, de ellas 1563 disponibles—según los informes—, mientras 753 pacientes esperan por su ingreso (también según los informes) y haya familias que no comprendan.

El segundo, los positivos en edades pediátricas: 101 pacientes, de ellos seis menores de un año, 15 entre uno y cuatro, y 80 de cinco a 18 años. En este vuelvo a detenerme porque ni Salud ni el Estado son responsables de su situación. Si hay un padre o una madre cobrando un porciento de su salario por mantenerlos en casa, bajo cuidado, por qué las cifras; por qué verlos jugando béisbol o fútbol o montados en una patineta (sin medios de protección) en los barrios.

Obviamente, faltan exigencia familiar y control institucional: los operativos con el cuerpo de inspectores, la Policía Nacional Revolucionaria y otros órganos de control, han quedado sin “efecto” por falta de sistematicidad. No podríamos sentar a la irresponsabilidad y a la inoperancia en el otro extremo del cachumbambé.

Está claro que no ganaríamos.

Si miramos al país, datos aportados en la conferencia de prensa nacional lo dejan claro: “El 19 de agosto de 2020 teníamos tres casos. El 19 de agosto de 2021: 1915”.

Más claro… Si seguimos en el peor extremo, amén de las cifras—“(…) mientras exista un caso hay motivos severos de preocupación”—, pongámosle más peso de nuestro lado. Al cabo, no al fin, no puede ser el SarS-CoV-2 más inteligente que nosotros.