El prolongado combate de un “guerrero”

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El prolongado combate de un “guerrero”

 

La permanencia en el enfrentamiento a la pandemia de COVID-19 durante 19 meses ―desde el inicio de la enfermedad en Cuba, en marzo de 2021― lo convierten en uno de esos héroes prácticamente anónimos, en ocasiones difíciles de distinguir tras los atuendos que aseguran su protección durante la lucha perenne por la vida.

 

Ser médico fue su vocación, en tanto, la contingencia epidemiológica ha devenido en oportunidad para que el doctor Yacel Palomino Herrera, joven de 30 años y especialista en Medicina General Integral, haga honor a su elección: contribuir a salvar vidas humanas.

El tránsito por diferentes centros de asistencia médica, vinculados al enfrentamiento a la enfermedad, ha confirmado la disposición para combatir el virus y aportado a su desempeño profesional al permitirle conocer el SARS-CoV-2 en sus más diversas manifestaciones.

Comenzó en el consejo popular Patria, del municipio de Morón, donde llegó a ejercer como director del centro de aislamiento emplazado en la Escuela de Conducta, luego pasó a la Sala de Vigilancia Intensiva del Hospital General Docente Provincial Roberto Rodríguez y prosiguió en destino turístico Jardines del Rey, donde prestó servicios en el hotel-hospital Sol Cayo Coco y la instalación de alojamiento Villa Azul.

Con posterioridad laboró en una consulta de infecciones respiratorias agudas (IRA) y, ante la necesidad de un director para el centro de aislamiento ubicado en la Escuela Pedagógica Rafael Morales, del territorio moronense, no dudó en dar su paso al frente. Desde allí vivió los momentos más trágicos de la pandemia en la provincia de Ciego de Ávila.

El doctor Palomino Herrera pareció respirar con tranquilidad cuando, al momento de la entrevista, refirió el ingreso de 17 pacientes el día anterior y un acumulado de 34, en un sitio con capacidad para internar a 333 enfermos, cuyas camas estuvieron totalmente cubiertas algunas semanas atrás y no eran suficientes ante la magnitud del rebrote y la velocidad de transmisión de la enfermedad.

 

El prolongado combate de un “guerrero”

El centro de aislamiento ubicado en la Escuela Pedagógica Rafael Morales, del municipio de Morón, alberga hoy un reducido número de pacientes, en relación con meses anteriores.

 

Desde países como Venezuela, México y Qatar llegaron colaboradores cubanos de la salud para reforzar la atención a los contagiados. Su apoyo fue decisivo para dar un vuelco a la situación epidemiológica, destacó.

Hoy, este centro de aislamiento para pacientes con bajo riesgo cuenta con una cifra reducida de enfermos, a cargo de siete galenos y cinco enfermeras, lo que representa una fortaleza y ventaja para ofrecer un servicio de mayor calidad, que rebase los límites de los tratamientos con Nasalferón o Heberon al brindar, incluso, apoyo psicológico como mejor antídoto para combatir la depresión causada por el virus.

El galeno moronense reconoce la efectividad de los fármacos cubanos empleados en el tratamiento contra la COVID-19 con el objetivo de fortalecer el sistema inmunológico de los pacientes, de modo que se previenen evoluciones a cuadros graves de la enfermedad. También, la vacunación con Abdala ha tenido un impacto favorable en la disminución de los casos, subrayó.

La garganta del doctor Yacel se anudó cuando le pregunté si se había contagiado durante su ejercicio profesional, amargos recuerdos imprimieron tristeza a su mirada mientras revivió el momento del contagio, la transmisión del virus a su esposa y la separación de sus hijos para no enfermarlos.

Ya estaba vacunado con Abdala, enfatizó, lo que le ayudó a desarrollar la enfermedad de forma moderada, sin embargo, su cuerpo se sintió invadido por dolores articulares, fiebre, decaimiento, malestares en toda la piel y depresión. Esa experiencia le reafirmó la importancia de extremar los cuidados pero, sobre todo, le necesidad de continuar brindando ayuda a los aquejados, con la mayor sensibilidad posible.

Y está de nuevo en esta “guerra sin fusil” ―así calificada, de manera reciente, por el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca― creciendo como profesional, pero también como ser humano, igualando el sacrificio de sus compañeros en un sitio donde las rutinas no permiten reconocer los sábados ni domingos como días distintos.