Lenin, con las esencias de su nombre (I Parte)

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Lenin, con las esencias de su nombre (I Parte)

 Al triunfar la Revolución quiso ser médico, pero estuvo tan imbuido en las transformaciones que su sueño quedó truncado, no por falta de oportunidades, sino por la decisión personal de acompañar y servir durante este proceso.

No pudo ser el galeno que soñó, pero la Medicina estuvo muy ligada a su vida y dejó una huella imperecedera en ese ámbito al impulsar la construcción del Hospital Provincial Roberto Rodríguez Fernández y gestionar una parte de los recursos humanos.

Emprendió recorridos por varios municipios en busca de parejas de médicos especialistas, los atrajo y les asignó hogares, aprovechando también las facilidades locales: se ejecutaban obras de interés económico y social como viviendas, el hotel y un parque de diversiones.

Así logró un centro de salud con profesionales de alto rango y capacitado para asistir a la población del centro-norte del territorio avileño, fundamentalmente, aunque acudieron de toda la provincia y algunas aledañas.

Lenin, con las esencias de su nombre (I Parte)

Las tareas las miraba desde dentro y se sensibilizaba con ellas, contó Alfredo Fernández Arcia al evocar las memorias de su padre (Lenin Fernández Reyes), quien fuera el presidente fundador de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Morón.

Profesional de la radio y la televisión, Alfredo se declaró nervioso como entrevistado, sin embargo, escudriñar en los recuerdos de su padre fue el verdadero motivo de la perturbación. No pudo contener la emoción: la voz estaba exaltada, los ojos humedecidos detrás de los espejuelos, la garganta anudada y frases discontinuas.

LA FRAGUA DE UN REVOLUCIONARIO

Lenin, descendiente de una familia humilde, radicada en la colonia de Hungría, próxima al central Violeta, en la antigua región de Camagüey; vivió al calor de las luchas contra el gobierno de Gerardo Machado porque su padre fue un activo opositor a esa tiranía.

La familia se trasladó cuantiosas veces por diferentes sitios del país, hasta que su padre fue asesinado por lacayos del machadato y la madre retornó con sus hijos al lugar de origen, donde acontecieron sucesos que estimularon la vinculación de Lenin y sus hermanos a la lucha clandestina.

Lenin, con las esencias de su nombre (I Parte)

El abuelo ―explicó Alfredo― les había inculcado los valores del Socialismo y el Comunismo, considerando que se sintió plenamente identificado con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), al extremo que sus descendientes se denominaron Pedro, José, Adria, Lenin, Stalin y Karelia.

Pedro, el mayor de todos los hermanos, acompañó a la madre en la dirección de la familia y también transmitió los principios revolucionarios a sus hermanos. Stalin se integró a la Columna Dos “Antonio Maceo”, del Ejército Rebelde; Stalin y Lenin también decidieron hacerlo, pero el último enfermó y poco tiempo después llegó el triunfo de enero de 1959.

Fernández Arcia no asegura que su padre fue el mejor representante del abuelo, pero su ejemplo lo tuvo siempre presente y sumado a las vivencias de la infancia, contribuyeron a forjarle el carácter.

Lenin―argumentó― aprendió a leer y escribir mientras observaba desde la ventana de un aula de una escuela rural. Ante la imposibilidad de entrarlo al salón de clases y tras apreciar sus particularidades, el maestro le indicaba desde la pizarra para que pudiera aprender.

Así ganó en conocimientos sobre diferentes materias, pero también aprendió sobre las desigualdades e injusticias inherentes al régimen imperante en la época, de manera que al iluminarse la Patria con la Revolución triunfante se integró con entusiasmo a revertir aquel panorama.

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