Habrá que esperar...con optimismo

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

Nota Covid-19 en Ciego de Ávila

Si miramos atrás, queriendo que el pasado nos dibuje un déjà vu en presente, a esta racha de ceros le quedan horas y solo la creencia fatua de que a la tercera será la vencida, podría hacernos pensar que aquí vencimos la epidemia. Y que, en lo adelante, el control de su endemia será “pan comido” con manos limpias y nasobuco al cuello, por si acaso una nueva oleada amenaza con interrumpir la baja marea que ahora contemplamos… ¿desde casa?

Pero ya sabemos que el coronavirus no se ajusta a tales predicciones, que ni siquiera sus “antecedentes chinos” han dado lecciones suficientes al resto de un mundo donde la gente muere al compás de un tic de reloj. Hace dos días, por ejemplo, en Brasil no alcanzó el minutero para medirlas: 1 743 muertes ese día, más de una por minuto.

Entonces, cuando el mundo se empeña en decirnos que todas las explicaciones pasadas pueden desacreditarse en lo incierto del futuro, y que 11 provincias cubanas con cero casos de “larga estadía” tampoco son suficientes para aplanar nuestros miedos, la tercera racha de ceros en Ciego de Ávila se vive con el credo en la boca. Como si pudiese escapársenos a la primera palabra de júbilo que soltemos.

Eso provoca la incertidumbre: miedo. Aunque a un periodista, ante el deber de escribir, ese temor se le trastoca en alta dosis de objetividad, que no es lo mismo que recelo o pesimismo. No.

Y no; mientras aquí tengamos a Turiguanó, que va camino a multiplicar por dos su cuarentena y cerrarla quizás a la altura de sus 80. Una Isla con un único trayecto de ida y vuelta, o de subida y bajada. Ya decíamos el pasado viernes que allí se entraba por donde mismo se salía y que su condición de Isla, dentro de otra Isla, no había sido efectiva geografía de contención. Pues ahora podemos decir que es, también, un lugar de subidas y bajadas, que como mismo se bajan las tensiones…se suben. Porque hoy sus catarros son el temor de un síntoma que quizás apareció luego, el de un virus que llegó después del PCR y por eso se aplica, otra vez, una segunda prueba por si “las moscas”, las “casualidades” y la “madre del copón divino”; esa frase cubanísima que nos inventamos para todos los etcéteras habidos y por haber.

De tan nuevo, el coronavirus, nos tiene a la defensiva y algunos creen que hasta un dolor de rodilla es el preludio del “andancio de turno”. El miedo también provoca eso: la maldita circunstancia del virus por todas partes.

Un temor para nada infundado si decimos que, incluso los 91 confirmados avileños, en alta clínica o epidemiológica, todavía no se creen inmunes. Y tienen razón.

La ciencia no ha podido precisar si la inmunidad que deja es perpetua o fugaz. Las trazas que insisten en permanecer en el cuerpo, una vez que la COVID-19 lo abandona, podrían ser a estas alturas otro déjà vu. Triste manera de revivirlo.

Sin embargo, en la actualidad respiramos cierta calma —olvidemos aquí las colas, el libre albedrío que habita en algunos y los rumores de positivos que “saldrán mañana, tú verás”. En Ciego de Ávila dejamos atrás el momento de máxima complejidad, cuando llegamos a tener aisladas a unas 1 000 personas y los sospechosos, por donde empezó todo, terminarían arrojando después, apenas el 2,9 por ciento (33) de los contagiados.

Para entonces esos sustos habían tensado las estructuras organizativas y asistenciales de una provincia que le ha seguido los pasos a La Habana, Matanzas y Villa Clara, territorios que “por suerte” se nos alejan con sus curvas, amén de que la capital se aleje de todas y sea, literalmente, la capital de la epidemia.

Encima, esta tercera racha de ceros, nos hace parecer más cerca del final, del “definitivo”. Y lo recordaba la colega Sayli Sosa en una comparación que tomaba de muestra el séptimo día de esas secuencias que hoy nos relaja “entrecomillas”.

En efecto, en nuestra primera racha, el 24 de abril, teníamos 82 confirmados y 59 altas. Y con 23 controles de foco abiertos, 995 personas en vigilancia y 149 en centros de aislamiento, ¿qué podía esperarse? Pues ya sabemos que seguimos sumando casos hasta que llegó la segunda racha.

Para el 20 de mayo, en nuestro segundo respiro, teníamos 93 casos confirmados y 85 altas. Y con ocho controles de foco abiertos, 469 personas en vigilancia y 206 en centros de aislamiento, ¿qué podía esperarse? Pues, lo mismo, casi fue una “noticia cantada” en extra-inning porque los positivos llegaron desde Turiguanó y seguimos sumando.

Y ahora, este viernes, vivimos la novena jornada de nuestra tercera racha, con 96 confirmados, 91 altas. Y con un control de foco abierto, 214 personas en vigilancia y 29 en centros de aislamiento, ¿qué podemos esperar? No sabemos. Depende. Y la lista de mediaciones puede ser más larga que la más larga de las colas del bulevar avileño.

Para colmo, puede trocarse con la lista de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) que, a pesar de mantenernos en zona de éxito del corredor epidemiológico, dejó a mayo en 14 IRA graves. Infecciones que en la actual situación requieren hospitalización y, cumpliendo indicaciones nacionales, desembocan en PCR-RT mediante exudado nasofaríngeo o biopsia del pulmón, en el caso de los fallecidos.

Las muertes por esa razón en 2019 fueron 461 en Ciego de Ávila. La Influenza y la Neumonía infligieron tales dolores y representaron la cuarta causa de mortalidad aquí. A mediados de este 2020 no podríamos sentirnos excluidos de semejantes desenlaces, aun cuando otros 40 000 frascos de PrevengHo-Vir completen la entrega del medicamento homeopático en los cuatro municipios más incididos por la COVID-19.

Porque ese medicamento no previene y todas las ayudas a nuestro sistema inmune se agradecen, pero no nos salvan del todo. Deberíamos quedarnos en casa a esperar el desenlace de esta tercera racha. Y al final… ¿?