El amor más bonito

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

El amor más bonito

No necesita una fecha específica, aunque  no está mal que se le rindan “honores”, en una jornada marcada en el almanaque. Convidan la historia, la tradición y hasta mecanismos mercantiles, que prefiero pasar por alto, aunque marxista al fin y al cabo, comprenda que el hombre piensa como vive.

Y es que el amor, en su más amplia acepción, porque no puede ser de otro modo, merece ser celebrado, mencionado o evocado, durante las 24 horas del día, todos los días del año. Tal vez así, no se padecería tanta desidia en este mundo nuestro.

Existen múltiples ejemplos que, como si fueran esbozados por el pincel de un excelso pintor, ilustran la constancia y también la necesidad de no renunciar nunca a esa paz benefactora, que este sentimiento proporciona. Al amor le cantan y por amor se baila, como si la vida misma, fuera una fiesta interminable. Pero el amor también implica sacrificios, desprendimientos, a veces provoca dolores que no se alivian fácilmente, si no que en metamorfosis permanente, van con nosotros.

¿Cuánto amor expresó nuestro Martí, convertido en Abdala, por la nación a la que entregó como su épico personaje, la vida? Porque ese amor iba más allá del venerar a la tierra que pisaban sus plantas. Fue, como lo es para nosotros, “el odio eterno a quien la ataca”. No puede ser de otra forma. Resulta inconcebible comulgar o pactar, con el que, venga de donde venga o sea de dónde sea, cree que puede mancillar el sitio en el que nacimos, o sus símbolos, o los ideales que se profesan, porque deja de ser una mera geografía, para convertirse en esa música vital, única e irrepetible, estemos dentro o fuera de ella.

Es desde el amor y por amor que los científicos cubanos y los profesionales y técnicos de la Salud Pública se entregan con placer al insomnio, para recibir como mejor recompensa, cada vida salvada, que arrebatan a la pandemia. No hay disfraz ni pretexto. Movidos por la extrema voluntad de hacer el bien, actúan.

Tanto amar la Patria, como amar la utilidad de la virtud que se desprende del amor por lo que hacemos, se estampa inmediatamente en la devoción familiar, y también viceversa. Es ella el país diminuto, que se reduce a los rostros más conocidos y añorados. A las manos y brazos siempre extendidos, que ni mil pandemias pueden mutilar

Hasta este minuto, no albergo dudas: el amor por Cuba, nos une, nos moviliza, nos llena de esperanza, como ha dicho el presidente Miguel Díaz-Canel, y también nos arropa y hace fuertes.