Bloqueo contra Cuba: el mundo se junta

Imprimir

Ratio: 5 / 5

Inicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activado
 
Valoración:
( 1 Rating )

Bloqueo contra Cuba: el mundo se junta

No imagino a Cuba en otro lugar, como no sea «atravesada» en el mar Caribe, a la entrada del Golfo de México, casi al lado de los Estados Unidos, ese poderoso que con derroche de desprecio obliga a la pequeña Isla a crecer en el castigo, por el solo hecho de escoger el camino de la soberanía; por construir una democracia a la cubana en las narices del prepotente.

No la imagino de rodillas al lado de quien intenta mancillarla, con agresiones, ataques a las embajadas, invasiones, intentos de asesinatos a los líderes, calumnias de todo tipo… Y todo proveniente del país que pretende dar lecciones al mundo sin cumplir ni una sola de ellas; sempiterno predicador de derechos humanos e imperecedero violador de los mismos.

Cuba ha tenido que soportar, desde la quema de cañaverales hasta la interrupción de los envíos de medicinas, como parte del genocidio más brutal y extenso que se haya cometido contra cualquier país del globo terráqueo. De sobra es conocido. 

Lo que se sabe menos, quizá, por su lejanía en el tiempo, es que las pretensiones y el interés de los Estados Unidos por Cuba datan de los años iniciales del siglo XIX, cuando comenzaron los primeros acercamientos a la parte cubana con vistas a una posible acción a través de un enviado, el general James Wilkinson, en 1808, y del cónsul y agente confidencial William Shaler en 1810.

Se trataba de explorar el camino de la posible anexión de la cercana Isla dentro de la concepción geoestratégica que se estaba conformando, ostensible en 1810 con las consideraciones del gobernador William C. Claiborne al informar sobre la ocupación de la Florida occidental:

(…) En el desarrollo de los acontecimientos no hay nada que desee más que ver la bandera de mi país ondear en el Castillo del Morro. Cuba es la boca real del Mississippi, y la nación que la posea, en un día futuro posiblemente pueda dominar la región occidental. Pero permitan a la Isla ser nuestra (…).

Aunque varios presidentes entreguistas marcaron desde entonces el destino de Cuba, incluso, cediéndola a los Estados Unidos, la historia cambió a partir del enero más luminoso de la patria, en 1959, cuando comenzó a respirarse el precio de la libertad.

Y es que nunca antes, el Goliat del Norte, estuvo 62 años con las mismas pretensiones. Demasiado tiempo en ayuno desatan el hambre y el deseo de devorar la isla ¿apetecible? que desde entonces inició el camino de su propio desarrollo.

Por solo citar un ejemplo: ¿Cómo es posible que un país del tercer mundo, bloqueado por más de seis décadas, hecho considerado como crimen de lesa humanidad, pueda exhibir una tasa de mortalidad infantil menor a la de la nación con más fuerza económica en el planeta tierra? Estadísticamente es inexplicable.

La explicación de este y otros muchos logros tiene que ver con la tremenda energía creadora que desató Cuba hace más de seis décadas, cuando comenzó un proceso renovador y de desarrollo, con una revolución humanista, que convirtió la colonia en patria; patria que ha sobrevivido a 45 presidentes de los EE.UU y hará lo mismo con el 46 y los otros que lleguen al poder.

Una revolución humanista en el más alto grado: Cuba fue el primer país que brindó su ayuda al propio Estados Unidos para enfrentar los estragos del huracán Katrina, en 2005; ofreció el envío de una brigada médica, abrió sus aeropuertos para que las aeronaves con destino a Estados Unidos aterrizaran en la Isla, ante los ataques terroristas que sufría la potencia del norte y colaboró en materia de terrorismo y lucha antidroga. Y más.

Cuba recibió a ciudadanos estadounidenses en la Escuela Latinoamericana de Medicina, becados, para estudiar durante cinco años. Jamás Cuba ha hecho daño alguno a los Estados Unidos. Solo ha brindado gestos de buena voluntad. Eso sí, sin poner sobre la mesa de negociaciones la soberanía, la autodeterminación y la independencia, como dijo en días recientes Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República.

«Esas no están en ninguna mesa de negociación (…). Las diferencias no las pusimos nosotros. Esto es una relación totalmente unilateral. Quien aplicó las medidas contra Cuba fue el Gobierno de EE. UU. Nosotros no aplicamos ninguna medida contra aquel país…», ha reiterado el mandatario.

En 2019, el proyecto de resolución «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba» fue aprobado por abrumadora mayoría, con 187 votos a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Brasil) y dos abstenciones (Colombia y Ucrania); en el 2020 fue aplazado para el presente año, a causa de la pandemia de la COVID-19.

Este 23 de junio, el bloqueo anacrónico e inhumano, de seguro volverá a ser condenado casi por unanimidad por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Después de la votación, ¿cuánta injusticias y calumnias habrá que soportar por parte del vecino?, ¿cuántos bancos volverán a ser multados en el mundo por hacer uso del legítimo derecho de comerciar con Cuba?, ¿cuánto más durará la decisión de prohibir a los cruceros estadounidenses tocar puertos cubanos, o que llegue la medicina que necesite cualquier enfermo de cáncer en Cuba?, ¿cuándo dejarán de ofrecer millones de dólares para la subversión?, ¿cuánto más hará el empedernido del norte en una historia plagada de ensañamiento y tozudez? ¿Cuánto más?

Debemos juntarnos para defender el valor de una revolución con muchos valores, porque a pesar de los pesares, parafraseando al poeta, esta Isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado una de las sociedades más justas de Latinoamérica y el mundo.

Todo cubano digno, esté donde esté, debe sentirse feliz de disfrutar ese pequeño momento en que todos, o casi todos, condenan a la potencia. Uno tiene conciencia para saberlo y memoria para recordar. Desde hace mucho, el mundo está contra el bloqueo, que se va convirtiendo en la ONU en un tren vacío de naciones.