Mar apacible en Júcaro en las primeras horas de la mañana de este domingo

En Júcaro, el pueblito de pescadores del sur avileño más expenso a inundaciones costeras, ya «tocaron campana», que en época de ciclones tropicales es el lenguaje entendible allí para la evacuación de las personas.

Esta vez no fue el tren de la salvación, como solía ocurrir. Ómnibus de la Empre Provincial de Transporte y de otros organismos acudieron para trasladar a las personas a lugares, seguros.

Los medios a reubicar no son pocos: las pertenencias de los pobladores, los equipos electrodomésticos, los animales afectivos y de corral y actuar de acuerdo con los planes de prevención para preservar objetivos económicos importantes enclavados en el área: la UEB Flota Marina Pesca, Sucursal Marlin Azulmar y los almacenes del puerto de Palo Alto.

Previamente, Noel Amador Rodríguez y un grupo designado para los momentos de contingencia, «tocó» casa por casa, habló con los moradores, identificó a los vulnerables y convenció a los pocos que aún no lo estaban para que abandonaran Júcaro, pueblito que los fenómenos meteorológicos suelen transformar de calmo a infierno en un abrir y cerrar de ojos.

En el recuerdo, la imagen, nítida, del «agua subiendo y arrasando con todo» en los barrios La Pulla y Palmarito, en septiembre de 2017, cuando el huracán Irma dijo: «aquí estoy yo» y hasta los barcos fueron obligados a «navegar» en tierra firme, alejados de la costa.

Lo saben allí y lo corrobora esta mañana Rolando Márquez Legón, observador en la estación meteorológica de la localidad: «Viento suave, del nordeste, con una velocidad de seis kilómetros por hora. Cielo nublado, con nubes altas que no producen precipitaciones, pero desde hace tres días llueve aquí y los suelos están saturados. Ojalá Elsa pase lejos; mientras, atentos, porque estos fenómenos son traicioneros».