Washington exporta sus miserias

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Washington exporta sus miserias

No importa que, fuera, el cielo se nuble. El momento es de claridad, dentro: en el cerebro de cada persona, en el país.

 

Demostrado ha sido una vez más, (con ejemplos y argumentos concretos) lo que desde el lanzamiento de la primera piedra, el  domingo, se sabía: presencia de la peluda mano imperial poniendo y mucho, mucho billete, en infinidad de sumisas manos para -con ellas, con la lengua y sobre todo con las mil y más maneras de mentir- continuar haciendo todo el daño posible contra Cuba y derrocar al gobierno. ¿Acaso alguien ignora con qué propósito?

Lo han denunciado analistas extranjeros. Lo están condenando gobiernos, organizaciones, personalidades y movimientos de diversas partes del mundo. Y lo sabemos perfectamente quienes vivimos en este archipiélago. Aun así, hay a quienes no les da el dependiente deseo de verlo o de reconocerlo.

Los “atropellos” que hace unas horas “cometía la policía cubana contra manifestantes”; las víctimas a quienes las redes bañaron en sangre o metieron en ataúdes, cuando en verdad mi ciudad transpiraba total sosiego de norte a sur y de este a oeste, siguen siendo la muy baja (de bajeza) y sucia cuerda sobre la cual el imperio y la extrema ultraderecha anticubana siguen montando a mercenarios, traidores, lumpens, otras lacras sociales y, lamentablemente, a ciudadanos, en su mayoría jóvenes, que nunca escuchan o ven un noticiero de prensa seria y todo el tiempo dan crédito, por el telefonito u otras vías, a lo que desde fuera se “prensa” contra Cuba.

El momento, insisto, no es de oscuridad, de duda, de incertidumbre. La realidad está tan clara… Nos quieren destruir. Voces totalmente huérfanas de dignidad (que para evitarme nauseas obviaré mencionar) no muestran ni el menor escrúpulo para pedir una intervención militar humanitaria en Cuba por parte de Estados Unidos (¡vaya paradigma!), la OTAN,  la OEA…

¿Tenemos conciencia de lo que esos buitres están pidiendo? ¿Sabemos lo que ello significaría? Dicho sea de paso: si se lanzan –y lo mejor hasta para ellos mismos es ni pensarlo- estaríamos esperándolos con “los honores” que merecen agresores, mercenarios, traidores, vendepatria… Remember, así “in English”, Girón.

Pero hay que estar claros. Aun con esos visibles nubarrones, hay gente con el interruptor en off dentro y fuera de casa. Pienso no solo en esos que se pasan el bendito día robotizados (presillados) al celular al paquete y a otras valijas made in USA, sino en quienes, sin móvil ni cosa parecida, cambian canal a la hora del noticiero estelar, le creen más al sujeto que se planta en la bodega de la esquina a disertar acerca de cómo disentir (atravesarse), o les van encima a padres y abuelos que no saben ni qué es un link para, a twitazo de lengua, abrirles los ojos y dejarlos en total oscuridad, a merced del vendaval. 

Es inamisible que, posados en la misma red, el águila imperial, buitres de aquella nación y papagayos de acá, pretendan aplastarnos, desplazarnos, después de tanta historia real, linda y envidiable acumulada; con tanta obra en más de 60 años, con tanta verdad en las manos, con tanto sacrificio a bordo de quienes hemos tenido que “guayar” durísimo en la escuela, en el servicio militar, en el surco, en la industria, en el deporte, en la ciencia, en la cultura (como tú, millones más y yo), haciendo guardia, picando caña, poniendo dentro de nuestros hijos los mejores valores, enseñanzas y convicciones para la vida.

El estercolero de la historia reserva priorizado espacio dentro para los infames, vendidos y pusilánimes. Mi país reserva, incluso en los momentos más tensos, suficiente espacio para la dignidad, el decoro, e incluso para el mejoramiento humano entre quienes han chocado consciente o inconscientemente con los pedruscos del mismo mal. Ejemplos sobran.

De unirnos, aún más, es el momento. De claridad cada minuto. Ojo. El enemigo no quiere que así sea y seguirá poniendo todo su arsenal de veneno, de odio y de muerte para impedirlo.