Cosecha de oportunidades (+ Fotos)

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Cosecha de oportunidades (+ Fotos)

 

La búsqueda de alternativas para producir y comercializar alimentos constituye un desafío perenne para los más de 160 campesinos afiliados a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Ignacio Agramonte, del municipio de Morón, quienes enfrentan el déficit y encarecimiento de los insumos, sin embargo, persisten en minimizar el impacto de esos problemas en el bolsillo de los consumidores.

 

Una crisis global multicausal y el arreciamiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por el gobierno estadounidense, este último devenido en obstáculo para las relaciones comerciales y la adquisición de productos en mercados próximos al país; se presentan como principales impedimentos para avanzar hacia la soberanía alimentaria, e impiden un “respiro” a las arcas colectiva y familiar.

Bien lo sabe Pedro Ángel Lau Rodríguez, productor de la referida CCS y representante del punto de venta La Esperanza (ubicado en Carretera a Patria), quien asegura que el costo de las producciones aumentó hasta 10 veces, cifra proporcional al alza de los precios del combustible, los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, las fumigaciones y, también, el salario de los trabajadores a partir del reordenamiento monetario.

En este contexto se mantiene como premisa evitar el abuso y la especulación que, además, son condenados por la ley vigente. Y aclara: “no es lo mismo precios altos, como consecuencia de las condiciones para producir, que incurrir en excesos durante las ventas, con la finalidad de multiplicar las ganancias”.

Conscientes de que en esta cadena los consumidores no pueden representar el eslabón más débil, aunque en la práctica lo continúen siendo, Lau Rodríguez y los restantes afiliados a la Ignacio Agramonte adoptan medidas para disminuir el costo de las producciones, como la utilización de la tracción animal para roturar tierras, el ahorro de electricidad mediante la desconexión de turbinas y dispositivos de riego en los horarios pico, y el uso racional del agua.

En el logro de este objetivo el fomento las prácticas agroecológicas resulta esencial, además de suplir el déficit de productos químicos existente en el país, responder a las condiciones climáticas imperantes y coadyuvar a mantener el equilibrio ecológico en los campos, aseguró el productor.

En el último quinquenio la provincia de Ciego de Ávila mostró una tendencia creciente en el empleo de fertilizantes orgánicos, con resultados positivos en el control de plagas y la protección del medio ambiente.

El ingeniero Raúl Hernández Martínez, especialista de Control Biológico de la Dirección Provincial de Sanidad Vegetal, subrayó que los bioplaguicidas son utilizados en todas las bases productivas del territorio, incluidas empresas como La Cuba, Arnaldo Ramírez y El Mambí y la Agroindustrial D’Cballos, que tributan al balance nacional.

Han tenido un impacto favorable al lograr un 65% de efectividad en el control y la regulación de plagas que provocan afectaciones en diferentes cultivos, por lo cual se estimula la producción en los 11 centros de reproducción de entomopatógenos y entomófagos (CREE), distribuidos en ocho de los 10 municipios avileños.

EL PUNTO EXACTO

La Esperanza es, tal vez, el punto de venta de productos agrícolas más reconocido en el municipio de Morón por su permanencia en el proceso de comercialización, la variedad y calidad de ofertas, precios asequibles aunque distantes de los anhelados, y un trato cortés.

Es el sitio que, durante más de un año, ha tenido la iniciativa y la gentileza de estimular el desempeño de los profesionales de la salud vinculados directamente al enfrentamiento a la COVID, al concederles el privilegio de un descuento del 30 por ciento del precio de los productos.

En gestos altruistas, sus cuatro trabajadores, encabezados por Pedro, han efectuado donaciones al Hospital General Docente Provincial Roberto Rodríguez, los tres centros de aislamiento habilitados, en Morón, para pacientes con COVID-19; hogares maternos y de ancianos, y círculos infantiles.

Esto lo consideran, simplemente, como una contribución a la dieta de los pacientes y la forma de motivar para que otros campesinos contribuyan con la alimentación en las instituciones de salud, sobre todo las destinadas a la pandemia, donde son atendidos numerosos pacientes, como consecuencia de los elevados niveles de transmisión.

La Esperanza también es peculiar, entre los establecimientos de su tipo, por la preocupación de acercar las ventas de alimentos (en forma de combos), con el beneficio de un descuento del 30 por ciento del precio, a las familias aisladas en sus viviendas, acciones que se desarrollan en coordinación con los grupos de trabajo comunitario y han permitido llegar a números consejos populares de la Ciudad del Gallo.

Román

Román Romero López

Y la cuenta, ¡la cuenta da! Pedro reconoce que las ganancias han sido significativas, lo que se refleja en el salario de los trabajadores, con un promedio mensual de 3 300.00 pesos; y el cumplimiento de las contribuciones anuales y mensuales a la Oficina Nacional de Administración Tributaria.

Los dividendos le permiten mejorar las condiciones del establecimiento y adquirir medios indispensables para su desempeño, como el equipo de refrigeración que les posibilita conservar alimentos procesados, en su mayoría provenientes de las minindustrias ubicadas en la localidad de Ceballos, del municipio de Ciego de Ávila.

Al instituir relaciones contractuales con proveedores de estas pequeñas fábricas, expande el mercado, mediante la comercialización de pastas de tomate, salsas, jugos de frutas, mermeladas, barras de guayaba, encurtidos y otras producciones con gran aceptación.

El “secreto” para conseguir la variedad de ofertas y estabilidad en las ventas, “radica en la gestión eficiente de los recursos, la sistematicidad del trabajo y el sacrificio de despertar cada día en la madrugada para efectuar las compras y visitar a los proveedores, agotando todas las posibilidades, incluso con personas que cultivan en patios y parcelas.

“Procuramos obtener alimentos de primera calidad para que exista una correspondencia con los precios de venta y lograr la satisfacción de los más de 2 000 clientes que asisten a diario a La Esperanza. Esta cifra, ahora, con limitaciones de horario como consecuencia de la pandemia (de 8:00 am a 1:00 pm), pero pudiera ser mayor en tiempos normales”, aseguró Lisandra Cruz Machado, una de las dependientes.

Algunas personas, agregó, han realizado publicaciones en las redes sobre su satisfacción con el servicio para destacar el estado de los productos y la coherencia con el costo, así como el buen trato que reciben. “Eso, por supuesto, nos enorgullece y confirma que se marchan satisfechos”, expresó.

Otras de las estrategias empleadas es la venta de productos beneficiados y embalados, lo que ha tenido gran aceptación pues muchas personas pasan y no tienen en qué llevar, entonces les ofrecen la solución.   

Como parte de la gestión de la calidad, también se respetan las normas higiénicas para evitar la transmisión de la COVID-19: la colocación de pasos podálicos y soluciones desinfectantes, higienización del local, limpieza de superficies de uso común, el saneamiento diario del punto de venta y el almacén, y la desinfección de todos los productos al arribar.

En medio de una compleja situación epidemiológica en el territorio, las ventas se mantienen y las medidas preventivas garantizan que ningún trabajador se contagie, aunque las probabilidades son altas, debido a la afluencia de público.

Así, La Esperanza, hace honor a su nombre al presentarse como oportunidad para encontrar algunos de los productos agrícolas más demandados, en un ambiente confortable y de respeto al cliente, que convida a retornar.

 

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