Cuando este 15 de diciembre cierren las puertas de la versión avileña de la Feria Nacional de Artesanía 2021, se habrá comprobado que la ciudad de Ciego de Ávila necesita un recinto ferial permanente, que permita a los creadores del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) interactuar con el público existente de este lado del pedraplén, porque sabemos que allende los mares los vínculos son expeditos.
Precisamente, a esta conclusión también han llegado los directivos de la entidad, quienes aprovecharon la cita para llevar a cabo una suerte de estudio de mercado para interactuar con el cliente, qué es lo más demandado y cuántos ingresos pueden generarse sólo con ventas directas a la población. Los resultados han sido buenos.
Rogelio Antonio Portal Marrero, jefe del Grupo Comercial del FCBC, explicó a Invasor que se han recaudado cerca de 180 000.00 pesos, cifra que se corresponde con lo planificado. En cuanto a la oferta, señaló que las producciones salidas del Taller de Cerámica han sido lo más atractivo, además de mostrar precios asequibles.
“Otra de las novedades es que nos hemos acercado a formas de gestión no estatal con posibilidades de integrarse a nuestro catálogo, por ejemplo, Bambú Fénix. Esta feria los ha motivado y trabajamos en los aspectos legales indispensables para que, quizás en el primer trimestre de 2022, los vínculos sean efectivos. Alrededor de 15 cuentapropistas se encuentran en la misma situación”.
La afluencia constante durante estos 15 día a la casa de cultura José Inda Hernández no deja margen a error, y si algo pudiésemos señalar, sería que la oferta no haya sido más variada de acuerdo con las potencialidades del terruño, sobre todo en lo referido al mobiliario y los textiles, aunque es cierto que el espacio elegido no daba para mucho más.
A las piezas salidas del Taller de Cerámica ya les hemos dedicado algunas páginas. Entonces dijimos que, entre las manos de Luis Enrique Milán Boza, Jeosviel Abstengo Chaviano, Osiel Cordovés y Roberto Ávila, nacía el proyecto Moldea, donde lo estéticamente bello y lo funcional se unían para mostrar con el barro o la arcilla los más acabados conceptos y diseños. No nos equivocamos.
El emprendimiento de estos artistas ha sacado de la inercia ese espacio y revitalizado su cadena productiva, tampoco exenta de altibajos con la materia prima y de la obsolescencia tecnológica. Que sus tazas, jarrones, ceniceros y platos decorativos se hayan “robado el show” sólo confirma que esta es una línea que el FCBC debe potenciar, con tal de satisfacer una demanda creciente en diferentes plazas del país, sin olvidar las expectativas avileñas.
La Feria Nacional de Artesanía sigue siendo una opción comercial y de negocios que en este territorio debe, primero que todo, lograr un mejor posicionamiento. A la larga, 15 días es muy poco para mostrar todo nuestro acervo creativo, por eso, cierro con la misma exhortación: necesitamos una feria artesanal permanente que alegre y desborde la ciudad.