Ni flores ni ángeles, mujeronas

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

Ni flores ni ángeles, mujeronas

 

Qué cheo que alguien venga a decirnos “felicidades” esta mañana porque así lo dicta el calendario, y que cuando una, despistada, pregunte por qué, respondan que porque somos “flores hermosas y damos la vida y somos el corazón del hogar”.

Somos cubanas, señoras y señores, y hace rato que ya superamos eso. Más exacto sería decir que somos doctoras en ciencia, taxistas, madres responsables, judocas, escritoras, maestras, cocineras… Estamos fuera medio día, perseguimos virus, cosechamos verduras o enseñamos ecuaciones, y tenemos muchos más pendientes que ser el corazón del hogar.

El corazón nos lo llevamos puesto. Cuando tenemos que trabajar el doble o el triple (en casa, en el trabajo y en el estudio) por alcanzar un grado científico; cuando nos vamos a trabajar fuera de provincia y del país, pensando siempre en los retoños; e, incluso, cuando no somos lo que de nosotras se espera, llegamos siempre de noche y es papá quien se ocupa del calor del hogar.

Porque, por suerte, hemos comprendido que del concepto de “dar vida”, solo gestar, parir y amamantar son nuestras misiones exclusivas: arropar, curar raspones y ayudar con las tareas de la escuela son cosas de familia.

Nos va costando ceder la exclusividad, pero lo vamos aprendiendo. Ya no nos hace falta ser las supermujeres: madres, trabajadoras, esposas, hijas… para sentirnos poderosas. Fuertes y “Marianas” somos lo mismo amas de casa, sin hijos, solteras… Lo mismo gordas, flacas, sin maquillaje, con faldas cortas, con zapatillas deportivas.

Y más felices cuando entre todas las cargas también podemos ser nosotras, solo mujeres, de vez en cuando amigas, y hasta niñas. Un poco egoístas y un poco despreocupadas. Cuando los demás entienden que a veces ese título de mujer maravilla pesa; y el jefe respeta el tiempo en familia, y papá cambia pañales y vela fiebres.

Entonces imagino las felicitaciones entre nosotras mismas. “Felicidades por tu título de Máster”. “Felicidades, porque tus hijos son buenas personas”. Pero también: “Felicidades por lo inteligente que eres”, “por irte de paseo con tus amigas”, “por decir siempre lo que piensas”, “por vestirte como te parezca”, “por divorciarte de alguien que no te hacía feliz”, “por quererte a ti misma, por inspirarme, por ser tú, sin estereotipos”.