Atrevida La China, no el pino

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Atrevida La China, no el pino

Ella es más atrevida que el pino que creció aislado y hace 11 años motivó el nombre de su bar restaurante, reconocido entre la gastronomía avileña, sobre todo por clientes que aprecian la buena comida criolla.

La osadía y curiosidad la distinguieron desde la infancia cuando, un poco incitada por la gula ―confiesa mientras descubre una sonrisa― descubrió los secretos de las artes culinarias, mientras degustaba y observaba las preparaciones de su abuela.

Esa fue su única escuela. El desempeño de Idilexy Morales Fajardo ―que así solo la llama su papá cuando está molesto, porque todos la conocen por La China― no está avalado por cursos ni certificados. Su talento es natural y se siente realizada porque obra con amor, principal ingrediente y clave del éxito.

Foto 2 Pequeña empresa Pino Atrevido 7

Aunque se ha mantenido al margen de las academias, el deseo de superarse siempre la acompaña. No deja de buscar el consejo oportuno de sus colegas de la Asociación Culinaria de Cuba, indaga y lee. También, la participación en eventos le aporta conocimientos y permite cosechar lauros.

No tiene formación en servicios gastronómicos ni en dirección, sin embargo, dirige con éxito el ranchón “El Pino Atrevido”, recién constituido en pequeña empresa ―al calor del desarrollo de nuevas formas de gestión económica en el país― y con pretensiones de expandirse hacia otros espacios de la provincia.

Al emprender su negocio en el año 2010 no faltaron las críticas por la ubicación en un lugar apartado de la ciudad de Morón, no obstante, ella y su esposo asumieron el desafío de desarrollarse allí, sin experiencias en la actividad y con poco capital, pero alentados por el deseo de triunfar.

Atrevida La China, no el pino

El primer año fue muy duro por no tener experiencia sobre el control de la cocina de un restaurante ni conocimientos de economía que me permitieran planificar los recursos, satisfacer a los clientes y lograr utilidades, por tanto, implicó un gran esfuerzo, sumado al de mis obligaciones como esposa y madre de dos hijos.

Sufrió un fuerte estrés, debido a la sobrecarga de trabajo y el limitado tiempo de descanso (apenas dos o tres horas por día), que le desencadenó una fibromialgia, tratada de manera exitosa en hospitales de la capital, lo que evitó males mayores.

El continuo progreso le permitió incorporar más trabajadores, mejorar las condiciones de trabajo y ampliar su restaurante hasta 72 capacidades. En ese espacio aprendió a ser jefa, amiga y a conformar un equipo (en la actualidad con 18 trabajadores) que distingue por su estabilidad.

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En un entorno que combina elementos urbanos y campestres se apuesta a la comida tradicional cubana y recreaciones de platos de la cocina internacional, con olores y sabores logrados mediante condimentos naturales, en su mayoría cultivados en un pequeño huerto que le permite incursionar en las labores agrícolas para liberar la campesina que lleva dentro.

Algunas personas no la comprenden, pero ella nunca ha podido desprenderse y vive orgullosa de sus raíces campesinas, es lo que la identifica y “puedo ponerme un vestido de lentejuelas y un par de pullas, maquillarme y parecer muy refinada, pero nada me quita el olor y sabor del campo”, de su natal Ranchuelo, en el municipio de Chambas.

En sus sueños contempla una casa con patio para desarrollar algunos cultivos, pero, sobre todo, vivir la sensación de despertar, echarles comida a los animales (al menos a unas cuantas gallinas) y luego darse un baño, vestirse y maquillarse para salir hacia el restaurante. “Y lo voy a lograr”, asegura y me resisto a dudar.

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Al paso del Huracán Irma creyó que lo perdería todo, pero en su establecimiento los daños fueron mínimos. Bastó un día para organizar y reemprender el servicio, aun en condiciones adversas porque transcurrieron alrededor de 15 días hasta que se restableció el servicio eléctrico.

A la luz de las velas y gestionando hielo para la conservación de alimentos fríos, reemprendieron el servicio, de manera que aseguraron la disponibilidad de alimentos elaborados en circunstancias difíciles para la cocción ante el déficit de fluido eléctrico. En Morón, fue el único restaurante particular que prestó servicios en esos días.

El Pino Atrevido también ha mantenido su funcionamiento durante el periodo de la pandemia de COVID-19, incluso en los meses de mayores tensiones para el municipio de Morón, logrando adecuar sus prestaciones a las disposiciones sanitarias: reducción de capacidades, servicios a domicilio y ofertas para llevar, según el momento.

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Las complejidades epidemiológicas han sido una oportunidad para demostrar el compromiso y las obligaciones sociales, en particular para que La China derrochara la sensibilidad, el humanismo y la solidaridad que la caracterizan, al efectuar donativos de alimentos crudos y elaborados a zonas en cuarentena.

Hizo suya la preocupación de aquel padre que tenía al hijo en el Plan Hortícola, primera comunidad en cuarentena en el municipio de Morón, y se encargó de coordinar con el gobierno local para ofrecer ayuda. Aseguró el envío diario de caldos, sopas u otras preparaciones para reforzar la alimentación de esos pobladores.

Después contribuyó con otras áreas en cuarentena en zonas céntricas de la ciudad y realizó donativos a los hogares de Ancianos y Materno, el Centro de Atención Psicopedagógica e instituciones destinadas al aislamiento de pacientes sospechosos y positivos al virus del SARS-CoV-2.

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Le pareció poco su esfuerzo, entonces se incorporó a prestar servicio como cocinera en la Facultad de Ciencias Médicas de Morón (centro de aislamiento), experiencia que califica como gratificante y a la vez triste porque se esforzaba, sin embargo, algunos pacientes no podían consumir los alimentos debido a la inapetencia.

En ocasiones llegaba a su casa y preparaba otros alimentos para llevarles para estimularlos, otras veces llevaba ingredientes para variar las elaboraciones, sin importarle que implicara gastos adicionales para el restaurante. Pero el esfuerzo valió la pena pues desde que entraba sentía el reconocimiento de todos, hasta del agente de seguridad.

Por sus éxitos desde “El Pino Atrevido” y el desempeño durante la pandemia de COVID-19, La China recibió, este 2 de abril, la Medalla Amistad Culinaria, conferida por la Federación Culinaria de la República de Cuba y entregada por primera vez en la provincia de Ciego de Ávila a una institución no estatal.

Siempre pendiente de la satisfacción de sus clientes y procurando lograr un perfecto equilibrio entre cantidad, calidad y precios, la titular de la pequeña empresa “donde el atrevimiento siempre sabe bien”― como enuncia su eslogan― está inmersa en el establecimiento de contratos con entidades importadoras para garantizar los suministros.

Prefiere no hablar de los múltiples “tropiezos” durante su tiempo de trabajadora por cuenta propia y dirigir la mirada hacia el futuro, con la esperanza de que la nueva personalidad jurídica incremente las posibilidades de encadenamientos productivos e intercambios de bienes y servicios con entidades estatales y no estatales.

Entre las ventajas de convertirse en pequeña empresaria reconoce la de poder ampliar su objeto social al tener aprobados servicios de cafetería, recreación y ventas mayorista, a partir de lo cual prevé expandirse y explora oportunidades en el territorio de morón y la ciudad de Ciego de Ávila.

Atrevida La China, no el pino

Aguarda por el restablecimiento de las excursiones desde el destino turístico Jardines del Rey para reanudar sus contratos con las agencias de viaje Gaviota Tours y Cubatur, con quienes mantiene vínculos desde hace más de siete años, a través de los cuales clientes de Canadá, Rusia y Polonia han visitado su establecimiento.

La China quiere aprovechar las oportunidades, los deseos de trabajar y el ímpetu de su esposo e hija, socios de la pequeña empresa y dispuestos a aportar para que el negocio prospere a la par de aquel pino que se yergue desafiante a la entrada del ranchón, como símbolo de voluntad y resistencia.