¡Y tuvimos feria!

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¡Y tuvimos feria!

 

Cuando arrancaron los bailes y la música en el Parque Martí, tras la ofrenda floral y el momento de recordación al Héroe Nacional, fue como si se diera rienda suelta a la oleada de energía contenida en dos años de pausa.

Instituciones, escritores y lectores empezaron entonces a vivir cuatro días de un programa de actividades que rondaba las 20 páginas, 27 áreas de venta y 4 000 ejemplares.

El jueves y el apóstol

De la fiesta que armaron Telón Abierto y Cantares de México en el parque, ya se podía salir directo a curiosear por las áreas principales de la Feria, entre ellas, la más movida, la plaza Ciego del Ánima, en los bajos del 12 Plantas.

Que el calendario marcara 19 de mayo fue una coincidencia feliz, y por eso desde el Museo de Artes Decorativas se preparó la mesa de opinión “Impronta de la ética martiana”, con la participación del periodista e historiador Ciro Bianchi Ross, el escritor Heriberto Machado, los poetas Senén Pupo y Pedro Pérez Rivero.

Otros tres espacios se dedicaron al Apóstol. El panel “Martí: historia y luz del presente”, en el Archivo Histórico Provincial Brigadier José Gómez Cardoso; la mesa de opinión “Martí y el magisterio, el hombre de La Edad de Oro”, en el Museo Provincial Coronel Simón Reyes Hernández y la velada poética “Martí, en mi verso tú respiras”, conducida por la escritora Carmen Hernández Peña. La visita del Ministro de Cultura Alpidio Alonso el sábado en la mañana confirmaría luego la importancia del área martiana.

Entre los libros que empezaron a hojearse desde el jueves, estuvo Tina Modotti, mucho más que un cuerpo desnudo, de la autoría de Reina Torres Pérez, que además se insertó en el homenaje de la Feria a México, país en que Tina acompañaría los últimos días de nuestro Julio Antonio Mella.

 

El viernes y los homenajes

La mañana de la segunda jornada fue de nostalgia, con la presentación del libro Cadáver Público, compendio de crónicas del ya eterno José Aurelio Paz, matizados con la belleza de su estilo, su profunda vis cómica y la singularidad de convertir en extraordinario el más simple de los hechos.

El destino quiso que se hiciera en su ausencia, pero no por eso fue menor el respeto y la intención de homenajearle que tuvieron los colegas presentes. A la par, una mesa de opinión integrada por los periodistas Luis Raúl Vázquez, Sayli Sosa y Ailén Castilla, junto a la escritora Carmen Hernández Peña, sirvió para traer al presente su controvertida personalidad y las muchas anécdotas que lo rodearon.

Otra de las sorpresas fue el trabajo del taller literario El rincón de los cronopios, que comenzó el día con una lectura en las afueras de la librería ateneo Juan Antonio Márquez, conducida por Luis Pacheco Granado, y continuaron, luego, con la premiación de un concurso.

Luego, la noche sirvió de manto para acoger la presentación del último título publicado del escritor avileño Eduardo Pino, y su vuelta a la poesía tras años de dedicarse a la narrativa para niños y niñas. Solo contra la noche es un poemario de verso libre.

La presentación estuvo a cargo de José Rolando Rivero, quien además fue editor del libro. Eduardo cuenta que se siente doblemente feliz, porque la presentación fue hermosa y por haber trabajado con Rivero, al que llama “un poeta esencial”.

El sábado y el futuro

El café Estaciones fue testigo el sábado a media mañana del empuje con que viene trabajando desde hace meses el Centro Provincial del Libro. Ante un público en su mayoría joven, se presentó la tienda virtual que agrupa las novedades, ubicada en el Bulevar de EnZona, que en los últimos días ya ha enfrentado problemas de conexión.

“Por primera vez —anunció Yaudel Estenoz Bienes, uno de los encargados— en el plan editorial de Ediciones Ávila se incluyen libros digitales. Algunos son versiones digitales de los que se han producido en papel, mientras que otros son un producto exclusivo”.

Hay que sumar a la nómina la producción de audiolibros, que empezó con Eduardo Pino grabando poemas en voz de los poetas y con su propio teléfono, y desembocó en la grabación en los espacios de Radio Surco por tres poetas avileños. Esto, sumado a la promoción en redes sociales y el blog Heliógrafo, son muestras de resiliencia y creatividad en tiempos difíciles para el arte.

Otra vez la noche como cómplice. Esta vez confabulada con Heriberto Machado y Rainer Nodal, quienes dieron el alegrón a Loneski Buquet con el premio de narrativa La Llave Pública, que mereció por su cuaderno Seres felices sin título, y que verá pronto la luz bajo el sello de Ediciones Ávila. Además de Leo, Michel González Basnueva obtuvo una mención por su cuaderno “La cosecha”.

La despedida

El domingo la fiesta acabó temprano, pero la mañana no fue menos cargada que el resto. A todas las actividades narradas aquí arriba, habría que sumar otras muchas a las que INVASOR no pudo llegar, y otro grupo de actividades comunitarias, lecturas en la Galería Hugo Cortijo, de Morón, la presentación del libro Suena el piano, Rubén, del músico moronense Andrés Hernández Font, las peñas literarias conducidas por Claudette Betancourt, o las extensiones de la feria a espacios como el Hogar de Ancianos de Ciego de Ávila y Ceballos.

Lecturas reposadas

Es cierto que la Feria del Libro fue lo que pudo ser, porque los apagones intermitentes que obligaron a reprogramar actividades una y otra y la oferta deficitaria de libros fueron variables que, ya sabemos, no dependían de los organizadores, quienes asumieron el reto inmenso de transformar la ciudad en fiesta con recursos mínimos. Eso, cuando menos, es loable.

Sin embargo, mucho de lo que vimos y no gustó, dependió, en gran medida, de la organización y de la capacidad de movilizar. El programa no se socializó ni se promocionaron horarios y propuestas de trascendencia con suficiente antelación para que el público pudiese elegir dónde, cuándo y qué. La Feria sigue siendo un mejunje de horarios y propuestas, donde las "coincidencias" también pasaron factura.

Así, por ejemplo, una mesa de opinión sobre La impronta de la ética martiana, con panelistas de lujo como Ciro Bianchi, Pedro Pérez Rivero y Senén Pupo, sucedió ante tres espectadores y, luego, la presentación del libro Cadáver Público, del ya fallecido José Aurelio Paz, y el pretendido homenaje, si bien reunió público, no fue ni un tercio del probable.

El área de historia, en el Archivo Provincial Brigadier José Ambrosio Gómez Cardoso, vuelve confirmarse como una de las más coordinadas y eficaces en eso de garantizar sillas llenas, a la que se suman la de los muchachos de la Asociación Hermanos Saíz, quienes lograron un programa intenso.

En el caso del Archivo, el viernes las acciones se centraron en la obra del Comandante en Jefe al presentarse un panel titulado “Fidel y la memoria histórica contra la guerra cultural”, que contó con la participación del Historiador de la Ciudad de Ciego de Ávila, Ángel Cabrera Sánchez; los profesores de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez y doctores en ciencias Juan Miguel Sandó Lopetey e Israel León Martínez; Vicente Barrios Torres, subdirector provincial de Cultura; y la investigadora Reina de la Caridad Torres Pérez. Allí también se presentó el libro ¿20 de Mayo, fecha gloriosa? de Ana Cairo.

A decir de Cabrera Sánchez, se abordó la potencialidad del pensamiento fidelista, que está recogido en la Constitución cubana actual; cómo la memoria histórica nacional procede desde la Guerra de los Diez Años y cómo la esfera histórica no escapa del embate de la guerra cultural en dos líneas fundamentales: el olvido del pasado y la tergiversación por nuestros enemigos de hechos y figuras.

Sobre la obra del líder histórico de la Revolución se presentaron cuatro libros en torno a su pensamiento, entre ellos un anecdotario, además de textos sobre el presidente venezolano Hugo Chávez Frías y de entrevistas al teólogo Frei Betto.

El tercer día de la fiesta de los libros en el área histórica se dedicó al país invitado de honor México, se resaltaron hechos históricos que marcaron época en esa tierra y los lazos de hermandad entre ambos pueblos, y el pasado domingo, se prestó especial significación al aniversario 30 de la fundación del Archivo.

Asimismo, se recibió también la donación de varios libros de la autoría del escritor e historiador avileño José Antonio Quintana, entre ellos La prensa avileña (1865-1952) y Crónica de una matanza impune.

Son las áreas de eventos teóricos y Ciego del Ánima las que necesitan con urgencia un rediseño para el próximo evento, no por falta de talento o iniciativa, sino en función de ganar en organización, público y coherencia. La primera, porque debiera ser uno de los corazones de la feria, y, la segunda, porque entre el ruido ambiente, transeúntes, payasos y números artísticos perdió, por momentos, su objetivo: presentar libros y poner a los autores a dialogar con los presentes.

La XXX Feria del Libro se despide de Ciego de Ávila, y ya queremos que la pausa no sea larga antes de la próxima edición.