Así anda la produción de leche en Ciego de Ávila

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La empinada cuesta que viene subiéndose en el Lácteo avileño, está respaldada en un contrasentido que, como pelo de alambre, le enreda las finanzas a los ganaderos: a más leche y sobrecumplimientos, mayor deuda. Y esa deuda, hasta la semana pasada, era de unos 60 000 MLC; la moneda conque serían bonificados.

Hay quienes esperan desde febrero el monto que ha ido acumulándose al Lácteo sin que allí puedan hacer algo, mientras el acopio de leche no llegue al punto en el que, entonces, la lógica sea inversamente proporcional: a más leche y sobrecumplimiento, menor deuda. O ninguna.

¿Cuál sería ese punto?, pregunta Invasor a Rubén Pina Ángel Bello, el director de producción en la Empresa Láctea que explica el contrasentido ganadero con todo el sentido, a favor de la industria.

“Muchos están sobrecumpliendo, como promedio, unos 800 cada mes y nuestros contratos son con 2 309 ganaderos ( lo cual debe seguir aumentando), pero aun cuando la empresa alcanza un 110 por ciento de sobrecumplimiento del plan de leche, el destino de nuestras producciones no genera toda la moneda convertible que necesitamos”, comenta.

“Ese no es asunto mío, yo cumplí mi parte…y sobrecumplí,” podría decir con tada la razón, también de su parte, cualquier guajiro necesitado de una moneda en la que le venden casi todo.

¿Y cómo saldo mi deuda si el grueso de mis productos ni siquieran cubren el costo de producción en la otra moneda donde, tampoco, compro casi nada?, podrían ripostarle desde el Lácteo.

El “retruécano”, sin embargo, se explica con otro enredo, en apariencia, absurdo. Hoy los ganaderos avileños promedian diario 21 900 litros de leche más, que el año pasado. De ahí el sobrecumplimiento que llevan. No obstante, ese exceso todavía es inferior a los volúmenes que registraba el Lácteo el año pasado. ¿Por qué?

Pues porque antes la industria recibía unas 70 toneladas de leche en polvo anualmente, y parte de sus producciones y rutas las cubrían conese volumen que, traducido a leche fluida, serían unos 700 mil litros. Las cifras las ofrece Pina, quien sabe que los ganaderos tendrían que cubir la importación que representa unos 19 mil litros de leche diario y, encima, aportar mayor cantidad para fabricar helados, yogures, mantequilla, queso…productos que se traduzcan luego, en MLC.

Sin embargo, con planes que hoy les son “imputados” a las vacas flacas y a las gordas, a las que dan mucho más de lo que dicen en papeles y a las que ni paren ni dan leche, el volumen total del Lácteo debe sobrepasar los 16 millones de litros para el 2022. Un cúmulo que supera en alrededor de un millón la meta del año pasado, aunque ellos terminaran quedándose en algo más de 12 millones.

En este contexto actual,los sobrecumplidores acarrean con los estragos de quien no se acerca ni a su meta o en facultad de la política de comercialización aprobada, vende su “excedente” al destino que considere.Y al no generarse la MLC terminan como yunta de bueyes que no hala parejo. Desenyugados.

Y ante la deuda lógica del Lácteo con los sobrecumplidores (y quizás precisamente por ello) otros han aplicado la suya: producen sus derivados y los venden o se van al mercado informal donde el litro puede llegar a 50.00 pesos y un MLC alcanzar los 110. Aplican ellos la convertibilidad que no aplica el Estado y deducen que vendiendo “por fuera”ganan más que con el sobrecumplimiento por el que reciben 20.00 pesos, más 0.10 centavos de MLC. Esos centavos, en la tasa informal, representan unos 11.00 pesos (110/10). O sea, el litro sobrecumplido los deja con 31.00 pesos; por debajo del litro en la calle.

Por eso, cumplir el plan tiene, ahora mismo, el hándicap de la convertivilidad y el llamado a honrarlo por la importancia de su destino. De los casi 44 000 litros diarios que la industria necesita, sólo la canasta básica consume, entre dietas y cuotas, unos 38 mil. Por suerte para muchos y por desgracia para las finanzas del Lácteo, dicha entrega no se revierte en moneda dura.

Para captarla deben seguir subiendo una cuesta que no le sea resbaladiza a quienes ya la trepan, ni demasiado empinada a quienes aún no la suben. Y aunque van camino a alcanzarlo, todavía no llegan a ese punto. Para algunos el recorrido está en puntos suspensivos; una incertidumbre que pudiera cortar la leche.