Mariana Grajales Cuello, la Madre de la Patria cubana

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

 

Mariana Grajales Cuello, la Madre de la Patria cubana

 

Mariana Grajales Cuello, mujer mestiza, casi analfabeta, madre de 14 hijos, considerada justamente por los cubanos como la Madre de la Patria, nació el 12 de julio de 1815, en Santiago de Cuba y supo empinarse sobre su tiempo, educar una tropa de héroes y ser ejemplo de decoro, valentía y grandeza.

«¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida que cuando se escribe de ella es como desde la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?», así se preguntaba sobre Mariana el Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, en el periódico Patria en los preparativos de la Guerra Necesaria.

De sus padres José Grajales y Teresa Cuello, con ascendencia dominicana, aprendió los valores y principios morales que luego transmitiría a sus hijos y, como mestiza, sufrió la cruel discriminación de entonces hacia los negros, ya fueran libres como ella o esclavos. Se casó por primera vez con Fructuoso Regüeiferos Hechavarría, el 21 de marzo de 1831, y pronto quedó viuda. Con él tuvo tres hijos: Felipe (1832-1901), Manuel (1836–1854) y Fermín (1838–no existen referencias sobre el año de su muerte). El siguiente hijo fue Justo Germán (1843-1868), registrado hijo natural.

Entre 1844 y 1845 Mariana inició una relación amorosa con Marcos Maceo, de origen venezolano, con el que decidió formar una familia de la que nacieron otros 10 hijos. Los primeros fueron: Antonio de la Caridad (1845-1896), María Baldomera (1847-1893), José Marcelino (1849-1896) y Rafael (1850-1882) quienes fueron bautizados como hijos naturales, pues ella y Marcos aún no se habían casado y no fue hasta 1851 en que contrajeron matrimonio. Posteriormente nacieron: Miguel (1852-1874), Julio (1854-1870), Dominga de la Calzada (1857-1940), José Tomás (1857-1917), Marcos (1860-1902) y María Dolores (1861 y falleció a los 15 días de nacida).

Con 53 años de edad Mariana marchó a la manigua mambisa junto a dos hijas mujeres y dos de los varones, con su nuera María Cabrales (esposa de Antonio), y otros familiares. Allí sufrió con valentía los rigores de la vida en campaña, las largas caminatas que debían realizar, muchas veces bajo lluvias y hasta ciclones, la temprana muerte en combate de su esposo Marcos, luego la de varios de sus hijos por el fuego enemigo y atender las heridas de otros.

Durante los diez años que duró la Guerra Grande trabajó en hospitales de campaña del Ejército Libertador, atendiendo heridos y enfermos, carente de medicamentos, empleando solo la medicina verde y mucho amor, de ahí que, según el historiador Fernando Figueredo, todos querían atenderse con Mariana. Pero también arreglaba la ropa de los mambises, trasladaba armas y pertrechos, daba consejos y aliento a los desanimados, fortaleciendo su fe en la victoria;asimismo, transmitió siempre optimismo, tenacidad y resistencia ante las adversidades.

Los historiadores coinciden en que Mariana tenía mucha inteligencia natural pese a que carecía de estudios. Conoció de las actividades conspirativas de sus hijos y esposo, y no fue casualidad que, al momento de incorporarse a la guerra hizo jurar a toda su familia que lucharían por la independencia de Cuba o morirían en el empeño. Y así fue, ninguno en su familia fue traidor o cobarde.

Es muy conocida la anécdota referida por José Martí en su artículo «La madre de los Maceo», cuando al recibir a su hijo Antonio muy mal herido, ante el llanto de las otras mujeres exclamó: « ¡Fuera, fuera faldas de aquí, no aguanto lágrimas! (…)», y dirigiéndose a su hijo Marcos que era casi un niño, expresó: « (…) ¡y tú, empínate porque ya es hora de que te vayas al campamento!».

Terminada la guerra, Mariana tuvo que marchar al exilio en 1878, luego de realizar trámites para la recuperación de sus propiedades embargadas. Se estableció en Kingston, Jamaica, donde vivió en aguda pobreza y bajo la estrecha vigilancia española que interceptaba la correspondencia con sus hijos prisioneros en España.

Allí vivió hasta su fallecimiento, el 27 de noviembre de 1893, según el certificado de defunción, emitido por el doctor S. Henderson, a causa del Mal de Bright y congestión pulmonar. Muchos años después el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, llamó Mariana Grajales al pelotón femenino del Ejército Rebelde que formó en la Sierra Maestra con mujeres combatientes, las que rápidamente se conocieron como Las Marianas.

Sus restos descansan en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, junto al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, el Héroe Nacional y Apóstol de la independencia José Martí y el Comandante en Jefe, Fidel Castro. Mariana, la Madre de la Patria, está entre los padres fundadores de nuestra nacionalidad.