El funcionamiento del mercado cambiario es, desde el pasado 21 de julio, con los anuncios del ministro de Economía Alejandro Gil Fernández, una incógnita compartida por muchos y que se despejó este miércoles en la Mesa Redonda.
“Es una pieza faltante en el mecanismo de funcionamiento de la economía. No por un problema de diseño, sino por las condiciones en las cuales se ha tenido que desenvolver la economía en los últimos años, que han hecho imposible el establecimiento de un mecanismo de compraventa de divisas con sostenibilidad a la población y a los visitantes”, expresó el ministro.
Y como “pieza” no tiene una importancia menor, casi subordinada a la entrada de divisas, decisiva para una economía como la cubana, que importa gran parte de sus alimentos, por mencionar insumos sin los que un país no puede vivir.
Las medidas en torno al mercado cambiario se derivan también de la circulación de divisas en el mercado informal, que no llega al sistema financiero nacional y, por tanto, no puede utilizarse en pos de la recuperación económica del país. El tipo de cambio del mercado informal incentiva a qué permanezcan circulando de la misma forma.
¿Cómo se planea el funcionamiento adecuado del mercado cambiario? Alejandro Gil apunta que no puede operar con la tasa inicial de 1x24, porque el país no dispone de la cantidad de divisa que lo respalde.
En consecuencia, se establecieron tasas cambiarias para las monedas extranjeras: euro, dólar canadiense, libra esterlina, peso mexicano y franco suizo, además del dólar estadounidense, que fluctúan entre los 5.79 CUP hasta los 146.09 CUP.
“Debe funcionar sobre la base de que usted compra determinado nivel de divisas que entra al país, y luego vende determinado nivel porque hay una demanda”. Para el Estado, la operación de venta y compra de divisas debe tener un resultado positivo en disponibilidad de divisas, o sea, que la compra sea superior y el excedente sobre lo que se vende pueda ponerse en función de la compra de insumos y la oferta dentro del país.
Se intenta, así, revertir la devaluación del peso cubano, como objetivo en la distancia, según explicó el ministro. “Si todas las transacciones de la economía fueran en pesos cubanos, y todas las divisas que entraran al país fueran cambiadas por CUP para consumir en esa moneda, las divisas obtenidas se utilizan en invertir en la producción de bienes y servicios a la venta en CUP. Y por esas ventas se recoge el efectivo que se inyecta en circulación por haber comprado una divisa”.
Obviamente, ese no es el momento actual. “El punto de partida es que hemos tenido la necesidad de introducir las ventas en divisas y hay una demanda de compra de divisas”, agregó el ministro. El consumo interno en divisas, y la demanda de ellas para la emigración confluyen hoy en Cuba, y es para el “alivio” de lo primero que el tipo de cambio influye, aseguró.
“Si hay mucha más demanda de comprar que capacidad o incentivo para vender, el tipo de cambio es más caro. Mientras el tipo de cambio es más alto, hay más incentivo para las personas a vender, pero menos a comprar”. El mercado debe encontrar, entonces, un equilibrio.