Camilo, héroe con alma de muchacho

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

camilo cienfuegos“Échame a mí la culpa de lo que pase / cúbrete tú la espalda con mi dolor…” Si la historia empezara así, con un muchacho flaco y pelilargo tocando, quizás, las maracas, en medio de un monte, sería difícil llevarse enseguida que el protagonista es un comandante de la guerrilla cubana, al borde de la década “prodigiosa” de los 60.

Pero, entre cubanos, todo el mundo sabría que es Camilo. Capaz de animar a la tropa en las noches de mosquitos y hambre de la Sierra Maestra, capaz de arrastrar consigo al menos patriota, capaz de encenderle el pecho a un pueblo entero con su voz.

Camilo permanece, con el añadido de misterio y duelo inconcluso que dejó su desaparición física, casi intacto en la memoria colectiva. Se le evoca siempre sonriente, siempre noble, siempre “al pie de cañón”.

Esa mezcla de nostalgia y admiración es poderosa. Moja los ojos de las abuelas que vivieron los primeros y fervorosos años de la Revolución. Llena de sentimiento el ritual de echar flores al mar, incluso para niños que han nacido casi cien años después que él.

Nadie estaba tan cerca de los afectos del pueblo, y hasta hoy han llegado las anécdotas para atestiguar su respeto por los hombres a su cargo, su determinación de vivir las mismas rudezas de la guerra, su moral contra privilegio alguno, su sensibilidad.

A Camilo no hace falta enclaustrarlo en el mármol de héroe porque su ser todo ya fue lo suficientemente romántico para la historia. Así lo guardamos, y el ejercicio de la memoria nos lo devuelve cada octubre: jovial, entregado, humano.