Los cuatro caminos de La Cuba

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full platanoSi fertiliza sus campos, se le disparan los costos y merman sus ingresos. Y si no los fertiliza, pues bajan sus producciones y también las ganancias. Dicho así, en la Empresa Agropecuaria La Cuba no tienen cómo quitarle ceros a los más de 70 millones de pesos de pérdidas que registraban a finales de noviembre.

La supervivencia se le encarece en demasía porque para obtener un peso deben gastar más de cuatro. Es un desbalance ENORME, que los obliga a repensar casi todo y “habrá que ver qué producciones son financieramente saludables y hacia ahí enfocar su economía, pero no pueden seguir produciendo para perder”, comentaba Susivey Márquez Toledo, coordinadora de Objetivos y Programas para la Economía, al frente de una comisión que escudriñaba La Cuba para allanarle un mejor camino.

Hace un mes, cuando Invasor visitó una de las cooperativas asociadas a esa empresa y la especialista económica de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Revolución de Octubre admitió que gastaban 0.98 centavos para producir un peso, creímos que tal proporción era insostenible a largo plazo. No sabíamos entonces que el deterioro podía traducirse en cifras peores.

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“Es que pierden, incluso, en los plátanos de fruta vendidos al Turismo y tenemos que revisar las fichas de costos porque ahí pasan dos cosas. O hay costos que no han contemplado, y tienen que ajustar entonces el precio de venta, o el Turismo impuso un precio de compra desconociendo el valor real de lo que sucede en el campo”, sumaba la “perogrullada” Victor Limia de la Rosa, especialista de la Dirección Provincial de Finanzas y Precios.

Laura María de Quesada Uli, subdirectora de la Dirección de Economía y Planificación, redondeaba esos números y mostraba cómo se encarecían sus cuentas, de tal modo, que pronosticaban cerrar el año con un gasto de más de 20 millones de pesos por encima de lo planificado.

Desde el riego aéreo hasta la tonelada de fertilizantes, casi todo conspiraba en contra de sus estados financieros.
Aun así, ellos honraban sus compromisos y pagaban en 30 días; sin embargo, el valor de sus producciones retornaba cada 108 y tales factores externos le añadían sal a su herida. Sanar está siendo un proceso doloroso para los bolsillos que se mantienen en el campo con bajos anticipos.

Se suponía que el cambio de estructura ─la creación de colectivos laborales vinculados directamente a los resultados─ levantara su economía, pero de los 17 creados, solo a cinco les ha dado la cuenta.

En un recorrido por sus áreas, el miembro del Comité Central del Partido y primer secretario en la provincia, Liván Izquierdo Alonso, lo comprobaba. Según sus cálculos, a juzgar por la dureza del trabajo en el campo y lo encarecido de la vida, “los obreros allí están ganando muy poco.”

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Los surcos de frijoles que llevaba Armelio Díaz Sánchez, a sus 59 años, eran de 700 metros y ya iba por cinco a las 10:00 de la mañana. Su quincena se había quedado por debajo de 4000 pesos. “Qué va, tienes que ganar más, porque es muy fuerte una guataca desde el amanecer del día”, le decía el secretario.

Para Armelio, el amanecer del día había estado marcado, además, por la escasez. “Ni café tomé, ¿con qué azúcar? y el almuerzo es en la casa porque en la empresa no hay”, agregaba, adjudicándole mayor dureza a su jornada.

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Jorge Virella Figueredo, otro de los obreros vinculados a un colectivo, se quedaba también por debajo de lo pronosticado. “Los plátanos están raquíticos y el robo de racimos empeora la cosa, vienen los bandoleros en carretones y te comen a ʹpedráʹ limpia, anoche casi me matan”.

—Sí, pero a esos dos los cogimos más alante, contestaba Ricardo Varona Pestana, director de La Cuba, quien ha tenido que lidiar con todos los males de un tirón.

Sus pronósticos todavía son reservados —apenas lleva tres meses en el cargo— y, aunque Invasor le dará curso, al menos el viernes último una veintena de especialistas llegaba hasta allí para que la encrucijada de la empresa no simulara los cuatro caminos que anticipan sus grandes extensiones. No es lo mismo no saber pa dónde coger, que tener señalado el posible destino.