Cuba, entrenada en el arte de no dejarse vencer

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Sobrevivir a 12 presidentes de los Estados Unidos, todos con el apetito voraz y la pretensión de almorzarse al pequeño caimán, es uno de los más grandes actos de heroísmo de pueblo alguno sobre la tierra.

 

Es imposible hacer referencia a avances, a desarrollo, sin mencionar el bloqueo, ese cerco asfixiante tendido en torno a Cuba como una de las formas de intervención más desvergonzadas. Bien lo saben los bloqueadores desde hace 64 años.

Después de varias generaciones de gobiernos entreguistas a los intereses norteamericanos, el Primero de Enero de 1959 nació la Isla irredenta que, con un grupo de jóvenes revolucionarios al frente, se resistió a creer en el deber de la obediencia.

Y esa misma suerte de permanecer y atreverse, durante más de ¡seis décadas!, se transforma en energía decisiva, la misma que hizo posible convertir la colonia en patria, con la última guerra de liberación.

Aunque han intentado ponerle el cartel de país prohibido, Cuba se erige como una nación de dignidad política y una isla independiente sobre la cual viaja gente soñadora que va construyendo su propio futuro, con videncia múltiple y autoridad moral.

Bajo la guía del líder histórico, Fidel Castro, y de los continuadores, su hermano Raúl y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, siempre junto a su pueblo, desde hace mucho quedaron deshechas las propuestas de rendición y se confió una vez más en esa capacidad de resiliencia de los cubanos para permanecer a flote.  «Resistencia creativa», la ha denominado el Presidente Díaz-Canel.

Cuando el enemigo histórico de la Revolución negó todo tipo de ayuda en la etapa más difícil de la Covid-19, incluso impidió la llegada de ventiladores pulmonares hace poco más de dos años, Cuba respondió con la fabricación de los suyos y de vacunas con alta dosis de efectividad. Un periódico europeo se vio obligado a reconocerlo y desplegaba titulares: Cuba logra la primera vacuna latinoamericana con datos de efectividad al nivel de Pfizer y Moderna.

Pero Cuba y sus éxitos siguen doliéndole a los de siempre. Lo demuestran las palabras del canciller Bruno Rodríguez Parrilla: «Mas bien se han puesto obstáculos al esfuerzo de colectas y gestiones de grupos de solidaridad, de cubanos y organizaciones de la sociedad civil estadounidense, que sí han enviado ayuda humanitaria cuyo valor moral es inmenso para nuestro pueblo».

El 2022 fue también un año plagado de situaciones difíciles, pero pese a ello Cuba continuó empeñada no solo en resistir, sino también en avanzar.

UN CÓDIGO, NUEVAS LEYES Y ELECCIONES

En la votación por el nuevo Código de las Familias, 6,25 millones de cubanos participaron (el 74,01% del censo), y 3,93 millones (el 66,87%) votaron a favor, realidad que dio vida a un Código atemperado a su tiempo.

Además de ello, nuevas leyes fortalecen el ordenamiento jurídico cubano: Código Penal, Ley de Ejecución Penal y Ley de Amparo a los Derechos Constitucionales, y las leyes de Empresas, de Salud Pública y de Protección a los Derechos del Consumidor, del Patrimonio Estatal, de Transparencia y Acceso a la Información, de la Fiscalía General de la República, de la Contraloría General de la República, de la Administración Central del Estado, de Salud Pública y Ley de Formas Asociativas, de Seguridad Alimentaria y Soberanía Nutricional, de Protección de Datos Personales, de Amparo de los Derechos Constitucionales, del Sistema de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente,  la Ley de la Vivienda, la de Fomento y Desarrollo de la Ganadería, entre otras.

Algunas pudieran marcar la diferencia a corto y mediano plazos: la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional; la de Datos Personales, que responde a la necesidad de proteger la información personal de los ciudadanos; y la nueva Ley del Código Penal, la cual, dentro de los aspectos novedosos, comprende las infracciones y actos ilícitos que afectan el espectro radioeléctrico, el medio ambiente y el patrimonio natural, y el aumento del rigor de las sanciones para hechos vinculados a la corrupción económica o administrativa.

A punto de despedir este 2022, Cuba se vio sumergida en meses trepidantes, tal vez como ningún otro año (excluidos los de la pandemia).

Con el pie derecho nacieron las elecciones del pasado noviembre, cuando 12 422 cubanos fueron elegidos como delegados de las asambleas municipales del Poder Popular; los héroes de nuestros barrios, como dijera Esteban Lazo Hernández, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La asistencia a las urnas de 5 728 220 cubanos en edad para el sufragio –el 68,58 % de los registrados en las listas actualizadas de electores: 5 478 son mujeres, para un 44,10 %; 1 579 son jóvenes entre 16 y 35 años, el 12,71 %, y casi la mitad de los elegidos por voluntad popular (6 082 personas, el 48,96 %) resultaron reelectos en el cargo– constituyó botón de muestra de tranquilidad, organización, disciplina y cumplimiento de la ley.

INVERSIONES: ESTRATEGIA DE PAÍS

Entrenada en el arte de no dejarse vencer por las dificultades, Cuba continuó el 2022 con el desarrollo de inversiones en importantes renglones, como el empleo de las fuentes de energía renovables:  los parques eólicos existentes en Holguín, Ciego de Ávila y la Isla de la Juventud y la bioeléctrica aledaña al central Ciro Redondo, en fase de puesta en marcha; además de la reparación y modernización de las Centrales Termoeléctricas y la llegada de plantas flotantes, procedentes de Turquía.

Para lograr la soberanía energética, el país debería alcanzar el 100 % de la generación con las fuentes renovables de energía, en tanto hoy solo cubre el 5 % de la matriz. Distantes estamos de llegar a esa cifra, para lo que se requerirá, al menos, de 11 000 MW instalados en parques solares fotovoltaicos, unos 2 000 MW en energía eólica, así como producir un potencial cercano a los 800 MW en biomasa cañera, y todo ello no excluye lo que pueda ser posible en las viviendas, mediante la instalación de pequeños paneles solares y aerogeneradores.

La bioeléctrica reinicia la generación de corriente (unos 60 MW a plena capacidad), con la entrada en acción del central aledaño, sometido a un proceso inversionista en su modernización.

Las centrales flotantes contratadas por Cuba a Turquía son una alternativa rápida para la generación de corriente, pues el montaje de una Central Termoeléctrica puede tardar hasta cinco años.

«Por ese motivo, en los dos últimos años se ha acudido como alternativa a las plantas móviles de generación de energía, un negocio en el cual alquilamos la patana y de inmediato tenemos la generación. No es una inversión que demore», dijo en junio pasado el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

La contienda por la supervivencia lleva hoy las marcas de la actualización gradual del modelo económico cubano en la continuación de muchas otras obras, entre las que se encuentran tres grandes sistemas de trasvases: Este-Oeste (abasto de agua a la ciudad de Holguín, el polo turístico de la zona norte-oriental, el riego y la mitigación de los efectos de inundaciones ante intensas lluvias), Centro-Este (Sancti Spíritus, Ciego de Ávila) y el Norte-Sur (Guantánamo), que beneficia miles de hectáreas destinadas a la producción de alimentos.

Esfuerzo descomunal del país para no dejarse vencer, al que también se suma la necesidad de incrementar –y acelerar– los flujos de inversión extranjera directa y elevar la participación del capital foráneo en el Producto Interno Bruto.

Para todo ello ha sido imprescindible la formación de un capital humano, de un pueblo que también posibilitó el fortalecimiento de la infraestructura turística, el desarrollo de la industria biotecnológica, la exportación de los servicios y la resistencia creativa, armas silenciosas y de dignidad, contra todo el que pretenda almorzarse al pequeño caimán asentado –atravesado para algunos– en medio del Caribe.