Un parteaguas camino a Jiquí

Difícilmente podría trazarse una línea divisoria en Roberto Rivas Fraga, porque en ese Consejo Popular a algunas casas les llega un hilito de agua, en otras corre sin contratiempos, incluso por los callejones, mientras que a otras les aqueja una crónica sequía que ni los ladrones de agua alivian del todo: halarla con fuerza para adentrarla no siempre funciona.

El tanque elevado del Sur tarda más en llenarse que en vaciarse y el desfase de horas mantiene a los vecinos pendientes de la mínima señal. Y eso puede ser un charco.

Pero esa realidad está dejando de ser la escena cotidiana por el Camino a Jiquí, que es como la gente le dice a Rivas Fraga donde, al menos dos circunscripciones (la 108 y la 109) han visto cómo al destrozo de sus calles les ha seguido la felicidad. Y eso puede significar el agua.

Primero se beneficiaron 200 casas y ahora 100. Son números cerrados que Eduardo Alcalá Ortega, el presidente de ese consejo, dice sin precisiones, aunque sí sabe que costó 2 millones 234 000 pesos. Que los electores de calle F, entre 5ta y 6ta, llevaban más de 20 años diciéndolo, y que el planteamiento más viejo de esos contornos ahora es tema zanjado. Un parteaguas.

En un extremo queda la desidia o el empeño sin respaldo. Del otro está ahora la mirada urgente a lo vulnerable.

Los cielos abiertos (y las calles) vieron los vecinos de Riva Fraga cuando la pequeña empresa dejó zanjado el asunto del agua.

La calle F era intransitable la semana pasada, pero para este martes, precisamente, estaba fijada la terminación de la obra

Todavía hay quien mira sin dar crédito a la transformación. ¿Año nuevo, vida nueva?

Las malas conexiones siempre fueron un dolor de cabeza, ahora las tomas a cada casa llevan el sello de lo nuevo

Una pequeña empresa de reparaciones hidráulicas acomete la obra. No pasan de 30 hombres

De la calle que se volvió intransitable, pronto quedará solo la huella, mientras el agua corre “subterránea”

La delegada Lázara Iris Hernández y su presidente de Consejo, Eduardo Alcalá Ortega, en un intercambio casi constante. “Estamos movilizados desde que esto empezó”, contaría ella

La retroexcavadora ha impuesto el ritmo, pero la maquinaria menos pesada (los hombres) no se ha quedado atrás

Como quien saca “todo lo malo” de calle F. Porque el cruzamiento de las aguas también era una constante allí

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