Perfectible, pero nuestra

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Perfectible, pero nuestra

Un poquito más y coincidimos con nuestros detractores: la democracia cubana no es perfecta. Puede ser mejorada. Habría que ver si lo es, la que se ejerce en otros lares del planeta.

Un voto, un país a la nuestra la acusan de no contar con varios partidos políticos en pugna, como si con ello se hiciera verdad el real concepto de esa palabra, que por demás ya he repetido ha sido prostituida.

Porque si en verdad, según reza en el diccionario, Democracia es como decir Gobierno del pueblo, entonces, al parecer, los millones de hambrientos del mundo no saben gobernar. ¿ O será que en realidad ellos no gobiernan?

Son tiempos en que pareciera que con decir: “vivo en una democracia”, ya se alcanza el grado más alto de libertad. No les basta esa afirmación a los pobres — que ya algo así como la tercera parte del globo terráqueo — analfabetos o enfermos sin casi atención médica. Ellos urgen de otra democracia.

Pero este domingo, mientras los cubanos asisten a la cita , una gran parte de la “prensa libre” del mundo, calificará a nuestros comicios de falsos e insinuarán que el modelo de la democracia del dinero y el poder es la vía idónea.

Los cubanos, tendremos la opción hoy de seleccionar entre los 470 nombres que salieron de las comisiones de candidaturas a nivel nacional, provincial y municipal integradas por representantes de los sindicatos, organizaciones de masas, estudiantiles y sociales, que emitieron sus propuestas en 948 reuniones plenarias desde la base hasta la nación.

No serán las fortunas ni las promesas los que llevarán a los electores a elegir a este o desechar aquel. Ninguno de los que aparecen en las boletas tiene afán de hacer carrera política, pero si servir a los suyos.

Por eso ahora, mientras deposito mi boleta en la urna, ratifico que es verdad, nuestra democracia es perfectible, solo que nunca deberá copiar ese modelo que proponen los que quieren parecer como los “inventores” de la palabra, que por demás debería ser bandera y no excusa para maniatar a los desposeídos de este mundo.