Fue una idea linda esa de llevar hasta al Centro Gerontológico Camilo Cienfuegos de Ciego de Ávila a los peloteritos del proyecto Tigrecitos avileños.
Cuántas arrugas en aquel salón...¡ pero muchas más ternuras ! Y fue, si el encuentro lo narrara un poeta, un partido entre un equipo formado por almas que han enfrentado a lo largo de la vida, todo esos lanzamientos difíciles que dejan los almanaques, versus un conjunto de corazones inocentes, que desde ya se preparan para ese gran campeonato del hacer y crecer.
Fue una idea linda esa de llevar hasta al Centro Gerontológico Camilo Cienfuegos de Ciego de Ávila a los peloteritos del proyecto Tigrecitos avileños.
Son muchachitos de apenas cuatro, cinco o seis años de edad, que dirige el Máster Diorge Agustín Miranda Yero, y que están enfilados no solo a ser en el futuro atletas de valía, sino seres humanos más acendrados. Hubo nudos en la garganta al contemplar besos de los pequeñines a las ancianitas al entregarles presentes. Los niños mirándolas como si fueran diosas de un libro de cuentos, y ellas, a la vez, escondiendo una que otra lágrima y abrazándolos como querióndoles dar parte de la vida que les resta.
Y después los alumnos de la escuela Farabundo Martí, entonando aquella canción que muchas de las homenajeadas por el Día de las Madres también tararearon porque se escuchó mucho en aquella pretérita época: Aún sólo persiguiendo tu cariño/ yo sigo desafiando el porvenir/ y mientras tenga en mis venas sangre/ te seguiré queriendo, te seguiré adorando/ y serás para mí todo mi corazón...Fue un gran jonrón de Los Tigrecitos en un estadio de mayores dimensiones que el José Ramón Cepero. Nada será más grande que brindar amor a quien merece amor. No estaba equivocado el poeta.