Joseíto sueña con estadios repletos

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No me sorprendí cuando supe que José Hernández Lezcano fue llamado por Israel Ferrer para que le acompañara en  la dirección del equipo que luego resultaría campeón de la LIX Serie Nacional de Béisbol.

Tampoco me resultó inesperado que, a propuesta del INDER, y de la Dirección de  Béisbol, fuera llamado a la selección cubana para que se desempeñara como  asistente de tercera. Desde hace bastante tiempo quien escribe sabe que Joseíto es de los mejores técnicos  del béisbol en nuestro país.

El graduado del Instituto Superior de Cultura  Física Comandante Manuel Fajardo en el año 1982 ha intervenido en 22 torneos beisboleros cubano, al lado de figuras prominentes de nuestro pasatiempo nacional, entre los que se incluyen, entre otros, Renato Puertas, Felipe Sarduy, Lourdes Gourriell, Víctor Mesa, Alfonso Urquiola, Jorge Fuentes, Roger Machado,Mario Salas, Darío Cid y José Miguel Pineda. Como el mismo afirma con cierto aire de modestia: “algo tenía que aprender de ellos”.

—Cómo te fue en Matanzas?

—Fue una de mis mejores experiencias dentro de un equipo. Desde que llegué el propio Ferrer me dio toda la autoridad del mundo para trabajar con los muchachos de cuadro, pero además me dijo que no me callara nada de lo que pensara dentro del campeonato, tanto en el orden táctico como estratégico. Las autoridades me trataron como un “cocodrilo” más y debo confesar que tuve buena “química” con la mayoría de los atletas. Trabajé a mis anchas. Estoy agradecido con todos los que tuvieron que ver con el equipo. Y debo reconocer que mi felicidad no solo tiene que ver con el título conseguido — el segundo de mi carrera deportiva, el primero con Los Tigres — sino también porque estuve realizado profesionalmente.

—A propósito de Los Tigres  … ¿cómo te sentiste en el enfrentamiento particular?

—Antes de partir para allá, dejé claro en la comisión provincial de béisbol que yo seguía siendo Tigre, que solo me  iba por un tiempo breve, porque estar en el cajón de coach de tercera base era ya parte de mi vida y no quería desperdiciar la oportunidad que se me brindaba. Lo mismo le dije a Ferrer al llegar allá. El siempre supo que yo estaría, a lo máximo, dos temporadas con él.

Para que contarte cuando salí al Cepero con otro uniforme. Me sentí como extraño, pero apelé a la profesionalidad que me inculcaron todas esas personas que te mencioné anteriormente. Y te soy sincero si  confieso algo: me pasé todo el campeonato deseando que si Matanzas avanzaba a los play off, que el cruce no fuera  con Ciego de Ávila. Me parecía que no resistiría esa prueba.

—Cómo marchaba la preparación del Cuba antes de detenerse por el coronavirus?

—He participado en otros entrenamientos con selecciones nacionales y no exagero si te digo que el ritmo de preparación era muy bueno. En mi caso, yo atendía los jugadores de cuadro. Los trabajos específicos de todas las áreas se venían cumpliendo de manera excelente. Ha sido una lástima este pare forzoso.

—¿ Y que tal marchaban Los Tigres?

—Creo que Yorelvis Charles ya logró algo que es esencial  en cualquier equipo de deportes colectivos. Es evidente la compenetración que hay entre todos los integrantes, tanto atletas como entrenadores. El le ha hablado claro a los muchachos de la necesidad de poner el máximo en los entrenamientos y los propios resultados en los juegos de confrontación ya eran una muestra que se iba por buen camino.

A nasobuco puesto, con más de cuatro metros de separación entre los interlocutores, transcurrió este breve diálogo. Aquí les dejo la última consideración de Joseíto antes del hasta luego:

—Estos malos momentos que vive el mundo serán parte de la historia. De ellos saldremos más fortalecidos. Creo que a partir de ahora se amará más a la vida cotidiana. Mientras, los que llevamos el béisbol en las  entrañas, seguiremos soñando con estadios repletos.