Mientras observaba el espectáculo, medité: “En el béisbol hay un sin número de estadísticas para saber el comportamiento de los atletas. Qué lástima, todavía no se ha inventado un medidor para saber la real intensidad de los que trabajan con amor, tanto entrenadores como padres de estos futuros campeones.
Porque la gala de premiaciones de Los Tigrecitos del béisbol avileño, que tuvo por escenario este sábado el Teatro Principal, tuvo una carga muy pero que muy grande de dedicación amor, no solo del Master Diorge Miranda Yero— sin dudas el principal protagonista— sino también de los padres que acompañaron a sus futuras estrellas beisboleras a recibir las distinciones.
No, no fue un derroche de recursos, sino una demostración de lo mucho que se puede hacer por el futuro de nuestro deporte nacional, y a veces, por la rutina o por que no se valora todo lo que significa un estímulo público, sea para un pequeñín de cinco años o un atleta veterano.
Y otras dos entrenadores de la pelota local fueron reconocidos: Manuel Álvarez y Darío Cid, que fueron los iniciadores de este proyecto en el Reparto Ortiz de la capital provincial.
En verdad se disfrutó mucho la gala de este proyecto comunitario que busca desarrollar habilidades motoras y de aprendizaje desde edades bien tempranas. Toda la ternura que se vio allí es mil veces mayor que los regalos materiales que en otras circunstancias económicas se podrían dar.
Ojalá los que dirigen el béisbol en el territorio tomen de muestra lo que allí vivimos, y más temprano que tarde nuestros campeonatos provinciales tengan también su gala de campeones.