Las perretas infantiles

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PerretaLas perretas infantiles son una de estas conductas típicas que suelen presentar los pequeños. Los más chiquitos lloran, gritan, patalean y retuercen el cuerpo, mientras que los mayores se tiran en el suelo, a veces golpean a todo el que los rodea y hasta llegan a golpearse a sí mismos. En muchos casos, acompañan este cuadro con insultos y malas palabras.

Las personas que trabajan con niños deben conocerlos profundamente, para saber cómo actuar ante las diferentes manifestaciones de su conducta.

¿POR QUÉ SE PRESENTAN LAS PERRETAS?

Hay varias causas que pueden originar las perretas, y es importante conocerlas para poder erradicarlas y controlarlas si se presentara.

Puede ser la reacción de un niño ante un hecho que le desagrada o le causa una gran incomodidad, como, por ejemplo, la interrupción de una actividad que realiza con mucho interés, o que se le impide a la fuerza que se mueva o ejecute alguna acción para lo que se sienta capaz8 comer, vestirse, etcétera), o quizás porque se le niegue algo que es posible brindarle, digamos, un juguete.

Además, puede producirse por la incubación de una enfermedad física, el cansancio, el hambre, el sueño o el miedo, un cambio en su horario de vida o el enfrentamiento con una nueva situación.

Pero también el niño puede utilizar este mecanismo como medio de atraer la atención, cuando no se siente querido ni atendido por los adultos o cuando siente que su apoyo y seguridad le faltan; esto puede deberse a problemas emocionales en el hogar, tales como el nacimiento de un hermanito, pérdida de un ser querido, divorcio de los padres u otros.

El caso más preocupante es el que se presenta cuando el niño llega a comprender que cuando a él le da la perreta, lo dejan hacer lo que quiere, aunque no sea correcto, como por ejemplo, subirse en la mesa de actividades, o en la casa jugar con fósforos u otros objetos no permitidos.

¿QUÉ SE DEBE HACER PARA ELIMINAR LAS PERRETAS?

  1. Lo primero es que el niño sepa qué debe y qué no debe hacer, y además, tenga bien claro que esto se cumple siempre igual, independientemente del lugar o momento concreto.
  2. Satisfacer siempre las necesidades del niño, no como si fuera un deber, sino con afecto y deseo para que se sienta cómodo y seguro. Esto no debe limitarse a sus necesidades biológicas, sino que debe incluir la necesidad de nuevas impresiones, la de independencia y la de exploración. El pequeño debe tener libertada de acción, siempre que ello no signifique una situación peligrosa para él.
  3. Es imprescindible también que el niño sienta que se respetan sus derechos, que se le avise con tiempo cuando va a pasar de una actividad a otra para que esté preparado, que no se le imponen medidas arbitrarias, que no se procede injustamente con él.
  4. Es importante tener presente las situaciones por las que puede estar pasando un niño en su hogar, para apoyarlo y hacer que las sobrepase de la mejor forma. Si se siente satisfecho y seguro, es poco probable que dé una perreta, no obstante, puede incomodarse por algún objeto que no podemos darle. En este caso se trata de desviarle la atención hacia otro que sí puede obtener, alejarlo de la situación prohibida, hablarle y ocuparlo en otra cosa interesante. Esto puede lograse si se maneja al niño con habilidad, sobre todo en el caso de los más pequeños.

¿Y QUÉ HACER SI SURGEN LAS PERRETAS?

  1. En este caso, es muy importante no ceder ante la perreta, es decir, no ofrecer el objeto o la actividad que la haya originado, para evitar que el niño la adopte como sistema para obtener lo que desea.
  2. No hay que darle importancia al hecho, el niño no debe notar que nos preocupa su proceder, hay que actuar serenamente y sin mostrar mucho interés.
  3. No se le debe gritar, amenazarlo o regañarlo, además, en ningún momento se le puede acusar de que es malo o de que no se puede con él.
  4. Es muy importante que el niño que tiene una perreta no se convierta en el centro de una escena dentro de un grupo de niños o adultos. Hay que separar a las personas que lo rodean y mantenerlo aislado, aunque cerca para poder vigilarlo.
  5. El adulto debe tener presente que durante la perreta el niño no va a entender ninguna razón, por lo que no se debe insistir en este momento, sino que, una vez finalizada la crisis, se analizará la situación con el pequeño, de forma cariñosa, para que él sienta que no se le guarda rencor, hay que acariciarlo y darle seguridad siempre, con mucha paciencia y serenidad.
  6. Una situación difícil que acompaña a las perretas son las agresiones dirigidas a los adultos o a otros niños, o las que el pequeño realiza contra sí mismo. En este caso, el adulto no puede mostrarse tan indiferente, porque no puede permitir que el niño lastime a otro o a sí mismo; en casos como este, se hace necesario tratar de inmovilizarlo y mantenerlo sujeto hasta que pase la crisis. Es importante que durante esta acción el adulto mantenga su ecuanimidad, evitando por todos los medios actuar agresivamente o con brusquedad. Después, se procederá de la misma manera que los otros casos de que ya hemos hablado.

Si las perretas se tratan adecuadamente, no tienen que ser frecuentes ni constituir un problema para nadie.

Tomado del libro “Orientaciones educativas sobre algunas conductas del niño preescolar”