Cuando restan menos de tres meses para que Invasor arribe a su año 41, continuamos la publicación en este espacio de un conjunto de crónicas que, a partir del 19 de marzo de 1994, reflejaron en las páginas del órgano del Comité Provincial del Partido en Ciego de Ávila, aspectos significativos de su fundación y desarrollo.
Las primera sedes
La idea había nacido. El impulso y la actividad febril robaban horas de sueño a un nutrido grupo de compañeros.
Entre otras, una misión que se las traía: localizar los inmuebles necesarios para ubicar la infraestructura que requiere el proceso editorial de un periódico.
Las propuestas, finalmente, tomaron cuerpo. En la calle Marcial Gómez, en las esquinas que formaba con Estrada y Caridad, estaban los locales que, tras muchas jornadas de esfuerzo creador, albergarían a los talleres y la redacción.
El acondicionamiento no fue fácil. Sobre todo, en el lugar escogido para la ubicación de la maquinaria y otros equipos vitales. Hubo que hacer innumerables adaptaciones.
Incluso, se recuerda aún una gran laja de piedra que preocupó a constructores y vecinos: había que hacer un hueco para luego conformar el foso que haría posible el trabajo de los futuros impresores debajo de la rotoplana. Se decidió dinamitar. Casi cunde el pánico. Pero se hizo y no pasó nada, salvo algún que otro cristal roto.
También se operaron modificaciones en el local previsto para la redacción. Una casa de vivienda se multiplicó, por obra y gracia de proyectistas y cascos blancos, en múltiples cubículos.
Así, con paciencia y constancia, se iba dando vida a este viejo anhelo. Mientras tanto, en la calle Independencia de la capital provincial comenzaba a germinar la cimiente.