Raúl Gerónimo Cervantes Cervantes

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Raúl Gerónimo Cervantes Cervantes fue el primer mártir avileño en la lucha contra la tiranía batistiana. Nació en la ciudad de Ciego de Ávila el 30 de setiembre de 1933, donde falleció el 10 de diciembre de 1955, a la edad de apenas 22 años,  víctima de un disparo mortal de uno de los esbirros de la policía el día 7 de diciembre mientras rindiéndole tributo al Titán de Bronce participaba en protestas contra la dictadura que oprimía a la patria.

Tres días más tarde moriría a las 10:00am, después de realizarle dos operaciones y pasarle numerosas transfusiones de sangre de sus compañeros de lucha y amigos.

Falleció en el entonces Centro Médico, actual Policlínica Norte, en la que al llegar herido —tal como recuerda su hermano Carlos— en vez de ser atendido de inmediato, lo que escucharon fue la pregunta ¿ Quién paga?, y hasta que no apareció un político del Partido Ortodoxo que asumió los gastos que ocasionaría su atención, el mismo no recibió servicio alguno. Hoy ese centro asistencial brinda atención gratuita a cientos y miles de personas, siendo un verdadero orgullo revolucionario el que lleve ese Policlínico el glorioso nombre de Raúl Cervantes.

Su entierro se convertiría en uno de los más grandes en toda la historia de la actual provincia Ciego de Ávila; y provocaría protestas y denuncias de diversa índole en todo el país.

              El propio líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, desde su exilio en México, escribiría en las páginas de la revista Bohemia el 11 de marzo de 1956 en el artículo titulado La condenación que se nos pide :

              «[…] Raúl Cervantes, responsable de finanzas del Movimiento en la ciudad de Ciego de Ávila, que antes de expirar me hizo el altísimo honor de enviarme su pluma a través de sus familiares y un mensaje donde expresaba que iba a reunirse gustoso con los compañeros caídos, porque tenía fe absoluta en el triunfo definitivo de nuestros ideales».

Raúl era un joven mulato, de procedencia humilde y patriótica. Su madre, Carlota Modesta Cervantes, siendo una niña laboró en las prefecturas independentistas. El abuelo paterno de Raúl, el teniente coronel José Amador Cervantes Miquelín, participó en las tres guerras independentistas; mientras que el padre, José Pablo Cervantes Madrigal culminó la gesta de 1895 con  los grados de capitán.

Se ganaba la vida como barbero, oficio que aprendió con su hermano José Irene. No pudo ingresar en el Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal, Ciego de Ávila, por las limitaciones económicas y apenas logró iniciar estudios en la nocturna Escuela de Comercio. Integraba las filas de la logia juvenil masónica: Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF).

Al morir apenas tenía 22 años de edad. Era martiano, no sólo de pensamiento. Admiró y siguió en la práctica la consigna ¡Vergüenza contra dinero! lanzada por Eduardo R. Chibás en su cruzada contra la corrupción político-administrativa imperante en aquella república proyanqui.  Fue fundador y dirigente de la Juventud Ortodoxa.

El asalto al cuartel Moncada y el estudio de La historia me absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel en el juicio del Moncada, lo llevaron a la convicción de que el Comandante en Jefe era la persona que  podía sacar a la patria de la tiranía en que se encontraba. Se convirtió en incondicional seguidor de sus ideales, convicciones que lo llevaron a ser uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio en la ciudad de Ciego de Ávila y uno de sus primeros dirigentes.

Para ese entonces estaba reconocido como un luchador destacado entre sus compañeros. En su trayectoria sobresalía su participación en las protestas tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y contra el juramento de los Estatutos Constitucionales, la figura jurídica con la cual la dictadura sustituyó a la Constitución de 1940. Otros episodios que contaron con su activa presencia fueron las protestas contra la intervención yanqui en Guatemala, el intento de dividir la isla de Cuba en dos al estilo de Panamá y la lucha por lograr la amnistía de los presos políticos, incluidos los moncadistas. También fue intensa su labor en la recepción, estudio y distribución de La historia me absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel en  el juicio del Moncada.

El 7 de diciembre de 1955 recibió una herida de bala al defender a su hermano Carlos de la represión policial, que reprimía a los jóvenes que intentaban recordar el aniversario 60 de la caída de Antonio Maceo.

Su sepelio se convirtió en una protesta cívica, cuyos integrantes abrieron la marcha con una tela en la que se leía el pensamiento martiano: «La sangre de los buenos no se vierte nunca en vano». Durante el recorrido aquel silencio se rompió en varias ocasiones con nuestro Himno Nacional, salido de las gargantas de mujeres y hombres de diversas edades que así manifestaban su admiración por el caído por la patria y la repulsa al régimen que la oprimía.

En La Habana, estudiantes universitarios trataron de hacer entierros simbólicos, al igual que en Santiago de Cuba y Santa Clara, intentos todos reprimidos. Su ejemplo pervivió durante la lucha y por ello, al poco tiempo del triunfar la Revolución, el moncadista Alejandro Ferrás Pellicer tuvo el mérito histórico de mandar a forjar, traer desde La Habana y develar la tarja al mártir que se encuentra ubicada frente al lugar en que Raúl cayó mortalmente herido —calle Maceo esquina Independencia. El texto que allí se lee fue escrito también por Pellicer, quien afirmó en una de sus visitas posteriores a Ciego de Ávila: «Hay que conocer qué simboliza ese mártir de la patria […] Él se convirtió en bandera de lucha. […] Raúl vive eternamente si lo honramos y cumplimos con el deber».