Tuvo la capacidad de impresionar gratamente a quienes lo conocieron, por su jovialidad, fuerza de voluntad, sencillez y entusiasmo. Fue un ávido lector y aficionado al remo, la natación y el baloncesto.

En Mella calaron muy hondo las enseñanzas de Martí. Desde muy joven irrumpió en el escenario político, como lúcido guía estudiantil y, muy rápido, su figura adquirió relieve nacional. Estuvo estrechamente vinculado e identificado con el movimiento obrero cubano y su labor contribuyó al desarrollo de una conciencia antiimperialista, no solo en este sector, sino en el campesinado, el estudiantado y la intelectualidad.

Fue artífice de múltiples instituciones revolucionarias. De su pluma salieron a la luz infinidades de artículos que demuestran la profundidad de su pensamiento. Las enseñanzas de Martí, la comprensión del marxismo-leninismo y sus extraordinarias cualidades de líder, le permitieron interpretar correctamente la realidad nacional, someter a dura crítica las condiciones que existían en Cuba y en América, y trazar una estrategia adecuada de lucha.

Su intransigencia frente al imperialismo y su combatividad lo convirtieron en abanderado de la lucha contra nuestro principal enemigo y por la revolución.

Después de su histórica huelga de hambre y ante la contínua persecución de los lacayos del gobierno de Gerardo Machado, Mella  se vio obligado a abandonar el país. Desde México prosiguió su labor revolucionaria; se mantuvo vinculado al proceso cubano y su brillante pluma permaneció activa en la denuncia contra el machadato.

Su prédica incesante contra el imperialismo y sus lacras, el esclarecimiento de las verdaderas ideas del marxismo ante sus tergiversadores en América y la divulgación sistemática de los éxitos de la Unión Soviética, lo convirtieron en un destacado dirigente a escala continental.

Razones suficientes para despertar preocupación en el Imperialismo. El 10 de enero de 1929, en una calle de Ciudad México, cayó mortalmente herido de bala, víctima de un complot urdido por Machado. Sus últimas palabras fueron: “Muero por la Revolución”.   

Su ejemplo ha irradiado en sucesivas generaciones de cubanos, quienes rememoran el aniversario 118 de su natalicio con la convicción de que sus ideas permanecen vivas en una Cuba que no ha cesado en la lucha contra el Imperialismo, ese que registra entre sus más horrendos crímenes el asesinato de Julio Antonio Mella, en plena flor de su juventud.