Para quien la sensibilidad más que una cualidad, pareciera una parte inseparable de su ser, debe tener sin duda alguna, la inclinación absoluta hacia la atención y cuidado de los niños.

“Ellos, son quienes más la inspiran y la necesitan, en este mundo nuestro”. Así piensa Dalia Aguiar González, delegada de la Circunscripción #26 del municipio avileño de Venezuela y diputada por ese territorio a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Su vida laboral la ha desarrollado rodeada de niñas y niños, y aunque el deber la mantiene en estos momentos dirigiendo los procesos educativos, siente que es en el salón o en el aula, donde está su sitio. Solo el amor de sus hijos y nieto, es comparable con el regocijo que la invade cada vez que, ya crecidos, se acercan a ella, quienes alguna vez la tomaron de la mano, reclamando su infinita ternura, compartida entre muchos, y la llaman Seño o Maestra.

El tiempo de labor en el Círculo Infantil “Sonrisas del mañana”, donde fue maestra de preescolar y también subdirectora docente, le reafirma su vocación. Años de estudio, hasta alcanzar la categoría científica de Máster y sobre todo, la formación de otras educadoras, a las que le ha transmitido no solo los conceptos, conocimientos y principios de la Pedagogía, sino también los nobles sentimientos de cariño y compresión que nunca debe faltarle a los niños, la convierten en esa mujer de voluntad inquebrantable, como la de Vilma, cuando en 1961, por iniciativa de Fidel, se dio a la tarea de crear ese espacio vital, en el que los hijos de las mujeres que recién se incorporaban a la construcción de una sociedad más justa y equitativa, estarían cuidados y seguros.

Ella sabe lo grandiosa que es esta obra que ya suma 60 años, posible gracias a la Revolución, por eso, en medio de la Covid-19 y como delegada bien activa, insiste con las familias de su circunscripción en la protección de los pequeños príncipes, esos que retornaran felices a sus círculos, cuando las condiciones del territorio lo permitan. Por el momento, solo aquellos casos, cuya labor de su mamá, es esencial, asisten a la institución, donde las medidas adoptadas se cumplen al pie de la letra, porque nada puede fallar.

Dalia, se siente poseedora de una gran fortuna de la que forma parte. Dice que los círculos infantiles son un jardín, florecido los 365 días del año, donde germina el futuro de la Patria.