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    Pluto: operación fracasada (I Parte)

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    Pluto: operación fracasada (I Parte)

    El presidente estadounidense John F. Kennedy había afirmado que “Bajo ninguna circunstancia habría una intervención en Cuba por fuerzas de los Estados Unidos”, sin  embargo, no habían transcurrido 72 horas de sus declaraciones cuando, el 15 de abril de 1961, aviones norteamericanos, procedentes de Guatemala, bombardearon los aeropuertos de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, en La Habana; y el de Santiago de Cuba, con el objetivo de destruir la fuerza aérea cubana para que no entorpeciera el futuro desembarco por la Bahía de Cochinos.

    El artero ataque no cumplió su propósito porque el gobierno cubano había adoptado medidas para proteger su aviación, solo lograron destruir dos aparatos de combate. No obstante, el saldo de esta acción fue de 53 heridos y siete muertos, entre los que se encontraba el joven Eduardo García Delgado, quien antes de morir escribió con su sangre en la pared el nombre de Fidel.

    Los sucesos de esa jornada constituyeron el preludio de la invasión mercenaria a Playa Girón. Inmediatamente el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ordenó la movilización de todas las unidades de combate del Ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias, sin interrumpir la producción, la Campaña de Alfabetización ni las obras revolucionarias fundamentales.

    El 16 de abril de 1961, en el entierro de las víctimas de los criminales bombardeos, el máximo líder de los cubanos proclamó el carácter socialista de la Revolución. Con los fusiles en alto, el pueblo juró defender su patria hasta la última gota de sangre.

    Desde finales de 1960, el gobierno norteamericano preparaba una agresión militar a Cuba, empleando contrarrevolucionarios de origen cubano. Bajo la administración del presidente Eisenhower, los planes concebidos por la CIA para invadir nuestro país, fueron tomando forma, y se perfeccionaron y pusieron en práctica durante la presidencia de Kennedy.

    Cuba había denunciado reiteradas veces ante la ONU que Estados Unidos fomentaba un llamado “ejército de liberación” de cuatro o cinco mil mercenarios. Sin embargo, estas denuncias caían al vacío y el reclutamiento de los mercenarios en Miami marchaba “a todo tren”, así como el entrenamiento en campamentos de Guatemala.

    La operación “Pluto” ―así se llamaba el plan de la CIA―, consistía en desembarcar los mercenarios por la Bahía de Cochinos, ocupar allí una cabeza de playa, constituir un gobierno provisional y solicitar la intervención de la OEA, es decir, de Estados Unidos.

    Paralelamente, en Cuba, la contrarrevolución interna había recrudecido su campaña  de sabotajes y atentados terroristas, que por su intensidad anunciaban una agresión mayor. Un sabotaje provocó el incendio de la refinería Ñico López; una lancha pirata atacó la refinería Hermanos Días, en Santiago de Cuba; ataques en dos unidades de la cadena de Ten Cents y daños causados en la tienda La Época; el 13 de abril, la tienda El Encanto fue completamente destruida por un incendio causado por un sabotaje, donde perdió la vida la obrera Fé del Valle.

    La Operación Pluto incluía un programa de atentados a dirigentes, acciones terroristas en la ciudad y el campo realizadas por organizaciones contrarrevolucionarias y bandas de alzados, así como la guerra psicológica para confundir a la población y a la opinión pública.

    En las ciudades, gracias a la fundación el 28 de septiembre de 1960 de los Comités de Defensa de la Revolución, los órganos de la Seguridad del Estado contaron con una colaboración esencial que en pocos días desmontaron todo el sistema de apoyo interno a la invasión.

    Las unidades de las milicias y del Ejército Rebelde que combatían a los alzados, principalmente en el Escambray, recibieron órdenes de la dirección del país de acrecentar las maniobras de cerco y de combate a los bandidos, misión que se cumplió de manera exitosa.

    Mientras Kennedy proclamaba un ambiente de paz y respeto, los mercenarios entrenados en Guatemala eran transportados en camiones y aviones hacia Puerto Cabezas, en Nicaragua, donde esperaban los barcos para el traslado a Cuba.

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