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    Coco: Música en los canteros

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    Coco: Música en los canteros

    Coco, como se le conoce desde que su nodriza lo “bautizara”, es el apelativo de Julio de Armas Castillo, prototipo de campesino cubano, con sabiduría para cultivar la tierra y sorprendentes habilidades comunicativas que atribuye a su formación como Técnico en Sonido y el desempeño como cantante, percusionista y compositor.

    La música, aunque le apasiona, no representa su realización personal. Es fácil percibirlo. En su discurso, sobrepone siempre el interés por la tierra, inculcado desde la infancia, cuando contribuyó a que el patio de su casa, en el Reparto Catalina, del Consejo Popular Patria, en el municipio de Morón, ostentara la Doble Excelencia, máxima distinción que otorga el Grupo Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar.

    “Por cosas del destino tuve que ejercer mi carrera, pero hace seis años retorné al cultivo de la tierra. Me vinculé al organopónico Patria Dos, donde comencé prácticamente desde cero: tuve que reconstruir el lugar, cantero por cantero, instalar el sistema de riego (incluido el montaje de una turbina), aplicar sustratos al suelo y ejecutar disímiles tareas para obtener resultados. Volvió así la condición de Doble Excelencia y, tanto a mi compañero de labor como a mí, nos enorgullece que nuestro pedacito esté propuesto para la Triple Excelencia, lo cual constituye un aliciente para continuar trabajando.”

    Reconoce la preferencia por la agricultura urbana, “aunque es complicada y requiere sacrificio porque, prácticamente, todo el trabajo es manual. Demanda sistematicidad, no se puede descuidar ni un día. Incluso los sábados, domingos y días feriados y festivos, nos mantenemos en los canteros, porque la entrega y dedicación son esenciales”.

    Lo anima, también, el compromiso con el abastecimiento de centros priorizados del territorio moronense (escuelas, círculos infantiles, hospitales, hogares de ancianos y centros de aislamiento), a donde llegan sus zanahorias, lechugas, coles, pepinos, tomates, remolachas, acelgas…, producciones con alta calidad que despiertan el interés del sector turístico, con el cual prevén lograr encadenamientos productivos.

     

    Coco: Música en los canteros

     

    Las demandas imponen nuevos retos para Coco, quien solicitó la concesión de tres hectáreas de tierras ociosas en usufructo, porque las 0.5 de su organopónico no son suficientes para cumplir la meta de incrementar las producciones de vegetales y hortalizas. “Con esfuerzo y una ayuda puedo lograrlo”, asegura.

    Aunque de alguna manera se ha hecho sentir en aquel pedacito, la carencia de insumos impuesta por la crisis económica nacional e internacional y el recrudecimiento del bloqueo impuesto a Cuba por el gobierno estadounidense, no ha provocado grandes estragos, porque los productos químicos no constituyen los abonos y plaguicidas fundamentales. Julio muestra con orgullo sus canteros de cebollino, con un tamaño sorprendente, y revela el “secreto”.

    “Empleamos materias orgánicas (la lombricultura, el estiércol de ganado, la gallinaza y el compost, este último realizado con los residuos de las cosechas). La agricultura urbana ha sido pionera en las prácticas ecológicas y podemos afirmar, al menos en nuestro caso, que los resultados son positivos.

    “Los fertilizantes biológicos son más efectivos porque enriquecen los suelos. Cuando se aplican productos químicos se obtienen resultados inmediatos para una cosecha, sin embargo, cuando empleamos métodos menos agresivos (productos naturales) aportamos nutrientes para siempre, devolvemos la vitalidad a los suelos y eso se retribuye con plantas que alcanzan un mayor desarrollo vegetativo, sin descartar que los alimentos son más saludables. Con fórmulas ecológicas también combatimos las plagas.”

    De sus plantaciones logra extraer alrededor del 40 o 50% de las semillas que emplea, logrando disminuir el costo de sus producciones al evadir los elevados precios en el mercado. Subraya este problema como limitante para hacer producir la tierra y espera sea resuelto a partir de las medidas adoptadas recientemente por el gobierno cubano para estimular las labores en el campo, favorecer las ganancias de los productores y promover el cumplimiento de programas de autoabastecimiento local y Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.

    Tiene confianza en que la Revolución corregirá los problemas originados en el campo con el aumento del costo de la electricidad, el agua y los insumos. “Lo digo con toda franqueza, como cubano, revolucionario y productor agrícola deseoso de responder al llamado de la máxima dirección del país. En nosotros (los campesinos) descansa la responsabilidad de garantizar buena parte de la alimentación del pueblo y de disminuir importaciones innecesarias, por lo cual requerimos ese respaldo”.

    Abre su teléfono. En su cuenta en Facebook me muestra uno de sus amigos, el Viceprimer Ministro de la República de Cuba, Jorge Luis Tapia Fonseca, dirigente que ganó su respeto y admiración desde su tránsito como Primer Secretario del Partido en la provincia de Ciego de Ávila. Regularmente, Coco le muestra sus producciones en fotos enviadas por Messenger, tal vez para que sepa que el guajiro de Patria sigue en pie y cumple con la palabra empeñada.

    “Tengo mucha afinidad con él, lo conocí en mi casa, donde conversamos un par de veces durante sus visitas para apreciar las producciones y reconocer mi labor. Me transmitió mucha confianza. Tapia me provocó admiración cuando, recientemente, llamó a ir a los campos para ver en qué condiciones producen nuestros campesinos y conocer sus necesidades.

    “En mi caso, me golpea mucho el consumo eléctrico, al extremo que en dos meses he pagado hasta 11 000.00 pesos, fundamentalmente por la turbina. Tengo un tanque hacia donde bombeo el agua y luego debo rebombearla al organopónico, porque utilizo el riesgo por aspersión y esa es la única alternativa para que el líquido llegue a las plantaciones. Si tuviese una turbina sumergible, calculo ahorraría el 70% de la energía eléctrica que gasto actualmente.

    “Pero, lo más efectivo sería emplear las fuentes renovables, la solar particularmente, lo que implica una inversión, sin embargo, representaría ganancias para nosotros y para el país.

    “En el caso de la agricultura urbana hay que trabajar más, centrarse en los pequeños espacios que sean productivos, mejorar los sistemas de riego y valorar la posibilidad de instalar paneles solares, en busca de eficiencia y mejores rendimientos”.

    Coco aspira a que las nuevas medidas pongan fin a las dificultades con la comercialización y las trabas burocráticas para acceder a créditos bancarios, y a ser arrendatario de las 0.5 hectáreas que ocupa su organopónico, perteneciente a la UEB Granja Urbana Morón.

    “En ocasiones vendo 20 mil pesos y solo me pueden pagar 5 000, lo cual se solucionaría si me dieran las tierras en usufructo. Al final recibo muy poca ayuda (casi ninguna) de la entidad a la cual pertenezco, pues debo gestionarme alrededor del 98% de los recursos que empleo, como si fuera un productor privado. Estas cuestiones considero que se pueden resolver para estimular nuestro desempeño.”

    Son los anhelos de un hombre sencillo y humilde que labra la tierra con la vista puesta en el horizonte de un país. Un campesino que solo puede ser cubano, porque habla de música, de redes sociales, de ciencia e innovación en función de lograr la soberanía alimentaria, y hasta valora la posibilidad de realizar un evento para compartir sus experiencias con todas aquellas personas interesadas en desarrollar la agricultura urbana, en organopónicos, patios o parcelas.

    “Los mayores conocimientos se adquieren en la práctica, hay que ser sistemáticos, no podemos cansarnos. Unas veces fracasamos; otras triunfamos. Aunque no siempre el clima nos acompaña para desarrollar estos cultivos, existen plagas y persisten restricciones de recursos, seguimos trabajando, con la certeza de que el ‛camino’ estará más despejado para hacer producir la tierra.”

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