Un proyecto de desarrollo local pudiera devolver, dentro de algunos años y con mayor sistematicidad, el sabor de la carne de cerdo, fresca o procesada, a los habitantes del municipio de Morón, donde el Gobierno, el Centro de Investigaciones de Bioalimentos (CIBA) y productores territoriales, se integran para lograr la soberanía alimentaria y materializar los cinco kilogramos per cápita de carne, mensualmente.

La máster en Ciencias Agrícolas Nury Pérez Valdés, investigadora agregado del CIBA, apuntó que la ciencia responde a la necesidad de incrementar la producción porcina, a partir de las facilidades que ofrece el Decreto No.33/2021 para la gestión estratégica del desarrollo local.

Se trata de una iniciativa que integrará componentes económicos, sociales, culturales, ambientales y políticos para aprovechar los recursos y las posibilidades locales en función de elevar la calidad de vida de la población y contribuir al desarrollo.

El proyecto, denominado Producción y comercialización de cerdos de capa oscura en el municipio de Morón, se suma a los esfuerzos desplegados por la institución científica, en el último trienio, para rescatar la cría del cerdo criollo cubano, a partir de experiencias que demuestran la sostenibilidad económica, capacidad de adaptación a condiciones naturales, resistencia a enfermedades y al cambio climático, y la posibilidad de obtener carnes con mayor calidad.

La denominación de capa oscura responde al interés por conseguir descendientes de cerdos criollos y razas como la Duroc (popularmente conocido como puerco colorado), esta última caracterizada por la rusticidad, con virtudes para la utilización de sus carnes en la industria por el incremento de la grasa infiltrada cuando se cruza con otras razas, con rendimiento superior a otros linajes, e idóneo para complementarse con diferentes tipos de cerdos.

“Se pretende lograr F1 (cerdos resultantes del cruzamientos raciales) con capacidad para adaptarse a las condiciones actuales, fundamentalmente a la cría en espacios abiertos para aprovechar alimentos naturales y desechos de las cosechas. No obstante, habrá que fomentar la siembra de alimentos y utilizar espejos de agua, donde existan, para la cría de peces que contribuyan a la nutrición de los animales.

“A esto se suma el establecimiento de contratos con las empresas Pesquera Industrial y Acopio, para la adquisición de residuos de las producciones y viandas no aptas para el consumo de la población, respectivamente, que permitan sustentar la cría”, explicó Pérez Valdés.

Una vez escuchó decir a un productor porcino que había que producir la alimentación sin mirar para el barco. “Y esa hora cero llegó ―afirmó Nury―, junto a la posibilidad de rescatar la cría de nuestro propio cerdo, cuyo crecimiento es más lento, sin embargo, es más resiliente a las enfermedades y menos exigente para nutrirse. Son ventajas que se convierten en oportunidades frente a las limitaciones económicas del país y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra Cuba”.

La investigadora del CIBA detalló que el proyecto consta de tres etapas: la primera consiste en la formación de un palacio de la maternidad para cerdos de capa oscura, propuesto para desarrollarse en la propia institución científica; la segunda, destinada a realizar las contrataciones con cooperativas y otras formas productivas que provean recursos para la alimentación; y, la tercera, vinculada al procesamiento y la comercialización de las carnes y sus derivados, incluso con proyecciones de contribuir al abastecimiento del destino turístico Jardines del Rey.

En el primer año de implementación se estima acumular hasta 50 cerdas reproductoras para irradiar material genético a seis cooperativas de créditos y servicios del territorio. De la capacidad para mantener ese ritmo dependerá la extensión de esta práctica a otros productores del municipio y la provincia. En todos los casos, se verificarán las condiciones, según los intereses definidos por el proyecto de investigación y las regulaciones contractuales.

“Lo que se pretende es que una parte de los animales retornen al CIBA, quien los comprará a los productores porcinos al precio establecido, para su posterior sacrificio, procesamiento y comercialización”, precisó la científica.

La iniciativa evidencia el esfuerzo para lograr el autoabastecimiento local y fomentar los encadenamientos productivos, con el interés de satisfacer las demandas del pueblo y la economía, mediante el empleo racional de la ciencia y la autonomía conferida a los gobiernos territoriales para gestionar su desarrollo. Este, sin lugar a dudas, puede significar un reencuentro con el cerdo, con el aroma y el sabor de sus carnes, sin la preocupación que provocan los elevados precios.