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    Ojo con el Aedes aegypti en Ciego de Ávila

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    Ojo con el Aedes aegypti en Ciego de Ávila

     

    Al cierre de la semana estadística 39 Ciego de Ávila vive una paradoja: disminuye la incidencia de COVID-19 y aumenta la de dengue. ¿Se han puesto de acuerdo las enfermedades para “relevarse” y mantenernos sin resuello? No exactamente.

     

    Bien mirado no es una paradoja, sino el resultado de varios factores, entre ellos el impacto de la vacunación anti-COVID y una mejor pesquisa de síndromes febriles inespecíficos que apunten al dengue. En realidad, la enfermedad siempre estuvo ahí, pero el pico pandémico del nuevo coronavirus acaparó los esfuerzos y hasta la infraestructura de la provincia. De ahí que, luego de cerrar centros de aislamiento, haya que reabrirlos, ahora para aislar al 100 por ciento de las personas sospechosas, tal y como mandatan los protocolos sanitarios para las arbovirosis.

    Hasta la fecha se contabilizan poco más de 200 casos sospechosos de dengue, de los que se han confirmado menos de 100, por lo cual Ciego de Ávila tiene una tasa de incidencia acumulada de 20.8 por cada 100 000 habitantes.

    Domingo Molina Hernández, jefe del Programa de Arbovirosis en el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, explicó que como no se puede verificar que los enfermos de dengue permanezcan aislados y bajo el mosquitero dentro de sus viviendas, el actual momento exige que se ingresen y al sexto día realizarles la determinación de IgM, también conocida como monosuero.

    “Unido a la apertura de centros de aislamiento en los territorios más complejos, es preciso reforzar la vigilancia y la pesquisa activa desde la Atención Primaria de Salud. Siempre insistimos en que esta batalla se gana con intersectorialidad, con diversidad de factores que intervengan en la detección de los casos y en el control de la focalidad.”

    El especialista dijo que “en la última semana se ha producido un crecimiento de la tasa de incidencia de casos sospechosos, sobre todo en Majagua, Morón y Ciego de Ávila, lo que es consistente con el aumento de la infestación del mosquito Aedes aegypti en esos municipios y en otros como Baraguá y Bolivia”.

    Contradictoriamente, el número de ingresos no creció en la misma proporción, apenas se ingresó el 53 por ciento de los síndromes febriles reportados, lo cual podría explicarse por la falta de camas en hospitales y centros de aislamiento, pero también por la complacencia y la vista gorda al detectar a una persona con fiebre, cefalea, e incluso, el rash que aparece al cuarto día.

    No obstante, de un promedio de 21 febriles detectados a diario hace 15 días, la provincia pasó en la semana 39 (con cierre el jueves 30 de septiembre) a 32, resultado del aumento de la vigilancia epidemiológica, fundamentalmente. En sentido general, y de acuerdo con Molina Hernández, Ciego de Ávila muestra mejores indicadores que en igual etapa del año anterior, pero eso no es consuelo ni cosa que se le parezca.

    Sobre todo, porque la infestación del vector avanza en todas las áreas de Salud de los territorios más incididos y en ninguna se cumple el plan diario de viviendas inspeccionadas. Si en abril pasado este periódico ponía la nota de alarma por un índice de infestación de 0.20 (recordemos siempre que el máximo “saludable” es de 0.05), escribir que al cierre de septiembre era de 0.49 lleva signos de exclamación. Sumemos el 0.71 del índice de Breteau, que alude al número de recipientes con focos de Aedes aegypti entre la cantidad de casas inspeccionadas.

    Aun cuando se han impuesto más de 1 200 multas en lo que va de año, a tenor de la Sección Segunda sobre Higiene Comunal del Decreto Ley 272 del 2001, a quienes han incumplido el deber de mantener sus viviendas o entidades libres del vector, a juicio de los expertos la sostenibilidad en el control del vector (y por consiguiente de la enfermedad) depende de la autoresponsabilidad de los ciudadanos porque el mosquito tiene hábitos domésticos.

    Que el Aedes aegypti está a sus anchas lo confirman los 335 focos detectados, de los cuales 34 tenían insectos adultos y el resto larvas y/o pupas. O sea, ¿el autofocal?, bien gracias. No olvidemos que para encontrar mosquitos adultos y pupas debieron transcurrir entre cinco y siete días sin fregar el tanque ni taparlo, sin revisar los patios, sin botarle el agua al cacharro de los refrigeradores Haier. Terminará por ser verdad aquello de que solo nos acordamos del Aedes cuando no tenemos electricidad.

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