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    Lenin, con las esencias de su nombre (II Parte y Final)

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    Lenin, con las esencias de su nombre (II Parte y Final)

    Con una trayectoria como dirigente partidista en varios municipios y a partir de la experiencia acumulada en Matanzas sobre el sistema de gestión del Poder Popular, se pensó en él para formar parte de ese órgano en el territorio de Morón, aunque nunca se pretendió fuera el Presidente de la Asamblea Municipal, según expresan sus apuntes.

    Se buscaba un dirigente procedente de Morón, sin embargo, los electores vieron en él un hombre con aptitudes y actitudes para encauzar el destino de un municipio en pleno desarrollo político, económico y social, con certeza por su trayectoria como dirigente partidista y las experiencias acumuladas el territorio matancero, precursor del nuevo modelo gubernamental, enfatizó Alfredo.

    Fernández Reyes permaneció en el gobierno local durante dos mandatos (1976-1983) y es recordado como impulsar de diferentes obras en beneficio de la localidad, incluidas instituciones de salud, educacionales, culturales, deportivas y turísticas, además de un amplio programa de viviendas y centros de servicios a la población.

    Lenin, con las esencias de su nombre (II Parte y Final)

    Alfredo recuerda los recorridos de sábados, las ocasiones en que lo acompañó a inaugurar obras en la localidad. Las rememora, también, como las únicas oportunidades que pudo abordar el carro asignado para funciones laborales, porque su padre jamás permitió que su vida política y posibilidades llegaran al hogar.

    Residían en el consejo popular Patria, a tres kilómetros de la escuela, sin embargo, nunca hubo una concesión para que el niño se trasladara en el vehículo; lo despertaban de madrugada, iba con la madre hasta su trabajo y después ella lo llevaba en guagua o en coche, como la mayoría de sus compañeros.

    Mientras Lenin inauguraba polos de viviendas y las distribuía, en zonas céntricas de la urbe moronense, su familia habitaba una humilde morada en una zona rural, hasta que decidieron otorgarle una nueva, donde tampoco hubo lujos.

    Lenin, con las esencias de su nombre (II Parte y Final)

    Pasar las vacaciones en Varadero ―continúa Alfredo― era bien visto, sin embargo, las de ellos transcurrieron siempre en Caibarién, donde reservaban un modesto centro recreativo, porque el padre era muy apegado a sus raíces y eso no le permitía llevar una vida diferente.

    Lenin conoció a Morón como a las palmas de sus manos y se ganó el reconocimiento y respeto del pueblo por su carisma, por esa capacidad extraordinaria de dialogar con el limpiabotas, el barrendero, el ingeniero agrónomo o el más avezado de los médicos.

    A pesar de no ser oriundo de Morón, sintió la ciudad como suya y tocó las fibras más sensibles del pueblo al preocuparse por su bienestar y cuestiones relacionadas con el rescate de su cultura e identidad, comentó Alfredo.

    El paseo del carnaval no comenzaba hasta que no subía la Presidencia, entonces toda la plataforma de ponía de pie y él iba al frente de aquel espectáculo tan apreciado por los pobladores, pero no solo eso, también se ocupaba de hacer recorridos en busca de elementos novedosos para amenizar las festividades.

    Lenin, con las esencias de su nombre (II Parte y Final)

    A él se debe la reposición del emblemático Gallo de Morón pues la Asamblea Municipal lo designó para gestionar la restitución como símbolo de la urbe, porque el anterior había sido derribado al identificarse con la dictadura de Fulgencio Batista.

    Facilitó el acceso a la Laguna de La Leche al construir una carretera hasta ese lugar, aprovechando las potencialidades locales para emprender esa obra, que permitió retomar  la celebración del Carnaval Acuático, una de las festividades más apreciadas por los lugareños.

    Su inteligencia era natural pues la entrega a la obra revolucionaria apenas le permitió concluir el Técnico Medio en Contabilidad y Finanzas, sin embargo, tenía habilidades para mantener el control y dominio de todo lo que se movía a su alrededor, cuando llegaba a un lugar las personas sentían el ambiente de rigor y control.

    Nunca alzó su voz ni faltó al respeto a nadie; los problemas los resolvía apelando a la sensibilidad y las esencias de los seres humanos, llamando las cosas por su nombre, con la dignidad y la valentía inherentes a su personalidad. No es el criterio de su hijo, sino el de quienes compartieron con él, aclaró Fernández Arcia.

    Es su padre el hombre más grande que ha conocido, no solo por la estatura ―precisa― sino por su consagración, fuerza de voluntad, inteligencia y entusiasmo desmedido, cualidades que los moronenses de la época le reconocen por representarlos y enaltecerlos.

    En 1983, tras dos periodos de mandato, Lenin fue electo como Primer Secretario del Comité Municipal del Partido en Morón, durante una reunión a la cual asistió en su condición de invitado, como representante del gobierno:

    Ante el desacuerdo del plenario con la candidatura, se decidió presentarlo como propuesta y resultó por aprobado por unanimidad, incidente que se transmitió en vivo por la radio local: tras su presentación en el cargo se escuchó la ovación, acompañada del grito inesperado de uno de los asistentes: “¡Viva la Revolución cubana, coño!”  

    Lenin dejó una huella imperecedera. No transcurre un solo día sin que Alfredo pueda sentir orgullo por la entereza de su padre, un hombre  cuyos recuerdos se encuentran dispersos por la ciudad de Morón y llegan mediante personas inesperadas, como la enfermera que lo asistió justo antes de morir.

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