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    La forja de un carácter

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    La forja de un carácter

     

    Esta bien pudiera ser la historia de un hombre que se ha forjado a sí mismo en el carácter desde la constancia y la superación.

    Una vida marcada desde antes de nacer por las terquedades del timonel del destino que quiso que una mujer ciega, allá por Chambas, cambiara de parecer, por su discapacidad, y decidiera procrear a los 41 años a su único hijo; o el estudiante de politécnico que reclamaba una injusticia en su grupo y desde entonces fuera captado como dirigente político; o las veces que intentó dejar los estudios y empezar a trabajar, que lo hubieran llevado, casi de seguro, por caminos distintos a su realidad actual.

    Tal vez las mitológicas Moiras no quisieron de él una existencia más centrada en lo individual, cuando su suerte era entregarse más a los demás. Julio Heriberto Gómez Casanova, primer secretario del Partido en el municipio Ciego de Ávila, un cubano cargado de responsabilidades, pero también de afectos, se acuesta cada día en sintonía con la programación de Radio Enciclopedia y se levanta a las cinco de la madrugada a ritmo de Haciendo radio, de Radio Rebelde.

    Que cuando llega a casa, muchas veces tarde por su trabajo, es para hacer lo que él ha llamado una especie de ritual: estar tiempo en familia. En las noches sale a la calle en ropa deportiva, equipado de teléfono, audífonos y una lista de reproducción en la que invariablemente no faltan Buena Fe, Ricardo Arjona, Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez, Melendi, aunque temas más recientes de algunos de ellos no lo atrapen como antes, pero tampoco sin desdeñar la música del momento, incluso determinados tracks de reguetones, que más allá de su letra lo energizan con su música.

    Fanático de los Van Van, muy mal cantante y aun peor bailador, según él mismo se define, a Julio se le ve con soltura lo mismo en un intercambio con los campesinos en el surco que al frente de un teatro lleno. Pero no siempre fue así, cuenta que, de aquel muchacho, criado en el humilde barrio chambero de El Triángulo, que le costaba lo indecible dirigirse en un escenario público, en sus inicios como cuadro de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en 2001, queda poco o nada.

    Desde entonces también transitó por el Buró Nacional de la UJC, en calidad de miembro que atendía la esfera de jóvenes trabajadores y combatientes del 2015 al 2018. “Eso fue tremenda experiencia, porque en el orden académico, de conocimientos de la actividad, el de menor preparación era yo. El resto de mis compañeros habían sido dirigentes nacionales de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y de la Federación Estudiantil Universitaria, y esa etapa allí me obligó estar a su altura, tuve la oportunidad de viajar a cinco o seis países e interactuar con delegaciones de jóvenes de izquierda, pero también de la derecha”.

    Su retorno a la provincia en funciones partidistas fue como organizador del municipio cabecera y en julio de 2019 promovido a primer secretario. Una actividad que demanda altas dosis de sacrificio y que le absorbe muchas horas del día.

    No obstante, al reto que conlleva sostener tamaña responsabilidad, Julio dice que su experiencia personal le ha ayudado mucho. Y no es para menos cuando, siendo adolescente, durante los duros años del Período Especial, emprendía labores agrícolas, sin dejar de lado los estudios; de hecho, relata cómo, al becarse en 1992, en su aula sumaban 67 alumnos y solo se graduaron siete.

    Vinieron entonces su participación en cinco zafras azucareras, dos como estudiante y tres como profesor, “esto me preparó para la vida de una manera extraordinaria, a pesar de mis carencias de conocimientos, puesto que forjó en mí el sacrificio, la laboriosidad, que también aprendí de mis padres”.

    La familia y la amistad son dos cosas que valora mucho en la vida; están ahí su esposa, su hija mayor y el pequeño Julitín, que ama con locura. No puede impedir que el sentimiento aflore en sus ojos cuando, en medio de la conversación, recuerda al amigo de la infancia recientemente fallecido o evoca la figura materna como paradigma y sostén en todo tiempo, pese a los vendavales de la existencia.

    Recuerda que la madre se impuso varias veces para que continuara los estudios, sus desvelos para convertirlo en un hombre de bien en superación constante. “Ella ha sabido crecerse ante las dificultades, criarme a la edad en la que me tuvo, con mi papá trabajando lejos de casa, y sin dejar su labor como dirigente de la ANCI (Asociación Nacional de Ciegos de Cuba) en Chambas, de la cual, a sus 84 años, forma parte; es increíble lo que aún logra impulsar y hacer. ¿Cómo para mí las tareas van a ser algo imposible, si para mi madre, siendo ciega, nunca lo fueron?”.

    Esa vocación por la política procede en Julio, dice, de la influencia recibida por los jóvenes de su generación, del amor que adquirió por el proceso revolucionario casi sin percatarse de ello.

    Su mandato al frente del municipio cabecera ha estado signado casi desde el principio por el enfrentamiento a la COVID-19 y las carencias que repercuten en lo social, al no existir los presupuestos necesarios en esta etapa. “Se trata de priorizar las cuestiones fundamentales, con muchas insatisfacciones; siempre pienso en la canción de Buena Fe con aquello de: ‘más lo que se pudo que lo que se quería’, pero con la alegría de cosas que han salido bien”.

    También cuenta que quedan fuertes batallas: continuar reforzando la mejora de los indicadores de salud y del programa materno infantil, lograr estabilidad todos los meses en las donaciones de sangre, fortalecer la labor de las organizaciones políticas y de masas, potenciar más la producción de alimentos; tareas todas encaminadas a la satisfacción de las expectativas de prosperidad y desarrollo del pueblo, que han de alcanzarse con o sin bloqueo, en esa ruta marcada por Díaz-Canel de resistir y de avanzar.

    A sus 42 años, Julito —así le dicen desde el cariño y la admiración de quienes lo conocen—, es muy activo en las redes sociales de Internet, una herramienta que demuestra que la mayoría de los cuadros sí trabajan y mucho en pos de solucionar los problemas de la población, además de convertirse en un escenario para defender al sistema social cubano de visiones manipuladoras y engañosas de la realidad.

    —¿Y hasta cuándo la política?

    —Eso es hasta que la Revolución lo decida. Dirigir no es atractivo y a veces se vuelve ingrato, pero hay momentos de gran satisfacción cuando sabes que cumpliste bien una tarea y además te felicitan por ello, aunque uno no trabaje para eso.

    “En estos años he sumado a muchos cuadros al trabajo político. Eso te crea un compromiso con ellos, de que no les puedes fallar, y también con aquellos a los que les he transmitido ideas y principios de la Revolución.

    “Cuando ya no dirija, quisiera proseguir mi carrera en la Agronomía, de la cual vivo enamorado. Terminé la maestría en Ciencias Agrícolas y tengo definido el tema del doctorado. No he querido desvincularme porque eso te hace crecer, te obliga a investigar, a prepararte”.

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