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    Un árbitro avileño quiere ponchar al nuevo coronavirus

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    Árbitro

    AL JOVEN que les presento lo he entrevistado en par de ocasiones durante este complejo año 2020. Esta vez, sin embargo, la razón es muy peculiar…

    Acerquémonos a la historia de Reifford Benítez Valdivia, un árbitro-dentista o viceversa.  

    EL ÁRBITRO

    Aunque no se lo pregunté directamente, probablemente este dentista avileño alguna vez tuvo en su “sillón de los martirios” a un paciente que le protestara alguna decisión durante un juego de pelota.

    Y es que Reifford, especialista en estomatología general, se ilusionó desde muy joven con impartir justicia en un terreno de béisbol y lo logró a base de constancia y disciplina.

    Hoy acumula experiencia en campeonatos nacionales escolares, juveniles y sub-23 años, a lo que suma la 59 Serie Nacional de Béisbol, en que tuvo la oportunidad de trabajar en la subserie Ciego de Ávila-Sancti Spíritus.

    «Sé que a los 34 años de edad apenas comienzo en este mundo que muchos subvaloran, pero que resulta esencial para que la pelota no deje de ser nuestro pasatiempo nacional.

    »Un árbitro de béisbol no se hace de ahora para ahorita. No basta con estudiar una y otra vez las complejas reglas. Se necesita mucha experiencia a la hora de aplicarlas», asegura.

    Al observar la seriedad con que enfrenta cada juego uno comprende su admiración por Javier Rodríguez y Nelson Díaz, sus fuentes de inspiración para un día “vestirse de negro”.

    «Mi próxima meta es ser llamado para uno de los equipos de árbitros en las venideras campañas. Trabajar al lado de colegas experimentados me aportaría mayores conocimientos», sostiene.

    Interrogado sobre si su baja estatura (1,68 m) podría afectar ese objetivo, respondió que «ser buen o mal árbitro no va con tener más o menos estatura. No imagino que un juez, en una corte, tenga que ser evaluado por su tamaño. Lo que decide es impartir justicia con acierto. Confío en poder lograrlo».

    MÁS IMPORTANTE QUE UN STRIKE

    Hoy, sin embargo, a Reifford no se les juzgará por si cantó un strike lejos de la zona. Tampoco por no imponer disciplina en un tenso partido. Su tarea resulta más grande y humana, está en juego lo más importante: la vida humana.

    Sucede que este joven, oriundo del barrio circundante al Hospital Provincial Antonio Luaces Iraola, tiene por estos días la responsabilidad de visitar las casas de su entorno, en una labor de pesquisaje que lucha contra ese enemigo sin rostro que responde al nombre de COVID-19.

    «Desde muy temprano en la lucha contra la COVID-19, desde mi trinchera, la pesquisa, luchando contra la pandemia y cuidando a mi pueblo cubano. Fuerza Cuba que venceremos como ya es costumbre», escribió en su perfil en la red social Facebook.

    Ante tal entereza me surgió una pregunta de respuesta quizás obvia, pero importante en estos días para nuestros lectores…

    ¿Tardará mucho poder disfrutar de un juego de béisbol?

    «Si los cubanos interiorizamos que esta pelea no es de uno, ni de dos, ni de muchos, sino de todos, entonces puedes estar convencido de que más temprano que tarde la fiesta beisbolera será el motivo de nuestras conversaciones y no este maldito virus. Debemos cumplir las orientaciones y no creer, por ejemplo, que se trata de un capricho esto de lavarse las manos con jabón constantemente. Ya verás, pronto nos veremos en el estadio», expresó.

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