Cabezal Acontecer Elimina el Bloqueo ElMundoDiceNo1

    Fumero, héroe del silencio

    Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
     
    Valoración:
    ( 0 Rating )
    Pin It

     

    Fumero, héroe del silencioMira las lomas con nostalgia. Dice que no es necesario verlas con la claridad de antes. Las imagina en la distancia, allá, lejos, por donde caminó trillos, cruzó arroyos y conoció cada ave del monte por el cantío: «Ese es un tocororo», dice, sentado en el portal de su casa, con guayabera blanca, un pitusa azul y la medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba prendida en el pecho.

    Fumero (Félix Balbino Fumero Expósito) bajaba y subía las lomas a la velocidad del venado, casi siempre en contra del aire y con el rostro negro de la noche cayéndole encima; se detenía, observaba, olfateaba y descubría donde estaban con la precisión de cualquier jíbaro del monte.

    «Los alzados se escondían en cualquier lugar. Donde menos uno pensaba, ahí los escuchabas: dentro de una cueva, encima de un árbol, dentro de los matorrales. Caminaban de noche y de día. Yo nunca me dejé ver, porque si me veían era una muerte segura.

    «Conocía de intimidades y el trabajo secreto dentro de muchas bandas en la zona de Los Ramones, Marroquí, Tamarindo, Venegas (donde nació), Jicotea, Jíquima, Guano Cana, lugares de donde fui desalojado cuatro veces, hasta que Fidel nos invitó a La Habana al viejo y a mí y nos dieron las tierras. Después del triunfo de Fidel, cumplí muchas tareas relacionadas con la tierra y con el cuidado de mi Revolución.

    «Yo amo tanto a mi revolución y la tierra porque sufrí mucho el desalojo y las ofensas de esos caciques y mandamás que se creían dueño de todo y dominaban con la ayuda de testaferros, gente cerrera que no creía en súplica ni en perdones; ni en sus madres.

    Fumero, cuando era niño no tuvo juguetes: Ni bolas, ni trompos, ni quimbumbias, ni caballitos de palo, ni «yunta de bueyes» con botellas amarradas al yugo para alar con un cordel.

    No es una exageración afirmar que Fumero nació niño-hombre.

    «Por juguetes yo tenía caballos y bueyes, pero de los de verdad para labrar el campo de tabaco. Con 10 años yo trabajaba como el que más. Después que al viejo se le partió la pierna, tuve que hacerme cargo de la familia, porque detrás de cada moneda ganada con sudor, estaban 10 bocas que se abrían y cerraban, en espera de que yo llegara con el dinerito. Incluso, tuve un hermano que le pagué los estudios para que avanzara. Fue dirigente y siempre estuvo integrado a la Revolución. Eso me hacía bien, porque nunca torció el camino».

    Porque si lo hacía, para Fumero era una traición. Así lo ve ahora, después de noches de desvelos y andar por el monte con pasión convencida y ver la obra que él también ayudó a construir.

    «La traición y que no digan la verdad es lo que más me molesta. No admito la mentira, porque cuando la persona miente una sola vez, ya no puedo creerle jamás en la vida».

    No hubo trabajo que un ser humano pudiera hacer en la agricultura, o en cualquier otro lugar que no hiciera este hombre que está sentado frente a mí, con buena memoria para la edad y hablar despacio, porque muchos de los recuerdos duelen, sobre todo los de antes del Primero de Enero de 1959, cuando por las lomas de oriente asomó la esperanza.

    Fumero dejó de salir de los límites de varios kilómetros a la redonda y se aplatanó en Mamonal; después lo hizo en un lugar cercano a Las Pojas, donde junto a 24 guajiros de la zona fundó la Cooperativa de Producción Agropecuaria Roberto Carvajal, por muchos años, la mejor del país en el cultivo del tabaco sol en palo. 

    «Al tabaco le dediqué mis mejores tiempos y le di mi vida. Siento que ahora no es igual. La tradición de los nuevos tabaqueros se ha perdido. No sé qué pasa. Bueno, a decir verdad, pasan muchas cosas, desde la falta de recursos, del paquete tecnológico que antes llegaba completo y en tiempo, hasta la falta de voluntad de la gente nueva para marchar al campo, por culpa de la educación del os padres, de las computadoras, de los teléfonos modernos con muñequitos y juegos dentro. Todo eso es mejor que labrar la tierra. Lo sé por los mismos nietos míos. Eso lo dije allá en La Habana en una ocasión.

    Después que cesó como presidente de la cooperativa, volvió al trabajo de campo, «como soldado raso». A los 87 años seguía. Y no se cansaba.

    «Más o menos por esa época se me reventó el ojo izquierdo y así seguí trabajando. Sacaba el pañuelo me lo limpiaba y continuaba, sin dar chance a que me vieran. Hasta que se dieron cuenta y Gonzalo —su relevo y actual presidente de la CPA— y parte de mi familia me llevaron a La Habana, a la Liga Contra la Ceguera y me operaron y me acotejaron el ojo. Me quedó un poco chusco, pero es mi ojo. Nada me costó y hasta dormía con aire acondicionado y todo. Demasiado lujo para un guajiro humilde.

    —¿Usted conoció a muchos alzados?

    —Claaroooo, pero no puedo darle muchos detalles.

    —Fumero, ¿y por qué lo nombraron jefe de la CPA?

    —Pienso que por ser hombre honesto y revolucionario.

    —¿Le gustaría volver al monte?

    —Claaroooo, seguro que me curaría los achaques.

    —Un momento triste en la lucha contra los bandidos y en su vida.

    —La pérdida de algunos hermanos y de mi esposa. Cuando nos mataron a Isidro Piñeiro, allá por los Ramones. Andaba mujereando, como yo hacía en ocasiones. Ese día no me hizo caso y perdió la vida.

    —Razones que le alegran la vida.

    — Mi familia, mi revolución. Cuando conocí a Camilo y me regaló la escopeta y cuando el presidente Díaz-Canel me puso esta Medalla de Héroe del Trabajo. Ha sido la única vez que he sentido un escalofrío así, como un temblor.  Todavía no me lo creo. La medalla la tengo aquí, pero la escopeta un día me la recogieron y todavía no me la han devuelto. Yo quiero tenerla para entregarla al museo y que los muchachos y jóvenes vean que aquí ‘hubieron’ mucha gente humilde que se batió duro para defender a los Barbudos que nos liberaron de la esclavitud y a esta revolución grandísima».

     

     

    Escribir un comentario

    ¿Con qué frecuencia accede al Portal del Ciudadano?
    ¿Cómo valora la calidad y el funcionamiento del sitio?
    ¿Qué secciones visita de nuestro portal?
    A su juicio, nuestro portal debería enfocar la prioridad de trabajo en: