Sería febrero de 2002 cuando el escritor moronense Larry Morales asumió la capitanía de un barco nuevo, para el que nadie le dio coordenadas. Fue su brújula personal, y la de Lina Leyva, escritora también, y de quienes se unieron después, el saber que es la cultura la más fiel embajadora de la amistad.
La Fundación Nicolás Guillén no tiene sede en todas las provincias cubanas y es por una razón: no se espera de ella un informe mensual ni reuniones ni cuños, sino hacer cultura, con un sentido comunitario y fiel a la memoria del Poeta Nacional.
Cada sede es como una casa, con una familia, diversa, con miembros diferentes, metas y proyectos diferentes. Y no es poco lo que la sede avileña, en la casa de los escritores que comparten profesión y vida, cerquita del Parque Agramonte de Morón, ha hecho en 20 años.
A propósito de tan marcado aniversario, resumimos los principales aportes a la cultura local, desde la memoria de Larry.
1- Una hamaca hospitalaria
Era 20 de octubre de 2004 y la primera tripulante fue nada menos que la doctora María Dolores Ortiz. Estoy poniendo la hamaca invita desde entonces a personalidades avileñas, cubanas y extranjeras a conversar con el público.Una tertulia apegada a las raíces cubanas desde la propia hamaca, tan significativa para las culturas aborígenes de la Isla, y para la tradición mambisa.
De un poema de Lina, escrito cuando era niña aún, y que recurre al acto de sentarse a conversar y mecerse al viento como talismán contra el olvido, toma nombre el proyecto.Y por la hamaca guilleniana han pasado desde Soledad Cruz, Adalberto Álvarez, Miguel Barnet y Vicente Feliú, hasta IbrahÍm Doblado, Ciro Bianchi, Nelson Domínguez y Mariela Castro Espín.
2- Luces y cámara para la historia
Por el proyecto Pantalla Afuera empezó todo. Con el realizador de televisión Néstor Labrada al frente, desde 2002 la Fundación se dedicó a recoger y preservar imágenes y patrimonio audiovisual avileño, desde los tiempos más remotos.
Pero nunca para dejarlos a merced del polvo y el olvido, sino para la acción. Primero, con la producción de programas seriados para televisión local, bajo los nombres de Íconos y Medio milenio por Morón.
A ello le siguieron cortos de ficción basados en cuentos de Lina Leyva, y algunos documentales sobre temas de la cultura más local hasta la universal, también bajo el liderazgo de José Ángel Guevara Tamarit.
3- Hasta el horizonte
Probablemente el proyecto más querido, reseñado y con más impacto en 20 años haya sido Las Barcas de Cristal.
Las creadoras, Lina Leyva y Yamila Ferrá, confiesan que, al inicio, la palabra proyecto nunca se usó. Eran dos amigas tratando de unir magisterio y poesía para ayudar a grupos de adolescentes en sus luchas cotidianas, y así ha sido hasta hoy.
Ya no sólo se ha quedado en que vayan los muchachos a escucharlas, sino que se erigió como espacio para que ellos mismos se atrevieran a moldear miedos, conflictos y sueños con una perspectiva artística. Sí, el mérito es doble.Las Barcas casi llegan a los 15 años y tienen todos los rasgos de un proyecto que se va haciendo adulto.
4- Que no le falte coro a la guitarra
Hace ya 10 años que se hizo evidente: la música, la trova, acompañaba cada espacio, tertulia o encuentro planificado o improvisado en las terrazas. Años después ocurrió la pequeña rebelión de trovadores: por primera vez en 2012 se reunieron solo por el placer de cantar y escucharse.
Cuerda Rota le llamaron a un proyecto que también acogió la poesía y el arte de aficionados. AsielBabastro, Yoan Zamora y Lázaro Rojas lo lideraron sucesivamente y nunca han faltado la voz o la guitarra de Lien Piloto, Nelson Mirabal y otros entusiastas.
Nació con el impulso y el visto bueno de Pepe Ordaz y Vicente Feliú, y vive con el impulso vital de una ciudad con poquísimos espacios de trova.
5- Luz para la adolescencia
Siempre se supo que el arte y la cultura muchísimo que ver tienen con la espiritualidad y la salud del cuerpo. Por ocho años fueron la tertulia y la comprensión desde un espacio seguro, las claves con que el psicólogo Vladimir Morales "desbloqueaba" mitos, tabúes y preocupaciones de grupos de muchachos y muchachas.
La promoción de salud iba de la mano de los cuentos de Lina y el ambiente se conjugaba para educar. Solo la muerte de Vladimir pudo detener su entusiasmo y buena fe.
En las palabras del propio Larry, desde 2018 el proyecto se mantiene de luto, con ganas de continuar, pero en silencio respetuoso, en agradecimiento, también, hacia su líder.
6- Repican los tambores
Del primer proyecto que Nicolás Guillén se sentiría orgulloso es del último que le nació a la Fundación.
Yambambó tiene objetivos, documentación y metas a corto y largo plazo desde 2016, cuando la petición de sus protagonistas se hizo realidad. Las integrantes del conjunto folclórico Famn Zetwual, mujeres todas, estudiaron, trabajaron y gestaron para la Fundación un proyecto abarcador de las tradiciones haitianas asentadas en la comunidad de Tuero, en Morón.
Y hoy Yambambó tiene todos los méritos: el respeto por la cultura afrocubana, su promoción desde la comunidad, el arte que han llevado a los escenarios más grandes del país… Ya las "mujeres estrellas" tienen disco, vídeo clip, audiolibro, documental, tesis de licenciatura inspiradas en ellas y muchas ganas de crear.
Algo une a todos los grandes proyectos, los de fondo (como la promoción de la obra de Guillén) y los que ya no continúan —Lina y el payaso Pepín, y Jazz en Familia, que hoy continúa desde la UNEAC—, y es la cara de asombro y el buen rato que pasan en su sede de Morón todas las visitas.
Desde niños de escuelas cercanas hasta invitados de universidades extranjeras, hay una magia, según refieren, que no pueden explicar. Es la creación, la cultura y el sentido comunitario. Guillén en buenas manos, 120 años después de nacer.