Hasta este instante, el número de litros de leche contratado a los productores avileños por la Empresa de Productos Lácteos de Ciego de Ávila es de 12,3 millones, mientras que el potencial de la provincia asciende a cuatro millones más. Esa diferencia entre real y plan es la que mantiene en tensión a un sector decisivo de cara a la alimentación del pueblo.
El director de producción de la mencionada empresa, Rubén Pina, afirma que el objetivo de la entidad es no detener las contrataciones hasta alcanzar dicha meta, aunque el plan técnico económico sea de 15,7 millones, cifra que deben obtener antes de que concluya enero.
En este mes ―añade―, el más crítico, sobre todo por las condiciones climatológicas y a la baja tasa de reproducción de las vacas, se deben acopiar unos 25 000 litros de leche diarios, 2000 menos, aproximadamente, en comparación con la misma fecha del año anterior.
Los potreros de diciembre ya han dejado constancia del problema, aun cuando no pueda medirse en litros (L) el estrago exacto de la sequía, porque cada vez que hablan los directivos del Lácteo y de la Ganadería coinciden en el mismo punto: no se entrega a la industria toda la leche que sale de las ubres.
Ante ese escenario, Lázara Mercedes López Acea, viceministra primera del Ministerio de Industria Alimentaria, de visita de trabajo en la provincia, llamó a no incumplir bajo ningún precepto con la entrega de la leche a los grupos poblacionales de mayor sensibilidad, niños hasta siete años de edad y embarazadas.
Sus palabras apuntan directamente a un problema detectado en el territorio: alrededor de 400 ganaderos no honran sus acuerdos con la empresa láctea y engrosan el déficit que genera no contratar todo lo posible. Ello obliga a hablar en términos de prioridad entre prioridades, sabiendo, por ejemplo, que no se cubre la demanda de dietas médicas.
Incluso, frente a la gravedad del asunto, López Acea señaló reducir a la mínima expresión la entrega de leche a los nuevos actores económicos, a la vez que valoró como “deshonesta” la posibilidad de comprarles productos derivados de los lácteos en detrimento de que falte el vaso de leche de un infante.
Cuando a finales de abril se quitaron las talanqueras de la leche y la carne de res, a mayo le cayeron más expectativas que aguaceros. El carácter inmediato de las medidas que flexibilizaban la comercialización y le subían, de paso, el precio a la leche hizo de la primavera un diluvio de opiniones, esperanzas, incertidumbres, dudas...
Por tanto, la viceministra primera instó a incrementar el diálogo con los productores en pos del comprometimiento total a cubrir la demanda de la canasta básica y hospitales, y al control respecto a las actividades ganaderas.
Insistió en aumentar cuanto más se pueda la cantidad de contrataciones, a no desechar ni un litro con el propósito de satisfacer en el futuro las necesidades que afectan hoy directamente a la población.
Como parte de su visita de trabajo, López Acea intercambió con la dirección y trabajadores de la mayor empresa pecuaria avileña, Ruta Invasora, interesada en el cumplimiento de sus planes.