Tener activas todas las plantas moledoras en el trascurso de la venidera zafra es un propósito del Grupo Nacional AzCuba, que en estrecha coordinación con el Sindicato Provincial de Trabajadores Azucareros, se propone hacer de la producción del dulce grano y los derivados de la caña un acontecimiento que impacte en la calidad de vida de las comunidades llamadas a reanimar los procesos agroindustriales en el vital sector.
Así lo aseguraron Eduardo Larrosa Vázquez, director de coordinación y supervisión de AzCuba para la atención a Ciego de Ávila, y cuadros de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y el sindicato del ramo durante el pleno del Comité Provincial de la organización obrera.
El reto incluye la incorporación del ingenio Enrique Varona a la fabricación de meladura, previsto para el mes de febrero de 2024, una perspectiva que se ratifica y alegra a los trabajadores industriales y las unidades productoras de caña, en cuyas áreas repercute el deterioro financiero y el de las cepas de la gramínea, luego de tres años consecutivos sin cortes en plantaciones del municipio de Chambas.
En junio pasado, Meily Olivarez Pérez, comunicadora de la Empresa Agroindustrial Azucarera Enrique Varona, había puntualizado a Radio Chambas que “el nuevo esquema, también llamado zafra mielera, tiene el objetivo de producir meladura como base para la elaboración de alcohol y rones, y la destilería Nauyú, anexa a la entidad, sería la encargada de procesar la materia prima”.
Ante la cercanía del acontecimiento, la estrategia incluye la reanimación de los asentamientos cañero-azucareros, a partir de la movilización popular en función de la limpieza y embellecimiento, y la puesta a punto de las instalaciones fabriles y la maquinaria agrícola.
A propósito, Ulises Guilarte de Nacimiento, miembro del Buró Político del Partido y secretario general de la CTC, recalcó esta semana la importancia social y económica de los centrales, en tanto principal fuente de empleo en su entorno, y recordó el deber y obligación del movimiento obrero de visitar permanentemente las bases productivas y comunidades, y propiciar el diálogo con trabajadores y familias.
Entretanto, continúan a buen ritmo las reparaciones en el resto de las plantas que intervendrán en la zafra, con los mayores adelantos en el central Ciro Redondo y el central Primero de Enero, casi listo para hacer meladura, y en su condición de “fusible”, presto a asumir el protagonismo en la molienda, si fuera necesario.
A fines de septiembre se afirmó en el Consejo Provincial de gobierno que las reparaciones se asumían con equipos, partes y piezas de centrales paralizados, a lo cual Guilarte de Nacimiento agregó el pasado martes que los colectivos ponen a punto ingenios y maquinarias en tiempos en los que prevalece la carencia de gases industriales y lubricantes, problemas con laminados y electrodos, maquinaria reanimada con el laminado recuperado y déficit de fuerza de trabajo.
En cuanto a esto último, el Ecuador sufrió los efectos de un 22 por ciento de fluctuación laboral el pasado año, de los peores del país, cuando los puestos fundamentales por cubrir ascendieron a 74, cifra que han reducido a 24, aunque el déficit pudiera garantizarse con personal experimentado del vecino violeteño, según precisiones de Larrosa Vázquez.
Ha sido un reto mayúsculo la captación de los recursos humanos, si se tiene en cuenta que “la producción de azúcar es muy técnica, una persona que no haya nunca estado en un central lleva una preparación previa”, comentó el director de coordinación y supervisión del Grupo Nacional AzCuba para la atención a Ciego de Ávila.
El 80 por ciento del aseguramiento financiero de la campaña que se avecina está montado sobre las exportaciones de azúcar y derivados, y en función de garantizar los volúmenes del dulce grano con destino a la canasta básica y el consumo interno, según el plan de la economía concebido para el 2024.
Con una previsión de aportar unas 42 000 toneladas mediante una zafra breve, pero eficiente, las plantas moledoras de Ciego de Ávila serán las encargadas de entregar las 10 000 que, en 12 meses, demandan la canasta básica y el consumo social en el territorio.