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    María Esther, cuando el amor se prende a la tierra

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    María Esther, cuando el amor se prende a la tierra

    Guantanamera, desde la raíz hasta la esencia, encontró en Ciego de Ávila el amor, y aquí germina desde hace poco más de seis años. Y lo de germinar es literal, porque María Esther Montalvo, con sus 60 años bien plantados, hace parir la tierra que cultiva y custodia con pasión, enclavada en el organopónico El Jiquí.

    Ella está al frente del pequeño colectivo y es la única mujer. Los otros tres son hombres que respetan y admiran a esta mujer que lleva casi tres años apostando por la agricultura urbana y suburbana, trabajando a la par de ellos y siendo ejemplo. Dice que de ellos no tiene queja. Son un equipo

    Habla con placer de los cultivos que allí producen: zanahoria, rábano, ajo porro, lechuga, espinaca, acelga, habichuela, pepino, cebolla, ají, remolacha. Tienen además plantas medicinales. Los vínculos con la delegación

    Es Técnico Medio en Zootecnia, a lo que se dedicó durante 33 años, en su natal Guantánamo y llega de forma empírica a la agricultura. Se siente altamente motivada por el Plan de Soberanía Alimentaria y desde ese pedacito que resulta admirable, abastece no solo a la comunidad aledaña, sino también a tres centros asistenciales.

    Su vínculo con la Federación de Mujeres Cubanas, lo materializa precisamente con su activismo agrícola “Aquí vienen a hacer trabajos voluntariosy entonces parece que me multiplico”, confiesa.

    Tiene cuatro hijos, los que se sienten orgullosos de su mamá, que dice ser una mujer normal, a la que le gusta dedicarle tiempo al hogar, pero que se siente hechizada por la tierra y comprometida con la alimentación del pueblo. Por eso de sol a sol, la abraza.