Ciego de Ávila repitió la ubicación de la anterior campaña al concluir en el puesto número 11 en la 60 Serie Nacional de Béisbol que este miércoles cerró las imaginarias cortinas del calendario clasificatorio.

Si bien este equipo está bien distante en calidad de aquellos que le dieron tres títulos a la provincia, es cierto también que su nivel le daba opciones, en estas dos últimas campañas de, al menos, asistir a la postemporada.

Así relató Invasor la última fecha del calendario regular.

Lo anterior se explica mejor si tenemos en cuenta que los restantes 15 conjuntos tampoco son los mismos de aquella época. Por tanto, no haría bien que ahora se pretenda resumir todo con el solo argumento de “ya estos no son los Tigres de antaño”.

No es que fuera infundado el vaticinio de que los de casa tenían opciones de terminar entre los ocho primeros. Este comentarista vuelve a repetir que “tenía los poquitos” necesarios para aspirar al boleto.

No comparto el criterio de que afectó mucho el jugar como visitante en el primer tramo de la temporada —Pinar del Río y Sancti Spíritus tuvieron que hacerlo y no salieron mal parados—, pero sí coincido en que perjudicó mucho la ausencia de su tercer bate Raúl González en la primera mitad de la campaña y la de Yuddiel González en el tramo decisivo de la competencia.

Y sumaría a lo anterior que Dachel Duquesne no pudo aportar desde el montículo todo lo que de él se esperaba. Incluso, el as Vladimir García —que no realizó una mala campaña— en esta ocasión no estuvo a la altura de sus mejores momentos.

Si se aspira a que el béisbol de la provincia vuelva a darle alegría a los avileños, es tiempo ya de poner los pies sobre la tierra al pensar qué pretensiones tendrá el conjunto que asistirá a las venideras contiendas.

Porque es evidente, por ejemplo, que de aquí al mes de agosto, en que debe comenzar la Serie 61, no habrá cambios sustanciales en la nómina; será, más o menos, la misma que acaba de representarnos.

Pero otro tema sería el que, esos mismos atletas, lleguen mejor preparados a la competencia. Y para eso, desde la lógica sencilla, no se puede hacer lo mismo que en esta contienda.

¿Y cuál es el consejo? Pues que los posibles lanzadores tomen ahora el descanso y, a continuación, se incorporen a un régimen de entrenamientos que tenga, como principal tarea, el trabajar sobre el control de los envíos.

Sin incluir a Duquesne, Vladimir y Yander, el resto de los tiradores del conjunto regaló, como promedio, más de cinco boletos por juego; algo preocupante, pues debe sumársele lo que esto significa en estar por debajo en el conteo.

Situar los envíos “donde le duelen al bateador” no es cualidad que se adquiere con enseñanzas teóricas ni con consejos de como agarrar o soltar la bola. Hay que tirar y tirar… y si es frente a bateadores, mucho mejor.

Por eso no estaría mal organizar, a partir de febrero, un torneo interno en el estadio José Ramón Cepero. No creo aconsejable esperar por el inicio del campeonato provincial para evaluar a los atletas.

Pero que conste, no serán estos detalles, ni otros que pudieran aplicarse, los que hagan resurgir el béisbol avileño en los próximos años. Si no hay una labor exquisita en las filas escolares y juveniles, a poco, o a nada, podrá aspirarse.

Antes de que se me olvide

Desde que disfruto el béisbol, ha sido Yoelvis Fiss Morales uno de los peloteros avileños más completos que he podido aplaudir. No es que la noticia de su despedida del deporte activo, en el último juego ante Villa Clara, el pasado miércoles, me tomara por sorpresa, pero en verdad, no pude evitar que a mi mente llegaran momentos inolvidables que con sus batazos nos hizo vivir ese atleta, quien careció de la repercusión mediática de otros, incluso, con menos resultados.

Un día antes, en el transcurso del segundo partido frente a los Naranjas, el capitán de los Tigres, Yorbis Borroto, llegó a la marca de 1 500 hits en Series Nacionales.