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    Danny Miranda: “Nunca he dejado de pensar en grande”

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    Danny Miranda: “Nunca he dejado de pensar en grande”

     

    La siguiente anécdota tiene algo de humor, pero bastante de verdad. Me la contó el estadístico Benigno Daquinta. Corría el año 1997 y había un “gran dolor de cabeza” entre los entrenadores de la preselección de la que saldría el equipo Ciego de Ávila para la 38 Serie Nacional de Béisbol.

     

    Entre los que aspiraban a hacer el grado estaba un joven receptor, que ya militaba en el CEAR (Centro de Alto Rendimiento) en La Habana, pues desde las categorías escolares llamó la atención de los técnicos. En Los Tigres, esa posición ya la defendía Roger Machado, quien también tenía un talento de elogiar y se había consolidado como máscara del equipo.

    La pregunta era: ¿dónde ubicar al muchacho, todo un prospecto de la pelota cubana? Fue entonces que uno de aquellos entrenadores dijo, medio en broma, pero bastante en serio: “Señores, Danny Miranda Agramonte es regular en este equipo en cualquier posición que él elija. Hasta puede hacer de director si se lo propone”.

    Era una exageración. Pero no tanto. El oriundo del pueblecito La Palma, en el municipio avileño de Chambas, contaba con un potente brazo, muy por encima de la media; era un corredor súper veloz y poseía eso que los entendidos llaman “manos dulces”, con las que podía desempeñarse en cualquier posición, a lo que sumaba que, en todas las categorías por las que transitó, había dejado su sello de buen bateador. Casi un cuarto de siglo después, Danny ofrece sus valoraciones.

    —Te sentiste a gusto con aquella decisión de jugar primera?

    —Fue el peor error que cometí en mi carrera deportiva. Recuerda que los jugadores de las esquinas son casi siempre bateadores de fuerza, yo la tenía, pero no la misma de hombres que disparaban jonrones con mucha más frecuencia. Como es lógico, en primera mi velocidad y mi brazo no se explotaban. Creo que pude desempeñarme en cualquier posición del cuadro, aunque como jardinero central me hubiera sentido mejor.

    “En una oportunidad el desaparecido entrenador Ulises Jardines me situó allí y no lo hice mal, pero por ese tiempo fui llamado a un compromiso internacional y cuando regresé era otro el jardinero central. Me mandaron para primera para redondear el equipo. Pero no culpo a nadie, me culpo a mí por haber aceptado”.

    —Pero como primera base lograste convertirte en campeón olímpico.

    —No reniego nada de mi vida como atleta. Me siento bendecido de poder ostentar ese título olímpico, pero eso no quiere decir que al pasar balance a mi carrera deportiva no encuentre errores que ahora para nada repetiría. Ahora uno puede especular que si en esta o más cual posición hubiera alcanzado mejores logros, pero de lo que sí estoy convencido es de que estando en primera dejé de aprovechar mis potencialidades.

    Danny proviene de una generación de peloteros que le dieron glorias a la provincia en todas las categorías y el mismo reconoce que “muchachos como Sandor Rivalta y Franklin López reunían condiciones para haber trascendido en Series Nacionales; el propio Franklin tenía herramientas para aspirar, incluso, al equipo Cuba, y también considero que fue otro error colocarlo en tercera base”.

    De esa etapa de su paso por el béisbol, el chambero recuerda con mucho cariño y agradecimiento al mentor Rubén Sordo, quien los guió en todas las categorías, desde la escolar a la juvenil, “creo que sin él no hubieran sido tantos nuestros triunfos”.

    —¿Qué hay de verdad en eso de que eras un pelotero “pesao” y en ocasiones muy difícil de comprender?

    (Danny sonríe y a la vez hace un gesto de aprobación)

    —No sé ni cómo responderte, porque en verdad yo no soy fácil. Tuve y tengo mi forma de ser y eso sí no se cambia “con repeticiones en una caja de bateo”; además, yo me siento bien así. Te aclaro que para algunos lo soy porque escuchan de mí lo que no quieren escuchar. Pero puedes escribir que sí, que soy un “pesao”. Y, si puedes, agregar que a mucha honra.

    —Siempre me llamó la atención que te parabas en el cajón de bateo, a veces en un mismo juego, de diferentes formas.

    —Es que me adaptaba a las características del lanzador que tenía de rival, sobre todo al tipo de pitcheo que acostumbraba hacerme. En ocasiones, en un mismo turno, me paraba en tres formas distintas. No es lo mismo batear rectas que curvas y tampoco es igual tratar de batear para la mano contraria que “halar” para tu mano. A mí me dio resultado, pero te digo, en el momento que el pitcher va a tirar, todos los bateadores llevan al bate atrás a la misma posición. Ahí si no hay nada que inventar.

    —¿No piensas que pudiste brillar aún más en esta pelota?

    —Decidí irme dos o tres años antes de hacerlo, cuando promedié por encima de 300 y conseguí 18 jonrones y no fui llamado a ninguno de los ochos conjuntos que estaban en la serie. Me dije: “¿Tantos equipos y no estoy en ninguno? Al parecer estoy acabado”. Y comencé a darme cuerda y ya no era lo mismo en los entrenamientos, hasta que en 2008 dije hasta aquí.

    —¿Y qué tal tu experiencia como director?

    —Dirigir béisbol me gusta más que jugarlo. No he querido apurarme. Comencé con la categoría juvenil y creo haber aprendido bastante. Algunos de aquellos muchachos ya están en Los Tigres. Ahora estaré al frente de la escuadra Sub 23 años, que debe iniciar los entrenamientos en las próximas semanas.

    Antes de la despedida, Danny agradeció las muestras de cariño de la afición cuando tuvo que enfrentar un padecimiento de salud muy grave.

    Por supuesto que no podía poner punto final a esta entrevista sin preguntarle de sus aspiraciones en caso de tener un día en sus manos las riendas del equipo del que un día formó parte. La respuesta del campeón olímpico fue corta y explosiva:

    —¡Desde luego!… nunca he dejado de pensar en grande. No fui campeón como atleta con Los Tigres, pero sueño con serlo un día como mánager.

    Tres opiniones sobre Danny MirandaBéisbol

    Darío Cid Wong (Entrenador): “De la generación que venía con él desde los juveniles, era el que más dominio tenía del juego, porque era conocedor de los movimientos dentro del campo.

    “Fue un jugador con todas las potencialidades: buen corredor, bateador de promedio y de fuerza, excelentes manos a la defensa y brazo. Me sorprendía a veces con los conocimientos que evidenciaba sobre de las Reglas del Béisbol. Dejó de jugar muy temprano, pero dejó buenos números e historia. Para mí ha sido uno de los buenos avileños que han pasado por un diamante de béisbol”.

    Isaac Martínez Dorta (Exatleta, entrenador): “Cuando vi las primeras apariciones de Danny me di cuenta de que era alguien que estaba llamado a romper todos los récords de la pelota avileña. Era bien joven y tenía todos esos detalles que hacen falta para brillar. Es una lástima que optara por el retiro cuando solo tenía 30 años de edad”.

    José Hernández Mora (Entrenador): “Lo conozco desde su etapa juvenil. He visto pasar varias generaciones de peloteros por el béisbol de la provincia y el talento que mostró en los años en que jugó estuvo muy por encima de la media. A los técnicos nos fue fácil saber que estábamos en presencia de un atleta con las armas esenciales para imponerse: fuerza en sus muñecas, rapidez en las almohadillas, buenas manos para la defensa y excelente brazo. Él pudo brillar en cualquiera de las posiciones, pero en aquel momento, por causa de problemas estratégicos de la provincia, fue ubicado en primera”.

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