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    El nuevo curso escolar también es nuestro

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    full anciana maestra ninos primaria

    Es cierto que, a pesar de todos los que han retornado (377 en la provincia) y de los que rebobinaron la idea de irse (más de un centenar) todavía el vacío de profesores en Ciego de Ávila supera a los 500 docentes. Acerca de ese recurrente problema Invasor ha hecho referencia varias veces, como consta en el más reciente material sobre temas de Educación, titulado Curso escolar 2019-2020 a buen paso en Ciego de Ávila.

    Es cierto que, a pesar de todos los que han retornado (377 en la provincia) y de los que rebobinaron la idea de irse (más de un centenar) todavía el vacío de profesores en Ciego de Ávila supera a los 500 docentes. Acerca de ese recurrente problema Invasor ha hecho referencia varias veces, como consta en el más reciente material sobre temas de Educación, titulado Curso escolar 2019-2020 a buen paso en Ciego de Ávila.

    Tampoco es secreto que la formación de educadores continúa distante de lo necesario, en virtud precisamente de tales urgencias.

    A ello, se les podrían sumar cuántas insatisfacciones tenga a mano el lector, en torno a la cantidad y calidad de las acciones que ha podido realizar el territorio, para que 379 centros, incluyendo todos los tipos de enseñanza, queden aptos con vistas a una nueva etapa docente de la cual apenas nos separan un puñado de días.

    Pero más allá, o más acá, de todo eso este inicio de curso escolar me inocula una mezcla de optimismo con añoranza, sin que ello implique desconocer la responsabilidad de quienes hubieran podido hacer un poco más con los mismos recursos disponibles en los últimos tiempos.

    Para eso hay directivos, inversionistas, constructores…, entre cuyas funciones está la de rendir cuenta y seguir creando y mejorando condiciones de todo tipo, porque el curso despega en septiembre, pero la educación nunca termina.

    Mi mente, sin embargo, está más pegada al ámbito hogareño en estos días, al ajetreo que se arma en casa para llevar el uniforme recién comprado a la talla exacta del niño, en caso de que no haya venido “como anillo al dedo”; la preparación de los libros, los malabares para reponer la gastada mochila o para hallar un par de zapatos no solo aparentes, sino también resistentes: algo casi milagroso, tanto por el fogueo escolar como por la calidad de ese artículo, independientemente de que lleve, en letras, la mejor marca...

    Y aunque rezonguemos un poco, muchos terminamos disfrutando, a nuestro modo, la caza de un buen pliego de papel o de cartulina, y hasta de un nailon, para forrar las libretas de ese pequeño a quien le empavesaremos la moña, el cuello y los antebrazos de perfume, o le dejaremos los zapatos con un brillo con el que no retornará en la tarde, luego de haber punteado entre los más disciplinados discípulos actuales de José de la Luz y Caballero, para convertirse, durante el receso o al terminar las clases, en el dinamitero Lionel Messi, a pura puntera de calzado contra balón en pleno asfalto o césped.

    Tal vez refunfuñemos un poco, pero quién no saborea llevar, o dejarse llevar, de la mano del niño, recordándole, por un lado, cuánto cuidado debe tener, día tras día, al cruzar la calle, y halando, al propio tiempo, viejas remembranzas personales, asociadas a aquellos maestros que nos parecían exageradamente exigentes y hoy añoraríamos la mitad de sus “defectos” ante el defecto que en algunos casos registra la rectitud en aulas, pasillos y otras áreas.

    Lo tenemos, en fin, ahí, en la punta de la nariz, calentando sus motores en cada centro y calentando los nuestros, que no somos ni podemos ser entes pasivos y mucho menos simples espectadores, porque el inicio del curso es también nuestro, del mismo modo que no solo de la escuela es el resto del curso.

    Tomado del Periódico Invasor: 

    http://www.invasor.cu/es/secciones/opinion/el-nuevo-curso-escolar-tambien-es-nuestro

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