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    Museo de Artes Decorativas

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    Museo Arte decorativo

    Este museo cuenta con una colección de artes decorativas que se divide en varias secciones: cerámica, cristales, artes plásticas, muebles, metales, piedras, grabaciones musicales, relojería, entre otras.

    En la sección de cerámica existen piezas de gran valor que en su surgimiento fueron manufacturas surgidas bajo el patrocinio de reyes o nobles que se dedicaron a buscar el secreto de la pasta dura y ponerlo en práctica sobre esculturas y vajillas. Se usaron en los servicios de té y cenas, lo que contribuyó a la difusión de esta manufactura que no tardaría en alcanzar un gran éxito internacional. Tal es el caso de la porcelana de Sevres y la cerámica de Talavera de la Reina. Contamos además con el biscuit blanco y coloreado sin brillo que posee un tono ligeramente marfilado sin reflejos azulosos.

    Se elaboraron además todo tipo de jarrones con un fin  artístico y de tipo suntuario, es decir: la porcelana fue vista ya como arte decorativa.

    En el caso de los muebles tenemos ejemplos  que representan un estilo artístico particular que, en su conjunto, logran la majestuosidad y la elegancia deseada para nuestras salas.

    Muebles con estilo Renacimiento Español de infinitas variedades, como es el caso del típico mueble español conocido por bargueño que muestra una profusa decoración de figurillas, grotescos arabescos y volutas.

    Muebles estilo Luís XVI con sus líneas rectas y reposadas, formas geométricas, patas rectas, lisas o acanaladas, y sus  respaldos ovalados y tapizados.

    El museo cuenta además con una cubertería significativa, compuesta por objetos de plata, alpacas y carey que forman una colección de más de 300 piezas repartidas entre las diferentes salas con las más variadas formas y estilos.

    También encontramos amplias salas ambientadas a la usanza del siglo XIX, principios y mediados del XX,  que nos permiten una panorámica histórica de las casas avileñas y un breve recorrido artístico a través de las artes decorativas. En ellas encontramos piezas de incalculable valor,  no solo artístico sino también histórico, como es el caso del juego de cuarto perteneciente a la familia Valle Iznaga, promotora del desarrollo económico de la zona sur de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

    La primera sala en la planta baja expone un juego de comedor perteneciente al primer Alcalde de Morón, Agapito Díaz. De estilo Renacimiento Español, este juego de comedor exhibe una vajilla manufacturada de porcelana inglesa, sus dibujos representan las trece colonias de Norteamérica; conserva un mantel de hilo con colores pasteles,  típica costumbre de la época; cubiertos de plata, cristalería bacarat y un centro de mesa de cristal murano. Junto a este juego encontramos todo un conjunto de muebles auxiliares que representan el mismo estilo, dentro de estos tenemos el ya mencionado bargueño, compuesto por pequeños cajones, habitualmente cerrado por una tapa que sirve como escritorio, que comenzó a producirse en España a partir de los siglos XVI y XVII. Se exhibe un juego de cuarto, con  piezas que componen muebles de alcoba;  una antigua cama de hierro con medallones pintados a mano e incrustaciones de nácar, que constituye una de la piezas más admiradas por el público.

    Se conserva un juego de sala estilo Luís XVI, diseñado especialmente para las artes decorativas,  que floreció durante el reinado del monarca Luís XVI, de ahí proviene su nombre.

    Contamos con un busto de biscuit coloreado que data de 1865, pieza original del Museo, esculpida por el escultor y ceramista Albert Ernet Carrier que fue también retratista oficial de Napoleón Bonaparte 3ero. En esta sala encontramos también un óleo sobre lienzo de Juan Gil García, pintor español, y una naturaleza muerta de Oscar Fernández Morell, primer pintor espirituano.

    La segunda sala de esta planta corresponde a una transición del siglo XIX al XX, ambientada para darnos la idea de cómo vivía la Cuba de este mismo siglo. Con muebles de estilo neoclásico, y con una fabricación mas industrializada, presenta guarniciones hechas en yeso simulando guirnaldas, cestas con flores y lazos, trazos irregulares, volutas, pilastras esculpidas, patas rectas, hojas de acanto etc.,  todos típitos de este estilo artístico. Muebles además muy cubanos con  utilización de maderas preciosas y pajillas, elemento este único en Cuba que aparece en esta etapa.

    Por otra parte su decoración está en concordancia con el movimiento artístico de principios del siglo XX: el estilo Art.

    Noveau, característico por sus colores pasteles y motivos florales.

    Se encuentra también en esta planta una sala dedicada a mediados del  siglo XX donde hay una notoria influencia de cultura norteamericana, y los muebles son de procedencia industrial. Entre las piezas más importantes tenemos una lámpara Art noveau y un cuadro repujado en bronce a imitación de La Última Cena de Leonardo D. Vinci.

    En la ambientación de esta sala se respira un aire Art. Deco movimiento del siglo XX que penetró con su influencia en varias manifestaciones artísticas, entre ellas, las artes decorativas, destacándose por la limpieza de las formas, la geometrización de los elementos del diseño, el uso de materiales que expresaban por sí solos  la belleza formal sin necesidad de aditamentos decorativos. Fue un movimiento que su mayor popularidad la alcanzó en los años 1920 y 1930.

    Estas tres salas muestran, en su conjunto, comodidades de las familias pudientes cubanas de esa época.

    A la planta alta se llega por una amplia escalera hecha con blanquísimos mármoles de Carrara, rematado sus pasamanos por una herrería forjada a mano. Cuando llegamos al descanso, nos encontramos con dos esculturas de alabastro y una pieza excepcional hecha en mármol, bronce y porcelana de la Real Manufactura de Sevres.

    La amplia sala en el segundo nivel, tiene características eclécticas que nos propone un sugerente recorrido por las diferentes manifestaciones artísticas, reflejadas directamente en las artes decorativas: cerámica, ebanistería, orfebrería, así como elementos que de cierta manera han incidido en la historia de la cultura avileña, específicamente del continente asiático.

    A diferencia de la primera planta, en esta segunda la carpintería es francesa. Los techos y paredes, todos enyesados, dejan ver columnas con órdenes griegos y fustes estriados con plafones, guirnaldas y elementos decorativos propios de un edificio ecléctico como este. Se observa una importante colección de objetos de platería realizada por diestros artesanos que convirtieron el metal en objetos decorativos. Se suma además una fina cristalería, fundamentalmente bacarat.

    Reseña del inmueble

    En el período de mayor auge constructivo vivido por la ciudad de Ciego de Ávila  hasta la primera mitad del siglo XX se construye  un monumental edificio que hoy, además de constituir un ejemplar exponente de la arquitectura ecléctica avileña, es el inmueble que hoy atesora nuestras artes decorativas.

    Esta construcción fue diseñada desde sus inicios para que sirviera como Liceo de la ciudad, así fue sede de la Sociedad de Instrucción y Recreo La Popular fundada el día 7 de Mayo de 1899, en la calle Honorato de Castillo frente al parque Martí. En 1913 por acuerdo de la Junta General fue cambiado el nombre de “La Popular” por el de “Liceo”.

    Esta sociedad vagó por diferentes lugares de forma alquilada hasta que se decidió la construcción de un edificio propio, el lugar escogido fue en la calle Marcial Gómez esquina Independencia, en este terreno existía una casa colonial que fue demolida cuando se comenzó la construcción del inmueble en la década del 20. La construcción del inmueble comenzó el 10 de octubre de 1928 y concluyó en 1930.

    Lamentablemente el capital con que se contaba no fue suficiente. Para concluir la obra, tuvo que solicitar un préstamo. El edificio se inauguró en 1930, y a pesar de colectas hechas la propiedad hubo de ser hipotecada ya que el pago no estuvo en tiempo por lo que su nuevo dueño lo alquiló al Centro Asturiano que ocupó inmediatamente el edificio, a partir de 1940. Este colocó un colegio particular en la zona que ocupa el salón de baile y un laboratorio en la planta baja.

    Luego el inmueble fue vendido al Doctor Amado Santiago Benguria en 1945 quien no pudo expulsar a los asturianos ya que los mismos estaban amparados por las leyes de la época que protegían a las instituciones que brindaban servicios sociales, y así fue por más de treinta años, acogiendo a todos sus asociados para prestar todo tipo de servicios a favor del desarrollo de la comunidad. Allí permanecieron hasta que el edificio fue confiscado por la revolución.

    Con la Revolución (1959), el edificio tuvo nuevos usos: biblioteca, centro obrero, círculo social, casa del estudiante, y hasta una discoteca. Este último uso provocó que el edificio se deteriorara considerablemente. Rescatado entonces por el Centro de Patrimonio Cultural de la provincia, con una restauración capital, el Centro Asturiano se convirtió el 24 de julio de 2002 en el nuevo Museo de Artes Decorativas de la ciudad.