Hace 20 años, el entonces Presidente del Tribunal Provincial Popular en Ciego de Ávila se detuvo frente a la recepcionista Belquis Rodríguez Pacheco y mirándola fijamente a los ojos le pidió que valorase la posibilidad de pasar a trabajar en el archivo. La institución tenía realmente necesidad de contar con el aporte de una buena técnica en gestión documental.

Entonces, conforme a esa voluntad que, ni en los momentos más difíciles le da espalda, la mujer respondió afirmativamente. ante aquella solicitud, dispuesta a “meterle el pecho” a la encomienda y hacer su labor del mejor modo posible.
“La tarea no era fácil -comenta con una leve sonrisa a flor de labios- porque lo primero era aprender este oficio, pero desde el principio tuve todo el apoyo de jueces, abogados, especialistas y otros compañeros. Eso me permitió prepararme con bastante rapidez. Y déjame decirte que he ampliado mucho mi conocimiento, al punto de que pudiera incluso confeccionar expedientes, si en un momento determinado hiciera falta o me lo pidieran”.
Rodeada de miles de materiales, la destreza adquirida por Belquis le permite localizar en tiempo sorprendentemente breve cualquier documento que se le solicite, gracias al cuidadoso modo en que los tiene ordenados por año, número o tipo de sala: penal, civil...
La realidad le confirma cada vez más el valor que tiene ese oficio para para la preservación y uso de archivos judiciales en las unidades con que cuenta el país, así como para conservar la memoria histórica de la nación, en sentido general.
Por ello mantiene todo el tiempo “extremo cuidado con el manejo de los documentos que atesora este archivo que yo misma me encargo de limpiar, que no tiene peligros de humedad ni de otros agentes que puedan causar daño, como por ejemplo roedores o insectos, de los cuales, por cierto, aquí no he visto ni uno todavía”.
- Algo me dice que aquí te sientes a gusto…
“Muy a gusto. Por eso no me ha pesado tener que trabajar en determinados momentos un poco más allá de mi horario laboral e incluso hasta bien entrada la noche. Esta es como mi otra casa y aquí deseo jubilarme, cuando llegue el momento, con mucha satisfacción.”
Como Belquis, cientos, miles de cubanos, le dedican o le han dedicado su vida a esa noble y por lo general anónima labor que refuerza cada vez más su trascendencia directa en la calidad de diferentes procesos, así como en los terrenos de la información y de la comunicación.
Para ellos y en reverencia al capitán del Ejército Libertador Joaquín Llaverías Martínez, nombrado en 1922 director del Archivo Histórico Nacional, el país designó el 3 de noviembre como Día del Archivero Cubano.
Para nuestro sitio es motivo de regocijo hacer llegar, por intermedio de este breve trabajo, el abrazo del colectivo y de los lectores a todos los archiveros del archipiélago.