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    La infancia, una de las etapas más hermosa de vida de toda persona, al estar colmada de risas, juegos, fantasía e infinita ternura; transcurrió, para Alfonso y sus hermanos, en un entorno indescriptible, donde las majestuosas palmas arrulladas por la suave brisa daban la bien venida a los ardientes rayos del sol que, irrespetuosamente, irrumpían en la vivienda plena de limitaciones y esforzado sudor; dada la ubicación rural en que estaba, pero, fueron años felices colmados de comprensión y amor donde Alfonso y Adrián trocaban en yuntas de bueyes dos botellas vacías y una caja de cartón era la carreta con las cuales, daban riendas sueltas a su inventiva, transportando la caña hacia el central; mientras Antonia y Josefa utilizaban botellas como muñecas, del maíz que cultivaba el padre para la alimentación familiar y la de los animales, cogían las pelusas como cabelleras y con retacitos las vestían.

    Por ser el juego la actividad rectora en este mundo de ilusión y fantasía también se recreaban con los juegos infantiles tradicionales, el chucho escondido, los agarrados, el coro, la gallinita ciega, trompos, bolas, quimbumba, papalotes y otros, que hacían las delicias de estos niños campesinos. Otras de las distracciones de estos infantes era, desde el amanecer, perderse en las guardarrayas, en búsqueda de nidos y cuantos animalitos que encontraban al paso.

    Luego, se dirigían hacia la arboleda cercana y trepaban los árboles para alcanzar la fruta preferida. Al mediodía, se dirigían al arroyuelo próximo a la casa; para darse un chapuzón y refrescarse del cálido verano tropical. Por las noches, no cesaba la actividad, pues, entonces, disfrutaban, cazando cocuyos entre la espesa vegetación, los cuales colocaban en pomos como chismosas.

    En 1920, Alfonso había cumplido 7 años, era un niño alto y de fuerte constitución y es entonces, cuando ese mundo de constantes juegos se trueca en conocimientos escolares; aprendiendo las primeras letras y números, con el viejo pesador de la colonia, quien, en tiempo muerto, se dedicaba a enseñar con una cartilla, pero, Alfonso y Adrián, por ser los mayores, alternaban el estudio con el trabajo pues ayudaban al padre en las duras labores del campo. 6

    Eusebio, como español, al fin, era muy austero; pero, a la vez, fue un padre muy preocupado por el porvenir de sus hijos; es por eso, que en el año 1921, adquirió una modesta vivienda en el poblado de Cruces, para facilitarles su educación; donde el primogénito cursó los grados primero y segundo, en los cuales, sus maestros se sorprendieron por la inteligencia y aplicación, demostradas en las clases por este.

    Como Eusebio, tenia la gran ilusión que Alfonso fuera médico, en 1923, lo internó en el prestigioso colegio de los Hermanos Maristas, en Cienfuegos, donde permaneció por espacio de cuatro años, hasta concluir el primer año de bachillerato. En esta institución religiosa tuvo como condiscípulo a Osvaldo Dorticós Torrado. 6 y desde entonces, practicó deportes pues hizo suyo el lema: Cuerpo sano en mente sana, integrando los equipos de basket y football de dicho centro, con los cuales participó en diferentes competencias deportivas estudiantiles.

    En el año 1927, se trasladó al Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, donde continuó los estudios; mientras que su hermano Adrián, dada la situación económica familiar, desde los 13 años comenzó a trabajar en los chuchos del central San Francisco,(hoy Marta Abreus); Quien, diariamente, viajaba a lomo de mula hasta Cruces para llevarle leche y viandas a la familia. En el curso 1929-1930, Alfonso vio interrumpido sus estudios, producto de una huelga estudiantil indefinida, de carácter nacional contra la tristemente célebre dictadura machadista, la cual culminó con la caída del sangriento régimen.

    En esta institución educativa Alfonso, se destacó tanto como estudiante y como deportista, pues, sus notas eran de altas calificaciones y formó parte del equipo de baseball del plante, pero, su conciencia juvenil fue capaz de interiorizar las funestas consecuencias del sistema imperante, por lo que tuvo una participación muy activa contra el gobierno de Gerardo Machado. En un arduo bregar, pleno de luchas y esperaza, por un futuro más luminoso, transcurrieron la niñez y adolescencia de uno de los muchos campesinos cubanos de la republica neo-colonial.

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    Síntesis biográfica Nacido en Ciego de Ávila el 21 de agosto de 1922, niño aún es trasladado por sus padres a esta ciudad. Estudios Comienza sus estudios en el Colegio Episcopal de Ciego de Avila. La necesidad de buscarse la vida honradamente lo llevó a emplearse como mensajero a sus veinte años, al tiempo que exhibe intransigencia ante la injusticia. Labor revolucionaria Según consta en la causa No. 39 del 18 de febrero de 1942, Alfredo Álvarez Mola fue acusado de "falta de respeto" por dos agentes del desgobierno de turno, al rechazar firmemente una humillación. No resultó una casualidad, pues, que frente al golpe de estado del 10 de marzo de 1952 haya estado en contra de aquel acontecimiento.

    Al repasar su vida revolucionaria, aparece su militancia en el clandestino Movimiento Nacional Revolucionario, en la Juventud Ortodoxa (a la izquierda del Partido al que perteneció Fidel Castro) y, marcadamente, en el Movimiento Revolucionario 26 de julio (MR 26-7). Simultáneamente, se destaca como dirigente en el Sindicato Bancario, donde estuvo trabajando y enfrentó la camarilla de la Central Sindical Amarilla (CTK) (no revolucionaria, oficialista). "En cierta ocasión ― recuerda en una entrevista que se le realizara José L. de la Guardia García, compañero cercano suyo ― los bancarios de La Habana se lanzaron a la huelga y fueron despedidos. Inmediatamente que Alfredo tuvo conocimiento del problema, convocó a los trabajadores de su sector a una huelga en apoyo a los colegas de la capital.

    Enterados los militares del objetivo, ocupan los bancos y, no obstante, por la insistencia de Alfredo, se logró un paro de un minuto como símbolo de solidaridad". Siendo ya Responsable de Finanzas de la Sección Obrera del Movimiento revolucionario 26 de Julio (MR 26-7) y continuando como dirigente activo de los trabajadores bancarios, encabeza la huelga que los empleados del sector llevaron a cabo el 5 de agosto de 1957, en pro¬testa por el asesinato de Frank Pais. Otro tanto hizo al calor de la Huelga del 9 de abril de 1958, cuando volvió a relucir su tenacidad y entusiasmo. Pasada la fecha, subió a la Comandancia de Fidel, quien le orienta abrir un frente en la Sierra de Cubita.

    Una vez de regreso a Camagüey ― afirma el propio de la Guardia en la citada entrevista ― le dice a sus compañeros: "No es solo quitar a Batista, sino hacer una verdadera Revolución, como lo soñó José Martí". Fue Coordinador Municipal y Jefe Provincial de Abastos del MR 26-7. Con fundamento, en la causa 502 de 1958, del 12 de julio del mismo año, se le acusa de enviar medicamentos y otros útiles para la guerrilla; mientras que en la investigación que los órganos represivos de la tiranía llevaron a cabo contra los esposos Miranda García, se le reconoce como uno de los principales líderes del movimiento revolucionario en la región. Tras no poder llevar a vía de hechos los propósitos en la Sierra del Norte de Camagüey a causa de un traidor, de nuevo busca el corazón de la lucha para que Fidel decidiera qué otra tarea era necesaria hacer.

    Entonces, conoció al Comandante Camilo Cienfuegos y se incorpora a la columna No. 2 Antonio Maceo. Recordando esos tiempos, Camilo, en el mencionado discurso, subrayó: "Gracias a él, la columna Antonio Maceo logró llegar hasta el Río San Pedro. Alfredo salió con nosotros desde la misma Sierra Maestra. Diariamente salía a explorar, salía a buscar prácticos, salía a buscar comida, pues era uno de los pocos hombres que conocía la zona". Muerte Una vez en Camagüey, Camilo le ordena marchar hacia Florida y Ciego de Ávila, y garantizar suministros para la columna invasora. Cumplida la misión orientada, intenta reincorporase al Ejército Rebelde, y fue sorprendido y asesinado en la finca de San Miguelito de Najasa, el 5 de noviembre de 1958, cuando solo días faltaban para el Triunfo de la Revolución Cubana.

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    angel del castilloRasgos patrióticos que lo caracterizaban si en algún cubano el patriotismo lo determinó sacrificarlo todo en aras de la patria, pocos como el general Ángel del Castillo pueden exhibir tan honroso mérito. Cuando la Guerra de los Diez Años, lo poseía todo. Era inmensamente rico; su familia tenía varios ingenios azucareros y fincas ganaderas.

    En 1853, con solo 19 Ángel, embarcó para los Estados Unidos, enviado por su familia, con su hermano Francisco. Fue uno de los primeros cubanos que se dedicó al estudio de la Cirugía Dental. Estudios El 8 de septiembre de 1858, George Scheffer, residente en Hudson No. 256, en Nueva York, le entregó el certificado que se exigía en aquella época y fue el propio Scheffer quien le extendió el diploma acreditativo, no solo de sus estudios, sino también de su práctica diaria durante 13 meses, en el arte dental. De regreso a La Habana El 16 de septiembre embarcó para La Habana con su hermano Martín. Se presentó inmediatamente, el 31 de octubre del propio año, ante las autoridades competentes para hacer valer sus estudios e incorporar los mismos en la Real y Literaria Universidad de La Habana.

    El diploma dado por Scheffer se encuentra en el Archivo Nacional, legajo 139, No. 8 285; Ángel del Castillo tuvo varios tropiezos con las autoridades españolas para revalidar su título. El Secretario de Inspección de Estudios en primera instancia, le respondió que no podía darle curso por estar pendiente "una soberana resolución para los que estudiaban en el extranjero, en cualesquiera facultad". El 5 de noviembre del propio año reclamó su título; al parecer se volvió a presentar a fines de 1858, y esa vez le informaron que hacían falta otros documentos de Estados Unidos; por ello, reclamó su título nuevamente el 10 de febrero de 1859; fue entonces cuando apareció perdido o extraviado en las oficinas gubernamentales.

    Por este motivo fue necesaria una serie de diligencias y escritos del cónsul general de España en Nueva York, quien, después de una serie de indagaciones, pareció llegar a la conclusión de que el título fue expedido el 18 de octubre de 1855, por el doctor Weescot, del Colegio Dental de Siracusa. Otras etapas importantes de su vida resueltos sus problemas en la capital de la isla, se trasladó para su ciudad natal, donde contrajo matrimonio con Carmen Bages Monteagudo; esta falleció y contrajo segundas nupcias con Ignacia de Quesada, con la que tuvo 5 hijos, algunos de los cuales se distinguieron en la Guerra de Independencia.

    Participación en las Guerras de Independencia se dice que participó en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. Fue uno de los primeros conspiradores por la independencia política; y con el núcleo de camagüeyanos se incorporó a la Guerra de los Diez Años, el 4 de noviembre de 1868, después de darle la libertad a sus esclavos.

    El 27 de noviembre, las fuerzas liberadoras de Camagüey le hicieron frente a la columna española que mandaba el Conde de Valmaseda, en cuya acción Ángel del Castillo y Agramonte hizo el primer disparo de la campaña contra el enemigo. Con 20 hombres asaltó el tren de Nuevitas a Camagüey.

    Perteneció a Asamblea de Guáimaro.

    A principios de 1869 fue nombrado general.

    Atacó el Bagá y tomó parte en el Salado; posteriormente atacó, en más de una ocasión, a San Miguel de Nuevitas.

    Se batió en Laguna de Piedra, Monte de Horno, Quinta Canosa, hasta que entró en la ciudad de Camagüey, donde combatió en la Plaza de la Caridad; peleó en Las Mercedes, Sabana Nueva y en otros combates de menor importancia, hasta que fue designado jefe de la Segunda Brigada de Camagüey.

    Al ocurrir la muerte del general Honorato del Castillo, vilmente asesinado por el coronel español Portal, lo sustituyó en el mando y se enfrentó en el primer combate a las tropas españolas de Portal, en Pitajones; y a pesar de ser sus fuerzas inferiores, lo derrotó e hizo prisionero, y después de un consejo sumarísimo fue fusilado.

    Sobre este hecho, Juárez Cano expresó: "El general Castillo se cubrió de gloria y demostró prácticamente lo que vale en caso de esta índole una infantería bien situada y una tropa de caballería armada de machete en una carga a fondo."

    El general del Ejército Libertador, Ángel del Castillo Agramonte, sirvió a Cuba no solo como insurrecto de audaz entrega, sino también, como miembro de la Asamblea de Representantes del Centro y líder de la brigada de Caonao. Él integró la pléyade de los grandes adalides camagüeyanos de la centuria del diecinueve.

    Encontró la muerte el 8 de septiembre de 1869, en el poblado de Lázaro López, después de haber arrancado un cañón al enemigo el 13 de agosto.

    Se dice que el día del combate en que murió, con su proverbial ausencia de miedo a las balas avanzó hasta subirse en lo alto de una trinchera enemiga y sinceramente emocionado retó a sus adversarios gritándoles “¡Vengan a ver cómo muere un general cubano!;”

    Rápidamente, una balacera enemiga le acalló la voz portentosa que daba ánimos a la tropa, y el brazo de muchas batallas bajó inerme, cuando daba jaque al enemigo en el fuerte de “Lázaro López”, en territorio de Ciego de Ávila. Solo así dejó de fustigar aquel mambí llamado por los insurrectos “bravo entre los bravos”.

    El general Ángel del Castillo Agramonte inició sus afanes en la gesta emancipadora desde los mismos inicios, cuando entregó la libertad a sus esclavos y llamó a la insurrección en los ingenios suyos y de sus hermanos Martín y Nazario.

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    Era 19 de mayo de 1947 y la muerte se acercaba con su paso breve —como dijera ese gran avileño, Reynaldo González—, a una casa situada en la calle Maceo No.12, entre Libertad e Independencia, en la ciudad de Ciego de Ávila. Demasiado simbólica tal dirección, de modo que, quien esperaba en ella a la parca había vivido siempre batiendo cual ángel sus dos alas: la de la libertad y la de la independencia, y era mulata como Maceo e igual a él, también había amado a ese precursor que la historia sembró como el Apóstol, el Maestro, luego el Héroe Nacional de un país lleno de héroes.

    Clotilde Agüero Cepeda, desde su juventud, se vinculó a la gesta independentista Esa tarde, una anciana de 75 años, en la mencionada vivienda de la calle Maceo, no estaba triste porque la muerte llegaría al día siguiente, sino porque en su memoria anclaba esa fecha con cierta nostalgia: un día como ese había caído José Martí y ella recordaba los momentos luminosos en los que aquel soñador visitaba su casa, entonces en Veracruz, México, y hablaba de Cuba, la Patria lejana, en un tono, a veces, de chelo en la menor y otras como una corneta llamando al combate.

    Recordaba a Martí, vestido de negro, en pura complicidad con sus ojos pequeños y profundos, pedirle que confeccionara 50 escarapelas y una Bandera cubana que luego se convirtió en ícono cuando fue izada en el teatro Principal de Veracruz, a solo unos días de la caída en Dos Ríos del Delegado del Partido Revolucionario Cubano.

    Esa noche —recuerda la anciana con la nitidez de una fotografía— la solemnidad colmó la sala cuando varios patriotas cubanos y mexicanos tomaron la bandera que ella había cosido para Martí, y mientras se escuchaban los acordes del himno México y Cuba, compuesto expresamente para la ocasión por el azteca Pedro Ojeda, la envolvieron con la enseña mexicana y se la enviaron a Máximo Gómez, quien la usó durante toda la Invasión a Occidente. La noche del 19 de mayo, la muerte ya estaba junto a su lecho, pero ella seguía pensando en aquel Martí que había conocido en el exilio; en el que era capaz de convertir los desengaños en nuevas ilusiones; en Gómez con sus cargas al machete, cabalgando en la primera línea con la bandera que ella había cosido. ¡¿Cuántos cubanos de los que cayeron en el campo de batalla no llevarían las escarapelas bordadas con sus manos mágicas y juveniles en su casa de Veracruz?! Dicen que cuando uno va a morir ve su vida pasar como si fuera un filme.

    Eso fue lo que le ocurrió a ella, que unas horas antes vio los fonogramas de su existencia y unas lágrimas rodaron hasta la almohada, pero ninguno de los que la acompañaban supo que cada lágrima pertenecía a una etapa de su fecunda vida. Por su mente pasaron raudas las imágenes de su natal Caibarién, México, La Habana, Placetas, Jatibonico, Colorado, Céspedes, Majagua y, por último, de Ciego de Ávila, porque fueron lugares en los cuales dejó su impronta como maestra, sitios que conformaron la geografía de su mapa existencial y sentimental.

    También recordó los honores que alguna vez le habían rendido por su patriotismo y consagrada labor magisterial, la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes... y hubo un momento en que le dio envidia a la propia muerte. Había llegado la medianoche. La anciana disfrutaba de sus últimos recuerdos. La cinta fílmica que pasaba por su mente se detuvo en Ciego de Ávila. Veintitrés años de vida en esta ciudad apenas fueron un destello en su subconsciente, pero enceguecedor del que surgieron raíces que la hicieron avileña para todos los tiempos. La medianoche iba a escurrirse entre las paredes de su morada, pero esa iba a ser la hora precisa de su muerte y ella no podía permitir se le escapara, de manera que, antes de que el reloj marcara la 1:00 de la madrugada, el corazón de Clotilde Agüero Cepeda dejó de latir. Comparte este artículo

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    Enrique Olivera: “Símbolo de la Construcción del Socialismo en Ciego de Avila”. Vicana, bello caserío, aproximadamente constituido por sesenta casas en su gran mayoría de yagua y guano, con cuatro tiendas, algunas de ellas mixtas, una escuela pública y una panadería, bordeado de montañas, abundantes palmares, acariciados por cálidos rayos solares y apaciguados por la brisa tropical, perteneciente entonces, al central Media Luna (hoy Juan Manuel Márquez) en la región de Manzanillo, provincia de Oriente, actualmente Granma, vio la luz Enrique Agapito Olivera, en marzo de 1905, el día 24, solo tuvo un hermano dos años mayor, Juan Bautista y sus padres se nombraron Isabel Olivera Viltres, de origen aborigen y Magin Araujo, descendiente de esclavos.

    En un hogar humildísimo transcurrió la infancia de ambos hermanos, madre, aunque iletrada, lavando y planchando para la vecindad, garantizaba el alimento diario. Pura Núñez, maestra de la escuela pública enseñó a Enrique a leer y escribir en poco tiempo, dadas su aplicación e inteligencia. Isabel llevò un taburete porque no había suficientes asientos. Con apenas 11 años, los dos hermanos comenzaron a trabajar cómo narigoneros en una finca. Después repartieron pan y leche de una finca a otra y trabajaron como carreteros también.

    En 1923, Enrique es un joven de 18 años, de fuerte constitución, serio, formal y trabajador, le gustaban las fiestas y bailar, así como montar a caballo. Es entonces que conoció a Lioba Azuaya Tamayo, quinceañera, de piel clara, cabellera lacia y larga, de color castaño oscuro. Desde que se conocieron recíprocamente quedaron prendados, surgiendo un bello ilidio, el cual duró 72 años de perfecta unión matrimonial. Viviendo en una zona rural apartada, nació su primera hija, en agosto de 1926. Al año siguiente nació otra menor, quienes fallecieron en los primeros años de vida, por falta de atención médica. Después, nacieron en julio de 1958 Celia Acacia –chelo- en agosto de 1928 Sara Irma, en agosto de 1930 Manuel Enrique, en febrero del 33, Elba Luisa y en enero del 35 Ana Mirta. Entonces Olivera se desempeñaba como mayoral, pero ya comprendió la necesidad de la lucha de clases y del por qué de las demandas proletarias.

    En diciembre de 1935 naciò el benjamín Juan Héctor Enrique Olivera, quien conocía el funcionamiento del capitalismo por materiales políticas llegados a sus manos y por los saldos de dolor y luto legados por Machado al suelo cubano, el 20 de noviembre de 1940 formó parte de una célula del Partido Unión Revolucionaria Comunista, en la colonia “El Porvenir”, planteando a los doce militantes reunidos allí, sus deseos, primero, entregar la tierra a los campesinos, después de producirse el cambio deseado y segundo, visitar a Rusia.

    Todos estuvieron de acuerdo y èl se sintió muy complacido y feliz. Como miembro partidista, plenamente cumplió con sus deberes y misiones asignadas, fue encarcelado en dieciocho ocasiones, pasó necesidad y privaciones con su esposa e hijos, pues muchas veces no le daban trabajo por ser comunista y Lioba mantuvo el hogar, cosiendo para la calle, con ayuda de sus hijas. Una de las veces que salió de la cárcel -agosto de 1941- un combatiente lo llevò a dormir a una casa santiaguera y al aparecer las primeras luces del día, vio una tarja, en la cual leyó: En esta casa nació el general Antonio Maceo y Grajales.

    A partir de este momento juró luchar para obtener la libertad de la tierra donde habìa nacido, aun a costa de su propia vida. Fue dirigente sindical de los azucareros y los agropecuarios tambièn. Cuando contaba 51 años, por orientación de la Direcciòn Nacional del Partido Socialista Popular, llegó hasta la Sierra Maestra, intercambió con Fidel, el 5 de mayo de 1958, analizaron un documento, el cual debía devolver a la capital: Poco después, se le ordenó integrarse a la lucha en la Sierra Maestra, incorporándose al Ejército Rebelde el 25 de marzo de ese año, como miembro de la Columna No. 1 José Martì, comandada por Fidel, pero dada su experiencia con los campesinos, fue nombrado Secretario de la Auditoria General del Ejercito Rebelde, relacionándose directamente con éstos. En la segunda quincena de mayo y por orientación del máximo líder, dada la posibilidad de perderse la cosecha del café, se celebró una reuniòn con 600 cafetaleros, donde se encontraban Fidel, el Che y Celia, entre otros.

    Allí se acordó organizarlos y Fidel planteó, que si era necesario se movilizarían a los soldados rebeldes para dicha recogida. Esta reunión fue el preámbulo del Primer Congreso Campesinos, celebrado el 15 de noviembre, en el Tercer Frente, bajo la conducción de Raúl Castro. En septiembre se incorporó a la lucha armada, participando en varias acciones y combates: Batalla de Bueycito, Guisa, (donde Fidel lo ascendió al grado de Primer Teniente), toma de Jiguani, batalla de Contramaestre, Palma Soriano y la toma de Santiago de Cuba.

    Tras la clarinada del Primero de Enero de 1959, en el Archipiélago Cubano, tuvieron lugar las màs profundas transformaciones socio-políticas-económicas en la historia del país y el 17 de mayo de ese año, Olivera realizó uno de sus sueños, cuando Fidel le entregó al campesinado los títulos de propiedad de sus tierras. En agosto del Año de la Liberación, fue designado segundo jefe de la Zona de Desarrollo Agrario 0-26, radicada en Bayamo; en mayo del 60 es nombrado jefe de la Zona C-20 Florida-Camaguey y en los días finales de agosto de ese año, llegó al territorio avileño, como delegado de la Zona C-19, sita en Máximo Gómez esquina Pasaje y la labor desempeñada en el sector de la Agricultura son dignas de elogiar, pues entregó títulos de propiedad de fincas y viviendas al campesinado, realizó Jornadas Científicas-Técnicas sobre derechos agrarios, profundamente trabajó con todas las organizaciones políticas y de masas, resolviendo las situaciones, de quienes se vincularon con èl.

    En octubre de 1968, al regresar de un viaje de estimulo por cinco países socialistas, donde se trocó la realidad su segundo deseo, arbitrariamente fue destituido de su cargo de director del INRA, pero no se amilanó, ni reclamó, sencillamente participó en movilizaciones diarias agrícolas en un Batallón Rojo, al opinar que a la Revolución se le servia de cualquier manera.

    Raúl Curbelo Morales, Primer Secretario del PCC en la provincia camagüeyana, encomendó al Teniente Olivera la creación del Plan Especial Coronel Marcial de Jesús Gómez Cardoso, el cual consistía en el cultivo de frutas menores con los pequeños agricultores y radicó en Mamonal, donde venció innumerables obstáculos, pero trasformó la zona y durante los años 74, 75 y 76 se logró cosechas record, màs de 165000 quintales de tomate y aproximadamente 90000 de fruta bomba.

    Fue fundador de la Asociación de Combatientes de la Revoluciòn.

    Presidente de la Sociedad de Amistad Cubana-Soviética.

    Fundador de los Órganos Locales del Poder Popular como delegado de su circunscripción por más de veinte años y diputado a la Asamblea Nacional. 

    Miembro del Comité Provincial del Partido.

    Participó como delegado en el Primer Congreso del PCC (1975) y en el segundo (1980), así como invitado en el tercero (1985) El suelo avileño lo acogió como hijo propio y el 7 de diciembre de 1996, le entregó la distinción Hijo Adoptivo de la Ciudad de Ciego de Avila. Olivera era extremadamente disciplinado y exigente, pero a la vez delicado para llamarle la atención a sus subordinados, muy paciente para escuchar y encontrar la solución más justa. El Teniente del Pueblo, se entregó incondicionalmente al socialismo, porque trabajó honrando a la Patria, al creer en la Revolución y con su ejemplar actuación la enriqueció.

    Físicamente desapareció el 27 de junio de 1998, pero los avileños tuvimos el privilegio de contar más de cuarenta años con un hombre, quien dedicó su vida al pueblo y a la Revolución y vivirá eternamente en las generaciones presentes y futuros de cubanas y cubanos. Enrique Agapito Olivera, poseedor de cualidades excepcionales, reflejados en su incansable actuar en la solución de los problemas, ya de índole político, económico o social, enemigo de lo mal hecho, con un don especial para movilizar, convencer y exhortar a las masas para el cumplimiento de cualquier tarea, nato orientador político ideológico, sin tener en cuenta credo ni afiliación política, quien sabia valorar los imprevistos y comportarse de acuerdo a las circunstancias con confianza plena y respaldo al partido.

    Es hoy el símbolo de la construcciòn del socialismo en la provincia de Ciego de Avila. Revolución, citó Fidel Castro: ….. es defensa de valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio, es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad, heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo. Es no mentir jamás, ni violar principios éticos. Es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas. Revoluciòn es unidad

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    La infancia, una de las etapas más hermosa de vida de toda persona, al estar colmada de risas, juegos, fantasía e infinita ternura; transcurrió, para Alfonso y sus hermanos, en un entorno indescriptible, donde las majestuosas palmas arrulladas por la suave brisa daban la bien venida a los ardientes rayos del sol que, irrespetuosamente, irrumpían en la vivienda plena de limitaciones y esforzado sudor; dada la ubicación rural en que estaba, pero, fueron años felices colmados de comprensión y amor donde Alfonso y Adrián trocaban en yuntas de bueyes dos botellas vacías y una caja de cartón era la carreta con las cuales, daban riendas sueltas a su inventiva, transportando la caña hacia el central; mientras Antonia y Josefa utilizaban botellas como muñecas, del maíz que cultivaba el padre para la alimentación familiar y la de los animales, cogían las pelusas como cabelleras y con retacitos las vestían.

    Por ser el juego la actividad rectora en este mundo de ilusión y fantasía también se recreaban con los juegos infantiles tradicionales, el chucho escondido, los agarrados, el coro, la gallinita ciega, trompos, bolas, quimbumba, papalotes y otros, que hacían las delicias de estos niños campesinos. Otras de las distracciones de estos infantes era, desde el amanecer, perderse en las guardarrayas, en búsqueda de nidos y cuantos animalitos que encontraban al paso. Luego, se dirigían hacia la arboleda cercana y trepaban los árboles para alcanzar la fruta preferida. Al mediodía, se dirigían al arroyuelo próximo a la casa; para darse un chapuzón y refrescarse del cálido verano tropical.

    Por las noches, no cesaba la actividad, pues, entonces, disfrutaban, cazando cocuyos entre la espesa vegetación, los cuales colocaban en pomos como chismosas. En 1920, Alfonso había cumplido 7 años, era un niño alto y de fuerte constitución y es entonces, cuando ese mundo de constantes juegos se trueca en conocimientos escolares; aprendiendo las primeras letras y números, con el viejo pesador de la colonia, quien, en tiempo muerto, se dedicaba a enseñar con una cartilla, pero, Alfonso y Adrián, por ser los mayores, alternaban el estudio con el trabajo pues ayudaban al padre en las duras labores del campo.

    Eusebio, como español, al fin, era muy austero; pero, a la vez, fue un padre muy preocupado por el porvenir de sus hijos; es por eso, que en el año 1921, adquirió una modesta vivienda en el poblado de Cruces, para facilitarles su educación; donde el primogénito cursó los grados primero y segundo, en los cuales, sus maestros se sorprendieron por la inteligencia y aplicación, demostradas en las clases por este. Como Eusebio, tenia la gran ilusión que Alfonso fuera médico, en 1923, lo internó en el prestigioso colegio de los Hermanos Maristas, en Cienfuegos, donde permaneció por espacio de cuatro años, hasta concluir el primer año de bachillerato.

    En esta institución religiosa tuvo como condiscípulo a Osvaldo Dorticós Torrado. 6 y desde entonces, practicó deportes pues hizo suyo el lema: Cuerpo sano en mente sana, integrando los equipos de basket y football de dicho centro, con los cuales participó en diferentes competencias deportivas estudiantiles. En el año 1927, se trasladó al Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, donde continuó los estudios; mientras que su hermano Adrián, dada la situación económica familiar, desde los 13 años comenzó a trabajar en los chuchos del central San Francisco,(hoy Marta Abreus); Quien, diariamente, viajaba a lomo de mula hasta Cruces para llevarle leche y viandas a la familia.

    En el curso 1929-1930, Alfonso vio interrumpido sus estudios, producto de una huelga estudiantil indefinida, de carácter nacional contra la tristemente célebre dictadura machadista, la cual culminó con la caída del sangriento régimen. En esta institución educativa Alfonso, se destacó tanto como estudiante y como deportista, pues, sus notas eran de altas calificaciones y formó parte del equipo de baseball del plante, pero, su conciencia juvenil fue capaz de interiorizar las funestas consecuencias del sistema imperante, por lo que tuvo una participación muy activa contra el gobierno de Gerardo Machado. En un arduo bregar, pleno de luchas y esperaza, por un futuro más luminoso, transcurrieron la niñez y adolescencia de uno de los muchos campesinos cubanos de la republica neo-colonial.

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    El General de brigada José Ambrosio Gómez Cardoso nació el 8 de diciembre de 1829 en Camagüey. Se le considera el principal exponente del mambisado avileño. Hombre de fuerte espíritu de lucha y de firmeza se convirtió en uno de los últimos en deponer las armas en el territorio avileño tras el Pacto del Zanjón y de los que en tiempos de la primera ocupación yanqui decidió no participar en la política.

    Falleció en la pobreza económica el 24 de abril de 1901, en un humilde hogar de la ciudad de Ciego de Ávila, lugar donde creció desde los primeros años de edad, procedente de Puerto Príncipe. Principales acciones Resultó uno de los protagonistas del Grito de Piedras, el 8 de noviembre de 1868, primer alzamiento de los independentistas de Ciego de Ávila en la Guerra de los Diez Años. Ascendió desde soldado hasta general. Participó en las batallas de Las Guásimas y Palo Seco, los combates de Pitajones y Lázaro López. Mantuvo constante actividad en esta contienda y en la Guerra del 95 a través y a lo largo de la famosa trocha militar de Jùcaro a Morón. Se destacó por su fidelidad incondicional al general Máximo Gómez.

    Por el magnífico conocimiento que poseía del teatro de operaciones militares dirigió dos de las principales unidades del Ejército Libertador que combatieron en el territorio avileño, integrada por combatientes del regimiento Castillo y la Brigada de la Trocha, en las que protagonizó acciones heroicas como el macheteo de El Pasto, el combate en el potrero Las Tasajeras y la toma del poblado de Ciego de Ávila, el 26 de mayo de 1876, bajo el mando del general Máximo Gómez. Con dedicación y efectividad desempeñó los cargos de Jefe de Comunicaciones y de Confidencias al oeste de La Trocha.

    Estuvo, además, al lado del Generalísimo en el primer cruce de la trocha el 6 de enero de 1875 y la travesía hacía el este del señalado enclave militar el 14 de noviembre de 1876 a causa del regionalismo en Las Villas. Lo acompañó en los difíciles momentos en que recibió las noticias sobre la caída en combate de Antonio Maceo Grajales y Panchito Gómez Toro y en la última carga pura al machete el 26 de noviembre de 1896. Contribuyó con sus misiones al éxito de la campaña de La Reforma realizada por el General en Jefe: custodió y envió municiones a través de la trocha y dirigió acciones de inteligencia. Trabajó con constancia y esfuerzo por la marcha y el funcionamiento de las prefecturas en sus zonas de operaciones, entre ellas las de San Nicolás, Vertientes, Piedrecitas, Macurijes y Magarabomba.

    Como jefe de la Brigada de la Trocha garantizó en mayo de 1897 la participación del mambisado a su mando al voto para la elección de delegados a la Asamblea de Representantes. A PARTE. Historia Comenzó su construcción el 12 de febrero del 2002, sobre un terreno ocioso propiedad de particulares. Luego se terminó un 16 de octubre del 2004. Construida de bloques, 2 plantas, desde sus inicios fue muy útil por la alta demanda de estudiantes que vivieran en la zona y tenían que desplazarse largas distancias hacia otros centros de este tipo de enseñanza para cursar sus grados. El nombre de la escuela fue dado por el valor histórico de la vida del brigadier José Gómez Cardoso.

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    Niñez y adolescencia

    Nació el 6 de diciembre de 1934, a las 2 de la mañana en la Ciudad de Ciego de Ávila, en la entonces Provincia de Camagüey. Hijo de padres naturales de Monte Líbano, Checrala Assef Assef y Badia Yara Dan, (1) es el menor de cuatro hermanos. Sus estudios primarios los realizó en el Colegio Champagnat Hermanos Maristas (actualmente Escuela Alfredo Álvarez Mola) donde culminó el sexto grado en 1948 y obtuvo varias Menciones Honoríficas por los resultados docentes (2) , posteriormente cursó estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de la propia ciudad, graduándose de Bachiller en Ciencias. Durante su etapa de estudiante en este centro docente, se destacó como líder estudiantil. Siendo aún un adolescente ingresó en la Juventud Ortodoxa.

    Clandestinidad

    En el curso académico 19531954, José Assef Yara (conocido por sus compañeros de lucha como el Moro Assef) ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de la Habana, donde se vinculó a los estudiantes que dirigían el movimiento de rescate de los valores éticos y revolucionarios del Alma Mater, encabezados por José Antonio Echeverría. Durante los años 19551956, junto con Pedro Martínez Brito, participó en acciones revolucionarias, encomendadas por José Antonio Echeverría, Presidente Nacional de la FEU. En cumplimiento de estas actividades, visitaron en múltiples oportunidades la Ciudad de Ciego de Ávila, para asistir al sepelio del Mártir Raúl Cervantes, denunciar la visita del tirano Batista a Ciego de Ávila y reforzar las actividades de la Huelga azucarera.

    En una de estas visitas de acciones revolucionarias fue capturado por los sicarios batistianos, siendo brutalmente torturado, quedándole secuelas que padeció durante el resto de su vida. Fue fundador del Directorio Revolucionario junto a José Antonio Echeverría, Faure Chomón Mediavilla, Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Servía y Pedro Martínez Brito entre otros. El 13 de Marzo de 1957, participó en la toma de Radio Reloj, junto a su inseparable amigo José Antonio Echeverría para cumplir así el compromiso contraído por los principales líderes del Directorio en México en la lucha del pueblo cubano por su liberación nacional.

    Labor Revolucionaria

    José Assef Yara

    Al Triunfo de la Revolución fue fundador y organizador de las Milicias Nacionales Revolucionarias (3) ocupó importantes responsabilidades en el Ministerio de Gobernación, del cual fue Viceministro. Desempeñó altas responsabilidades en el Ministerio de la Agricultura, (Director) fue comisionado de la capital en la antigua junta de coordinación e inspección, donde el Moro vio como se realizaban sus ideales en una revolución que llegó para quedarse.

    En 1964 logra terminar sus estudios de medicina interrumpidos desde 1956 al incorporarse a la lucha revolucionaria, el 27 de septiembre de 1975 se le otorga el título de especialista de primer grado en Ortopedia y Traumatología (4) y el 15 de julio de 1986 como Especialista de Segundo Grado de esta especialidad, (5) cuyo servicio dirigió en el Hospital Manuel Fajardo de Ciudad de la Habana, contando además con la satisfacción de impartir docencia en la Universidad Médica Cubana como Profesor Titular y miembro de esa categoría de la Sociedad cubana de Ortopedia y Traumatología(6) Participó activamente en eventos científicos presentando trabajos relacionados con: Brucelosis(6), entre otros.

    Al implementarse el programa del Médico de la Familia en el país en 1984, colaboró activamente en la realización del texto de Medicina General Integral aportando sus conocimientos en la redacción de los temas: Sacrolumbalgía (tomo3), Malformaciones de las extremidades inferiores (tomo 5), Tortícolis aguda (tomo 5), Osteo artritis (tomo 5), Esguince (tomo 5), dicho texto constituyó la bibliografía básica de la especialización desde que se publicó. (8) Combatiente, médico y trabajador internacionalista, participó en múltiples misiones especiales en Siria, Perú, Nicaragua y Honduras. Fue militante del Partido Comunista de Cuba desde su fundación y Mayor de la Reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

    Fallecimiento

    Muere víctima de una penosa enfermedad en Ciudad de la Habana, el 4 de diciembre de 2001 a la edad de 66 años. En el año 2002 fue declarado Hijo Ilustre de la ciudad de Ciego de Ávila. (9)

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    Síntesis biográfica

    Nació el 11 de febrero de 1941 en Ciego de Ávila, en la calle 2 entre Joaquín de Agüero y Chicho Valdés, reparto Vista Alegre. Hijo de Evelio Márquez Veitía y Eloísa Fraga Lago, de procedencia social obrera.

    Estudios

    Los primeros estudios los realizó en el colegio Champagnat, de los Hermanos Maristas, hoy centro escolar “Álvarez Mola”. Cuando apenas había terminado el sexto grado le pediría a su padre que lo sacara de allí, pues su forma de ser chocaba con el sistema de privilegios imperante en dicha escuela, ya que solo las medallas y los reconocimientos se les conferían a quienes los pagaban. Por ello, antes de concluir la primaria, lo trasladaron a la escuela “Enrique José Varona”, cuyo director era el educador marxista Oscar Gómez Casteli. De dicha escuela pasó al Instituto de Segunda Enseñanza de Ciego de Ávila, con brillantes notas. Allí se vinculó a muchos jóvenes revolucionarios.

    Personalidad

    Juan Antonio desde niño dio muestras de un temperamento rebelde, no concebía ciertos prejuicios de la época, entre ellos la práctica racista. Su mejor amigo era un niño negro, no obstante al tabú que esto representaba en la vida provinciana. El medio familiar desempeñó un importante papel en la formación del carácter de Juan Antonio, la abuela, de origen norteamericano, renegaba con frecuencia de las injusticias del modo de vida estadounidense. El padre, pequeño comerciante miembro del Partido Auténtico, rompió con este al poco tiempo de la toma de posesión del presidente Ramón Grau y se unió al Partido Ortodoxo desde su fundación en Ciego de Ávila. Gustaba de la música y el deporte, en este último se destacó practicando pesas y béisbol. Llegó a integrar la Federación Atlética Nacional Amateur lnter-Institutos.

    Trayectoria revolucionaria

    El 10 de marzo de 1952, el dictador Fulgencio Batista y otros servidores del imperialismo consumaron el golpe militar que concitó la repulsa de todo el pueblo cubano. La familia Márquez-Fraga se opuso desde los primeros momentos al régimen anticonstitucional que impuso Batista y cuando se produjo el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, estuvo entre los que se solidarizaron con el joven abogado Fidel Castro y sus compañeros. A partir de 1955, su casa devino centro de reuniones clandestinas del M-26-7. En estas reuniones participaban, entre otros, Ñico López, Cándido González, Pedro Martínez Brito y otros. Adolescente aún, Juan Antonio conoció esas experiencias conspirativas.

    En el instituto, se vinculaba con Jesús Suárez Gayol y otros estudiantes que coincidían en la idea de oponerse en forma violenta a la tiranía batistiana. El 6 de diciembre de 1955 figuró entre los jóvenes que exhortaron a la población avileña a través de Radio Cuba para que asistiera al acto de apoyo a los obreros azucareros, quienes iniciarían la huelga al día siguiente. El grupo lidereado por Suárez Gayol integrado por Martínez Brito, Ricardo Pérez Alemán, Roberto Rivas Fraja, Juan Antonio Márquez y otros, irrumpió en el parque “Martí” lanzando sillas y quemando neumáticos en las calles del pueblo. Los agentes de la dictadura arremetieron contra los jóvenes con sus palos, pero estos se reagruparon y frente al hotel Sevilla desplegaron una bandera cubana. Suárez Gayol lanzaba ardientes arengas desde un sillón de limpiabotas. Ya en retirada, Márquez y Roberto Rivas dieron muestras de valentía al reavivar, cara a cara con los policías, el fuego de unos neumáticos.

    Clandestino

    Tras el desembarco del yate Granma las fuerzas policiales del régimen de Batista, incrementaron la represión, tratando de contener la rebeldía generalizada. La casa de Juan Antonio fue allanada en más de una ocasión por las fuerzas represivas del régimen, quienes siempre trataron de apresar tanto a Juan Antonio como a su padre, ya que ambos militaban en el M-26-7 y participaban en numerosas acciones, sobre todo se destacarían durante la Huelga del 9 de abril de 1958, cuando se lanzaron a la calle para movilizar a los ciudadanos. A partir de este momento, padre e hijo tuvieron que pasar a la clandestinidad más absoluta, pues eran muy buscados por los esbirros, quienes tenían órdenes de asesinarlos.

    Después del triunfo revolucionario

    El triunfo de la Revolución sorprendió a Juan Antonio Márquez en la casa donde se hallaba oculto. De inmediato se puso a las órdenes de los jefes del Ejército Rebelde que entraron en la ciudad y participó en la organización de la huelga general. Luego fue a trabajar al Departamento de Cartera Dactilar Diplomática del Ministerio de Gobernación, pero su carácter dinámico no se adaptaba a las labores burocráticas y regresó a Ciego de Ávila. En el instituto de esa ciudad se integró a las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) en las cuales permaneció hasta su ingreso, como auxiliar, en el Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER).

    Al fusionarse las milicias estudiantiles con las obreras y campesinas, Juan Antonio pasó a un campo de entrenamiento, donde se destacó por su gran actividad. Figuraba entre los primeros en el escalamiento de sogas, en las prácticas de tiro o en las avanzadas a rastras bajo las alambradas. Concluida esta preparación, fue designado para cumplir misión como auxiliar del Departamento de Seguridad del Estado, en el que realizó guardias, patrullajes, registros y detenciones.

    En 1960 fue nombrado miembro activo del Departamento de Seguridad del Estado. Por sus cualidades revolucionarias y personales, fue seleccionado para Integrar la guarnición. Ese mismo año fue enviado a la escuela “Osvaldo Sánchez Cabrera” en La Habana, para cursar estudios de la especialidad a la cual pertenecía. En esta escuela permaneció por espacio de 11 meses. Al terminar sus estudios comenzó a realizar actividades propias del Departamento de Seguridad del Estado, las que desempeñó cabalmente, no vacilando nunca en arriesgar la vida con tal de llevar a cabo una misión. Más de una vez fue recibido a balazos por los contrarrevolucionarios.

    Delegado de la Seguridad del Estado

    Por sus méritos, fue designado Delegado de la Seguridad del Estado en Guáimaro, función que realzaba cuando murió. Su abnegación y entrega al trabajo, hicieron de él un jefe querido y respetado. “Siempre que se discutía algo valoraba el contenido de cada una de sus palabras. Velaba por no herir la sensibilidad de los compañeros. “En lo personal, se mostraba atento y receptivo ante las indicaciones y sugerencias de los superiores. Antes de cada reunión semanal se preparaba con esmero para contestarlo todo bien. Todos éramos soldados. Ese era el grado que ostentaba cuando murió.”

    Muerte

    El bandido Roberto Castro fue ubicado en Guáimaro y a Márquez se le ordenó detenerlo. Ya en la región, ultimó todos los detalles. El día anterior, el joven miembro de la Seguridad había trabajado intensamente; incluso, en una carretera de Guáimaro, había sido víctima de un atentado del que salió ileso. A las 3:00am del 1 de diciembre de 1962, llegó el aviso de iniciar el operativo. Márquez dormía pesadamente. Sus compañeros salieron hacia el punto indicado sin llamarlo, pero algo se olvidó y regresaron. Entonces despertó. De inmediato, asumió el mando del grupo. La casa donde se encontraba el elemento contrarrevolucionario fue rodeada, Márquez decidió entrar. Al tocar a la puerta, la abuela del bandido lo recibió y negó la presencia de su nieto. Mas la información era fidedigna. Sin abandonar su actitud caballerosa y sin perder la serenidad, Márquez penetró en el inmueble.

    Llevaba una pistola calibre 45, que no tuvo oportunidad de utilizar, pues Roberto Castro, aprovechando la oscuridad de la noche, disparó contra este. Su compañero de acción, el cabo Miguel Hernández Pérez, tratando de socorrerlo, entró en rápidamente a la casa y también es herido de muerte. No obstante la gravedad de las heridas, logra eliminar al asesino contrarrevolucionario. Mueren así dos aguerridos combatientes del Ministerio del Interior.

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    Datos biográficos El día 7 de enero de 1935 nace en la calle que hoy lleva su nombre, en el antiguo barrio del Sur de Ciego de Ávila, Pedro Pablo Martínez Brito, en el seno de una familia humilde, de la que es el sexto de los siete hermanos. En medio de las estrecheses económicas del hogar y del padecimiento de bronquitis asmática que lo afecta desde su nacimiento, dio sus primeros pasos y crece el niño vivaracho, pícaro y cariñoso que familiares y amigos apodaron “Pillín”.

    Pese a las dificultades económicas del hogar, el padre y los hermanos mayores, obligados a dejar prematuramente los libros para ayudar el sustento del núcleo familiar, se propusieron que “Pillín” hiciese estudios aunque, para ello, tuviesen que llegar a los mayores sacrificios. Sus primeros estudios Cursa las primeras letras en la Escuela Privada “Sorriba”, donde se destaca por su interés en el estudio, disciplina y formalidad. Concluido el segundo grado en este centro, matrícula en la Escuela de Calle 3 e Independencia, donde cursaría tercero y cuarto, continuando estudios en la Escuela Privada “Belda” hasta concluir el sexto grado. Manifiesta gran interés y respeto hacia la historia y los símbolos de la patria. Después de vencer satisfactoriamente el exámen de ingreso, matricula oficialmente el 15 de agosto de 1949 en el Instituto de Segunda Enseñanza de su Ciudad Natal, con el expediente Nº 2472.

    Contaba entonces 14 años de edad. Líder estudiantil desde su ingreso en el Instituto, Pedro P. Martínez Brito se destaca como líder del estudiantado y ocupa diferentes cargos en la Asociación de Alumnos, de la que llegó a ser su vicepresidente. Así dio sus primeros pasos hacia el libro de la historia quien fuera apodado cariñosamente por sus compañeros “Pájaro Loco”. El Golpe del 10 de marzo de 1952, que conmovió a toda la opinión pública del país, tuvo en el estudiante avileño un efecto detonador que llevó a airadas protestas y manifestaciones de repudio parte de estos y, en las primeras filas marchaba Pedro, que fue uno de los primeros en recibir la embestida de la policía que bajo la fuerza de las bayonetas y la porra disolvió las mismas.

    La situación política imperante despertaba en los sectores estudiantiles y obreros la conciencia de la necesidad de profundas transformaciones. Se continúan las acciones de protestas como repudio a tal situación y, en primera línea la figura de Pedro Pablo Martínez Brito junto a Ricardo Pérez Alemán, Pedro Ballester y otros prestigiosos ayudantes; dirigiendo y organizando actos cívicos que la mayoría de las veces finalizaban con la brutal represión de la policía, de la que fue víctima en más de una ocasión el propio de Pedro. Una de las mayores manifestaciones realizadas por el estudiantado avileño se produjo a raíz de los hechos del Asalto Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y como repudio a los crímenes que la tiranía comete en la ciudad santiaguera. Obra revolucionaria desde el estudiantado Consciente de la necesidad de llevar a cabo la lucha contra el régimen en una forma organizada, ingresa en las organizaciones revolucionarias surgidas al calor de la situación que existe en el país.

    El 9 de diciembre de 1953 se crea la Federación de Estudiantes del Instituto de Camaguey (FEIC). Pedro participa en la fundación de la misma formando parte de la representación del Instituto de Segunda Enseñanza de Ciego de Ávila, siendo electo Delegado al II Congreso de Estudiantes en la Universidad de Oriente. Los estudiantes avileños lograron importantes victorias en el enfrentamiento a la dirección del plantel y a los dogmas establecidos para la Segunda Enseñanza, así se les reconoció el derecho a plantear sus criterios relativos a la calidad de las clases, la capacidad de algunos profesores, las exigencias de los programas y exámenes.

    En esta lucha siempre se hallaba presente Pedro P. Martínez Brito, quien con su limpieza moral y los claros principios, se enfrentaba decididamente a las lacras que corrompían al Centro Docente. Siendo Secretario de la Asamblea de Estudiantes del Instituto de Ciego de Ávila y Delegado de la Federación de Estudiantes del Instituto de Camaguey (FEIC), participa en el III Congreso Nacional de Estudiantes Secundarios del 7 al 8 de mayo de 1954 en la Universidad de la Habana. La organización estudiantil se va convirtiendo en un poderoso órgano de lucha revolucionaria en que Pedro P. Martínez Brito tiene su escuela política y es la época en que se consolidan sus convecciones. Durante este período conoce y establece estrecha amistad con Jesús Suárez Gayol, amistad fundada en una plena coincidencia de principios e ideas Rebeldía del joven.

    En diciembre de 1954 en ocasión de la fiesta de fin de año, Pedro, junto a José Aseff (El Moro) y otros compañeros, quemaron un arbolito de navidad que habían puesto en el Parque “Martí”, de Ciego de Ávila los elementos de la burguesía, hecho que constituyó una muestra de repudio hacia la clase explotadora. Concluye sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de Ciego de Ávila en el curso 1954 – 1955, recibiendo el título de Bachiller en Ciencias el día 5 de octubre de 1955 en acto efectuado en el Teatro “Principal” de esta ciudad.

    Durante la actividad de graduación se puso de manifiesto la enorme popularidad y cariño que gozaba Pedro, no sólo como líder estudiantil, sino como un decidido combatiente que junto al sector obrero había enfrentado en más de una ocasión a los sicarios de la tiranía, recibiendo en propio cuerpo la represión que seguía a cada manifestación y a cada huelga. Combatiente del pueblo ya Pedro no era sólo un líder estudiantil, sino un combatiente del pueblo por conquistar la verdadera independencia. Por eso su presencia era doblemente aplaudida por todos los asistentes a aquel acto de graduación.

    El 16 de mayo de 1955, después de casi dos años de duro encierro, salían de la Cárcel Modelo de la Isla de Pinos, Fidel Castro y sus compañeros de armas de la acción del Moncada. En la amnistía a los revolucionarios jugó un papel decisivo la opinión popular que presionaba a la dictadura. Ya en libertad, Fidel continuó su lucha contra el régimen, denunciando desde las páginas del periódico “La Calle” los vicios y lacras de la tiranía y señalaba al pueblo el camino correcto a seguir. El carácter siniestro y represivo de la “libertad de expresión” entonces reinante en el país, se hizo sentir con la clausura del diario “La Calle” y la amenaza directa del tirano en junio de 1955 al líder revolucionario.

    La represión desatada por la tiranía obligó a Fidel a abandonar el país, no sin antes enviar con fechas del 7 de julio a algunos líderes políticos, una carta en que decía “Me marcho de Cuba, porque me han cerrado todas las puertas de la lucha cívica. Después de 6 semanas en la calle estoy convencido más que nunca de que la dictadura tiene la intención de permanecer veinte años en el poder… Como martiano pienso que ha llegado la hora de tomar derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. Residiré en un lugar del Caribe. De viajes como éste no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”.

    Esta es la situación que vive el país cuando el 16 de noviembre de 1955, Pedro Pablo Martínez Brito matricula en la Facultad de Ciencias Comerciales en la Universidad de la Habana; especialidad ésta que le posibilita buscar un empleo en el Gabinete de Contabilidad u otra empresa, que le permitiera costearse los estudios, ya que la situación económica de la familia no permitía a su padre y a sus hermanos sufragar estos. En 1955 es reelegido José A. Echeverría Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria FEU. Pedro Martínez Brito, que al ingresar en la Universidad establece de inmediato contacto con los dirigentes estudiantiles a través de José Aseff (El Moro), se vinculará con el gran líder y será uno de sus más cercanos colaboradores.

    Elegido Delegado de su facultad, la actividad de Pedro es constante movilización de estudiantes hacia las acciones que se desarrollan en repudio al régimen de opresión que vive el país, a la vez que se prepara para sus acciones futuras. Los acontecimientos nacionales se recrudecen. La FEU mantiene en la capital el espíritu de rebeldía. Organiza constantes actos en la calle que elevan la tensión del pueblo y mantiene la perenne denuncia contra el régimen. En los meses finales de 1955, Echeverría y sus compañeros fundan el Directorio Revolucionario organismo de vanguardia en la lucha, que impulsa junto con la FEU las jornadas constantes contra la tiranía.

    En diciembre de 1955 es interceptada la manifestación de estudiantes que se dirige al bufete del Doctor Torriente y golpeados una vez más sus integrantes. Hechos similares se producen en el Estadio de la Habana, en el Parque Maceo y numerosos lugares de la capital y, siempre, en las primeras filas, se encontraba presente Pedro Martínez Brito. Sus compañeros de aquellas jornadas lo recuerdan como muy dinámico y de valor personal extraordinario. Integrante del Directorio Revolucionario.

    Como integrante del Directorio Revolucionario manifestó en diferentes acciones, además de una gran disciplina y valor a toda prueba, una extraordinaria capacidad para organizar a las masas; se le encomendaron tareas de gran envergadura como la de fundar el Directorio Revolucionario en Ciego de Ávila, donde hace contacto con los elementos de más alta conciencia revolucionaria, orientándoles las acciones contra la tiranía. Al producirse el movimiento de huelga de los trabajadores azucareros en diciembre de 1955, la solidaridad del estudiantado no se hizo esperar.

    El Directorio Revolucionario acordó enviar sus más activos representantes al interior de la Isla para estrechar la Alianza Obrero – Estudiantil. A Pedro P. Martínez Brito se le encomienda la misión de organizar y dirigir el movimiento estudiantil en Ciego de Ávila en apoyo a los obreros azucareros en huelga, junto a Pedro se hallaba en esta oportunidad su compañero José Aseff (El Moro). En la calle Marcial Gómez, la policía hacía a los transeúntes recoger la basura regada en la calle por los huelguistas. Aseff previene de lo que sucede a Pedro, pero éste insistiendo y sin hacer caso del peligro, toma dicha calle, lo que no hizo Aseff. Martínez Brito se negó a cumplir el mandato de la policía, recibiendo una golpiza por la que tuvo que ser trasladado al hospital de la ciudad y de allí al Cuartel, del que fue liberado por la gigantesca ola de protesta desarrollada por el pueblo ante tal hecho. Se vio precisado a guardar cama por varios días y recibe la visita en su casa de José A. Echeverría.

    La situación en la capital de la República era tensa y Pedro, apenas repuesto, marcha de nuevo para La Habana, eran los primeros días del año de 1956. Poco antes del triunfo revolucionario A principios de este año, Fidel lanza desde el extranjero, a nombre del “Movimiento 26 de Julio”, los manifiestos 1 y 2 dirigidos al pueblo, que lograron una amplia circulación. En ellos se convocaba de nuevo a la pelea y se prometía ser libres o mártires en ese año.

    En toda Cuba se trabajaba arduamente en la organización y adiestramiento de los elementos que apoyarían el reinicio de la lucha armada. El estudiantado universitario, dirigido por la FEU, realizaba actos de calle y mantenía en alto la bandera de la rebeldía. Su líder José A. Echeverría de paso por ciudad de México, suscribe con Fidel un documento llamado “La Carta de México” que sellaba el compromiso de los estudiantes de combatir con los compañeros del M-26-7 cuando, tras el desembarco, se reiniciaría la lucha armada. Este compromiso se vio cumplido cuando a sólo tres meses del desembarco del Yate Granma, el Directorio Revolucionario llevó a cabo el Asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, en una acción sincronizada.

    Estas acciones respondían a un plan cuidadosamente elaborado por el Directorio Revolucionario y el Doctor Menelao Mora Morales, quien caería en aquella gloriosa gesta que tuvo lugar el 13 de marzo de 1957. Mientras se libraba el ataque a Palacio en un combate a muerte, a las 15:14 horas llegaban a la Radio Emisora C.M.Q en la calle Nº 23, en el Vedado, José A. Echeverría, Carlos Figueredo, Fructuoso Rodríguez, Pedro_Martínez_Brito, Joe Westbrook, Aseff y otros compañeros. Las palabras de José A. Echeverría quedarían interrumpidas, enardecieron al pueblo e hicieron temblar a los sicarios de la tiranía. Al retirarse de la Emisora por la calle Jovellar, cayó mortalmente herido el heroico presidente de la FEU, teniendo que replegarse los demás combatientes.

    Aquella jornada demostró que el movimiento insurreccional seguía ganando fuerzas en toda la Isla y puso en evidencia el espíritu de lucha del pueblo cubano. Dio a todos los luchadores por la libertad de Cuba la certidumbre de que un día se cumplirían las proféticas palabras de José A. Echeverría: “Si caemos que nuestra sangre señale el camino de la libertad, porque, tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo… Pero en definitiva es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzar el triunfo”. El estado de ánimo de los que iban a participar en aquella gloriosa acción es señalado por Faure Chomón con las siguientes palabras: “Puedo afirmar que en aquellos momentos sentimos que aquel era el día más feliz de nuestras vidas.

    Creo que todos los sentimos así, pues la moral de todos los compañeros fue muy alta y realmente había gran júbilo entre los hombres de nuestro comando”. Perseguido por la tiranía En estas palabras se retrata entre otros tantos a Pedro Pablo Martínez Brito, que había hecho suyas las palabras de Fidel “de ser libres o dar la vida por la libertad de la patria”. Pedro como otros tantos combatientes de aquella jornada gloriosa, tuvo que pasar a la clandestinidad.

    Los esbirros de Ventura conocían sus señas y andaban en su búsqueda. Refugiado en casas de familiares y amistades no se resignaba a la inactividad, ansiaba salir a la calle y continuar la lucha frente al enemigo. Sin embargo recibió la orden de la organización de tomar el camino del exilio, pues su vida corría un grave peligro. Exilio Aislado en la embajada de Brasil obtiene un pasaporte para ese país de Sudamérica, al cual nunca llegó porque al hacer escala el avión en la ciudad de Panamá el 2 de junio de 1957, Pedro se quedó clandestinamente en este país, donde estableció contactos con los estudiantes de la Universidad Nacional de Panamá, los que gestionaron ante el gobierno se aceptase legalmente su permanencia en tierras panameñas.

    En Panamá matricula al iniciarse el 1957 – 1958 en la Facultad de Administración Pública (Comercio) en la Universidad Nacional; pero este país no formaba parte de los centros de emigración política de la juventud cubana y, por ello, se trasladó a los Estados Unidos; estableciéndose primero en Nueva York y más tarde en Miami donde residía un núcleo considerable del Directorio Revolucionario en el exilio. Allí fue nombrado tesorero del Directorio Revolucionario, responsabilidad que cumplió a cabalidad.

    En Miami se organizaba la expedición que al mando de Faure Chomón debía desembarcar en tierras cubanas y abrir el frente del Directorio Revolucionario 13 de marzo en las Sierras del Escambray. A Pedro P. Martínez Brito se le encomienda la tarea de viajar a Cuba para organizar todas las condiciones necesarias que garantizarían el arribo de la expedición y la apertura del frente guerrillero; se necesitaba para esta acción a un hombre valiente, decidido y conocer de todos los miembros de la organización, tanto en la Habana como en Camaguey, por cuyo territorio debía arribar la expedición, por eso nadie dudó de que la misión asignada sería cabalmente cumplida. Así a finales de enero de 1958, arriba a tierras cubanas a bordo del vapor “Reina Isabel”, como camarero. Inmediatamente hace los contactos pertinentes y cumple las instrucciones que traía de Faure Chomón.

    En el viaje realizado a Camagüey vio por última vez la querida ciudad de Ciego de Ávila, que lo vio nacer y donde se inició su carrera de revolucionario sin tacha. Al regresar a la Habana de su viaje a Camagüey, le comunican que había sido nombrado Vicepresidente de la FEU e integra los grupos de acción del Director Revolucionario, en los que cumple peligrosas acciones.

    Ya a mediados del año 1958, Pedro Martínez Brito estaba como se dice en el argot revolucionario, totalmente quemado, fichado y perseguido por la policía, no podía prácticamente moverse, por ello recibe la orden de incorporarse a las fuerzas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, que desde los primeros meses de 1958 se habían establecido en la zona montañosa del Escambray. No pudo cumplir la orden de inmediato por la llegada de estudiantes universitarios extranjeros a los que debió atender en su condición de Vicepresidente de la FEU.

    Muerte

    El día 10 de octubre de 1958, es abatido por los sicarios de la tiranía junto a su compañero José (Tato) Rodríguez Vedo, en la calle B entre 19 y 21, en el Vedado. Alrededor de los acontecimientos de la muerte de Pedro P. Martínez Brito se han tejido diversas versiones. Se plantea por unos que al ser sorprendidos en el Apartamento Nº 27 del Edificio Nº 459 de la calle B entre 19 y 21, en el Vedado, Pedro se lanza en busca de un arma que escondía o parecía esconder en la cama y es baleado por la policía, entonces Tato se lanza por la ventana muriendo en el pavimento de la calle al caer desde el tercer piso.

    Otra versión señala que, al saberse rodeados, ambos jóvenes suben a la azotea del edificio, Pedro salva distancia con un edificio vecino de un salto. Pero Tato no pudo hacerlo y cayó a la calle donde fue rematado por los esbirros con una ráfaga de ametralladora, en tanto Pedro que trata de salir del edificio por la calle opuesta es apresado por la policía y conducido al apartamento donde trata de alcanzar un arma que tenía en la cama, es asesinado de un tiro en la cabeza y arrastrado por los pies hasta el primer piso, golpeándose y desbaratándose la cabeza. Las diversas versiones coinciden al señalar que Pedro Martínez Brito murió como había vivido su corta vida: luchando frente a frente con el enemigo a quien odiaba.

    La noticia de la muerte de Pedro provocó en el pueblo avileño una ola de indignación como jamás se había observado, encabezada por el sector estudiantil, una gran manifestación popular hizo potente su odio y condena al régimen bajo la amenaza y represión de la policía. Se decretó duelo y todas las escuelas cesaron sus clases, o bien porque los maestros se sumaron al sentir popular o porque los estudiantes del Instituto se lo exigieron. Cuando llegó a Ciego de Ávila el cadáver de Pedro Pablo Martínez Brito fue recibido por una multitud enardecida que, enfrentando a la policía que rodeaba la casa, acompañó a su querido compañero hasta su tumba. Durante el velorio los estudiantes colocaban letreros en las coronas de “Abajo Batista”, “Viva la Revolución”.

    Cuando salió el cortejo fúnebre hacia el cementerio, se desplegó una bandera cubana de dimensiones extraordinarias y se entonó el Himno Nacional por miles de asistentes, que manifestaban su dolor por la muerte del querido compañero y su indignación por el régimen de terror y opresión que vivía el país. En el cementerio aparecieron incontables banderas del M-26-7 y del Directorio Revolucionario. Se escuchó un potente: “Abajo Batista”, “Viva Fidel” y como respuesta una ráfaga de ametralladora disparada al aire por uno de los tantos soldados que rodeaban el cementerio.

    Al cumplirse ya 48 años de su muerte, el recuerdo de Pedro Martínez Brito está presente en cada estudiante, obrero o soldado de la patria que con la misma decisión y firmeza que él tuvo para enfrentarse a la oprobiosa tiranía hoy luchan por defender a nuestra invencible Revolución del poderoso imperialismo norteamericano, se continúa librando la Batalla de Ideas por la liberación de nuestros Cinco Héroes Presos injustamente en las cárceles del Imperio y por mantener nuestras conquistas alcanzadas.

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    Ricardo Pérez Alemán. Fundador del movimiento 26 de julio en Ciego de Ávila e integrante de una de sus primeras células participó activamente en misiones clandestinas. Sus Inicios Nació en la ciudad de Ciego de Ávila el 24 de agosto de 1932, en el seno de una familia honesta, revolucionaria y modesta, hijo de Ricardo Pérez Trejo e Isabel Alemán Muñoz.

    Su niñez se desarrolló atada a la situación económica de su familia la cual no era satisfactoria, su padre a duras penas trabajaba para obtener un mínimo salario con el cual mantendría a su familia y poder pagar los estudios a sus hijos. Trayectoria estudiantil Ricardito cursó la primera enseñanza en la escuela Enrique José Varona, privada, ubicada en la esquina de Bembeta y Marcial Gómez. Fue integrante de la banda rítmica del plantel. Asistía siempre a todos los desfiles y actos cívicos. Más tarde quiso estudiar comercio para lo cual acudió a casa de un particular que era quien podía proporcionarle las teorías, pero desafortunadamente no pudo estar mucho tiempo en estos estudios, la situación poco favorable de sus padres no le permitían el pago de los mismos. Los momentos libres los dedicaba a criar animales, especialmente cotorras y periquitos. Era un niño respetuoso y educado.

    En 1954 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Ciego de Ávila. Allí ganó amigos por su habilidad y simpatía para tratar con la gente, su sonrisa contagiosa y su apariencia agradable. Asistía puntualmente a clases y cumplía con sus deberes; pero pronto se reveló contra los métodos y las medidas represivas que se venían tomando contra las manifestaciones estudiantiles, así fue naciendo en él la rebeldía y comenzó a destacarse como líder revolucionario. Rápidamente las fuerzas batistianas se dieron a la tarea de su implacable persecución. Fue elegido presidente de la Asociación de Alumnos del Instituto.

    Ya en 4to año de bachillerato sus estudios se veían interrumpidos constantemente por las huelgas y acciones de calle. Para aprobar las asignaturas tenía que realizar exámenes extraordinarios porque no lo dejaban entrar a clases. Paralelo a sus estudios de Segunda Enseñanza, trabajó como mecánico dental. Tenía el propósito de matricular en la Facultad de Odontología de la Universidad de la Habana, después que terminara el bachillerato. Era aficionado al deporte de caza submarina, donde sobresalió notablemente, además practicaba otros deportes.

    Para él la literatura ocupaba uno de los lugares favoritos; era un asiduo lector de revistas y periódicos ya que a través de ellos veía la mentira en su máxima expresión con la cual era sobrellevado el pueblo cubano. Mediante estos documentos podía obtener una base para llevar a cabo sus propagandas en contra del gobierno y la explotación a los cubanos. Actividades revolucionarias Los acontecimientos del 7 de diciembre de 1955, cuando la policía esbirra batió a palos y tiros a los manifestantes revolucionarios y que cayó herido Raúl Cervantes fueron suficientes para que Ricardito encabezara una gran manifestación estudiantil, repudiando ese inaudito acto.

    Fue uno de los cubanos de su época que estuvo dispuesto a lanzarse a la lucha por defender a su patria de las garras de la tiranía. En estos momentos cualquier demostración de rebeldía constituía un delito, él conjuntamente con otros compañeros de estudio y trabajadores dirigieron numerosas acciones de protesta contra la miseria moral de la dictadura, en muchas ocasiones personalmente tuvo que enfrentarse a puño limpio con los esbirros en las calles de su pueblo.

    En una de estas ocasiones frente al Instituto donde cursaba la Segunda Enseñanza, los estudiantes dirigidos por Ricardo Pérez Alemán en repudio a un profesor, el cual estaba en contra de las luchas del movimiento revolucionario y servidor al tirano, elaboraron un muñeco de trapo el cual personificaba a dicho señor; después de haberse realizado un mitin relámpago de protesta se procedió a quemar el muñecón encaminándose más tarde hacia la casa del batistiano, donde hicieron patente una vez más su descontento y desprecio al mismo. La fachada de su casa fue rallada con consignas y críticas desfavorables a su persona. A cada momento el profesor le anexaba a los expedientes de estos alumnos actas y cartas como pretexto para expulsarlos seguidamente del plantel.

    En repudio a esto Ricardito al frente de otros compañeros determinan eliminar estos documentos pegándole candela. Esta acción se realiza más de una vez, pero en una de esas fue su expediente uno de los destinados a desaparecer, el cual se conserva hoy día ya que quedó semiquemado. En los primeros días de 1957 se dio a la tarea de preparar junto al compañero Carlos Ceballos una química que traían de Camagüey para elaborar obuses para hacer disparar los morteros. A Ricardito se le dio la tarea de hacer explotar los obuses en cualquier parte de la ciudad siempre que existiera la oportunidad. Conjuntamente con Pepe el Toro confeccionó otros obuses que sirvieron para el desarrollo exitoso del movimiento 26 de julio y el movimiento revolucionario en general.

    El 19 de abril de 1957 fue detenido un grupo de combatientes por ser acusados por delito contra los poderes del Estado y sabotajes. En este grupo se encontraban Ricardo Pérez, Mariano Poveda, Raúl Bolufé y otros. Tripulaban el automóvil chapa 162-527. Se les efectúo un registro en el vehículo, ocupando debajo del asiento trasero gran cantidad de proclamas del movimiento 26 de julio y un petardo de dinamita con su mecha. También les ocuparon un ejemplar de la revista Alma-Mater y un folleto para los combatientes del movimiento 26 de julio. Urgencia ratificó la prisión de los detenidos y dispuso unir las diligencias al sumario 220 de 1957… El juicio fue suspendido debido a que varios testigos no comparecieron. Días más tarde les dieron la libertad.

    Debido a su carácter dispuesto y abnegado por su patria no vaciló al proponérsele la tarea de tomar o atacar la Emisora de Radio Cuba, luego se encaminó hasta las proximidades de la jefatura de la policía junto a Eduardo Pérez, Everildo Vigestaín y tumbaron el alumbrado eléctrico a las 7:59 P.M en las calles Honorato Castillo y Marcial Gómez. Fue detenido pero pronto lo liberaron al no existir pruebas de su culpabilidad, a pesar de todo primero fue maltratado y atropellado por los esbirros tiránicos. También estuvo presente en la manifestación de protesta realizada por el movimiento avileño al producirse el asesinato del joven revolucionario Frank País.

    Fundador del movimiento 26 de julio en Ciego de Ávila e integrante de una de sus primeras células participó activamente en misiones clandestinas donde tuvo entre sus compañeros más cercanos a Roberto León, Everildo Vigestaín, los hermanos Triana, Feliberto Ávila, José Lestayo y los mártires Pedro Martínez Brito, Pedro Ballester y Ramón Domínguez de la Peña.

    Participó en muchas acciones como tirar cadenas a las líneas eléctricas, tirar carteles de protesta contra el tirano, vender bonos del movimiento 26 de julio, recoger armas y municiones, practicar tiro. La represión aumentó grandemente producto a la valiente e incansable resistencia del M-26-7 en la ciudad avileña, esto hizo que Ricardito se trasladara para La Habana donde se le hizo muy difícil desarrollar sus acostumbradas acciones propagandistas. Allí estuvo muy poco tiempo mientras hacía los preparativos con vista a su partida para La Sierra Maestra.

    A mediados de agosto cuando su inseparable amigo Everildo Vigestaín cumplía cadena en una cárcel en la provincia Villaclareña recibió un pequeño embase de pasta dental, donde Ricardito le hacía llegar a su amigo preso la noticia de su partida a las montañas. Incorporación al Ejercito Rebelde Asediado por los esbirros se incorporó al Ejército Rebelde el 1ro de agosto de 1958 en la Sierra Maestra. Al poco tiempo de llegar a la Sierra obtiene el grado de Teniente. Cuando se fundó la columna 11 “Cándido González” pasa a formar parte de ella, donde era jefe de la escuadra No.2. La Columna 11 bajó de la Sierra Maestra para operar en los llanos de Camagüey.

    El día 8 de septiembre, durante la marcha por el territorio Oriental se cometieron indisciplinas que violaban las órdenes dadas por Fidel y comprometieron la seguridad de la columna. El día 22 penetraron en la provincia de Camagüey. El 24 por la noche iniciaron marcha rumbo a la finca Laguna Baja. En este sitio el capitán Jaime Vega contacta con la dirección del movimiento 26 de julio del central Francisco para que situara en el lugar adecuado algunos camiones que le sirvieran para trasladarse ese día. En la noche del 25 se inició la marcha rumbo al batey de Sitio Viejo, extremando las medidas de seguridad ante la cercana presencia del enemigo.

    Posteriormente los combatientes abordaron los vehículos y partieron hacia la finca San Miguel del Junco donde arribaron al amanecer del día 26. Aquí se produjo el primer combate de la Columna No.11. En esta acción el enemigo sufrió 3 muertos y 4 heridos y el movimiento 26 de julio perdió a un valiente militante de la zona. El jefe de la Columna decidió emprender la marcha esa misma noche con el propósito de impedir que unidades del ejército lo cercaran, esta decisión fue cuestionada por algunos oficiales, ya que el plan preveía la utilización de vehículos para el transporte de la Columna. Se detuvo a un individuo que dijo nombrarse Rolando Cantero, quien llevado a presencia del jefe de la columna fue enviado a comprar gasolina.

    La tropa se trasladó a pie hasta el batey de Pino 4 donde estaban situados los vehículos. Aquí se le informó al Jefe de la Columna sobre la vinculación de Rolando Cantero con el ejército enemigo. El Capitán Vega no prestó atención a la información recibida y continuó los preparativos para la partida. Ya en horas de la noche, ante la certeza de una delación, la tropa opinó que era necesario continuar la marcha a pie y lo más rápido posible, pero los oficiales no pudieron convencer a su Jefe de la inminencia del peligro. La caravana de 4 camiones y 1 máquina partió en la madrugada, a los pocos minutos una lluvia de plomo y muerte ocasionaba la más triste derrota a la Columna No.11. Muerte En el lugar conocido por Pino 3, la tiranía previendo el paso de los combatientes, emboscó un gran número de soldados que en fuego cerrado, dispersó la tropa y le produjo 22 muertos y logró 11 prisioneros heridos que fueron masacrados ese propio día en La Caobita.

    Entre los muertos estaba Ricardo Pérez Alemán. Con fecha 27 de Octubre de 1958, el Capitán José Botello recibió una carta donde el Comandante en Jefe le expresó que… “Ha dispuesto la destitución del Capitán Jaime Vega que deberá ser sometido a consejo de guerra por su irresponsabilidad por la masacre de Macareño que ocurrió por falta de protección y por no haber cumplido la instrucción previa que se le dio de marchar a pie”. El juicio culminó con la degradación de Jaime Vega a soldado.

    Cuando triunfó la Revolución la familia de Ricardito no sabía nada del desastre, al hacer entrada la columna en que militaba sus familiares y amigos lo esperan con impaciencia, hasta que un compañero se dio cuenta de lo que pasaba y les informó sobre la muerte. Se desconocía el lugar donde reposaban los restos de estos combatientes.

    Por gestiones de la madre de Ricardito se consiguió un permiso para trasladarse al lugar donde se encontraban los restos. Preguntando a los campesinos de esa zona, le informaron de unos cadáveres que estuvieron allí varios días al sol y que ellos enterraron, quizás entre ellos podía encontrar el de su hijo. Ella solo pudo reconocerlo por sus botas y por lo que quedaba del uniforme. Posteriormente llegó al lugar un carro fúnebre que los condujo a Ciego de Ávila.

    El sábado 31 de enero de 1959 se realizó el sepelio de los restos de Ricardo Pérez. El cortejo fúnebre partió del Instituto de Segunda Enseñanza, donde estaba tendido desde el viernes a las 4 de la tarde. Abrió el desfile la banda municipal seguida de los alumnos del Instituto que portaban una hermosa bandera cubana y un gallardete de flores, colegios públicos superiores, un pelotón del glorioso Ejército Rebelde al mando del Teniente Vigestaín, los carros fúnebres completamente llenos de coronas de flores; y el carro del cuerpo de Bomberos convertido en armón de artillería llevaba el féretro cubierto con las banderas del 26 de julio y la Cubana. Detrás el pueblo entero, más de tres mil personas querían demostrar todo el cariño y respeto hacia el mártir.

    El cortejo fúnebre recorrió las calles de Libertad e Independencia, cerrando todo el comercio las puertas al paso del mismo como sincero homenaje al héroe caído En el cementerio hicieron uso de la palabra el compañero Francisco Requera Alfonso a nombre de los familiares y Blasito Hernández a nombre de los alumnos del I.C.A. y compañeros de Ricardito. Sus restos reposan en el panteón de los Mártires del cementerio de Ciego de Ávila. Allí sobre su tumba cayeron una a una las ofrendas florales que familiares, compañeros y amigos le dedicaron.

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    Infancia y juventud

    Nació el 17 de mayo de 1937 (en la casa ubicada actualmente en la dirección: Marcial Gómez #222 entre calles Cuba y Ciego de Ávila, Municipio Ciego de Ávila, en el seno de una familia de procedencia social obrera, único hijo de Evelio Rivas Orozco y Odilia Fraga Lago, quien murió siendo el pequeño. Sus primeros estudios los cursó en el colegio Belda, donde se destacó por su inteligencia y buenos resultados. En este colegio ingresó a los 9 años y culminó el 6to grado en el año 1950 (a la edad de 13 años). Matriculó entonces en el Instituto de Segunda Enseñanza, donde terminó el tercer año de Bachillerato.

    En ese plantel se formó un potente centro revolucionario al que se integró rápidamente. Sus primeras ideas fueron luchar contra la tiranía batistiana, veía con nitidez el ascenso futuro de la patria, en manos de los gobiernos que la ultrajaban en la seudo-república. Sufrió desde muy joven la discriminación clasista y la explotación. Otra etapa de su vida Se destacó en las luchas estudiantiles, participó en innumerables huelgas y manifestaciones junto a compañeros valiosos como Cloroberto Echemendía, Ricardo Pérez Alemán, Alfredo Gutíerrez Lugones y otros. Se colocó en uno de los puestos de vanguardia del movimiento revolucionarios en aquellos años.

    Participó activamente en la huelga azucarera de diciembre de 1955 donde descubrió su valentía y arrojo al caer prisionero en manos de los esbirros y ser puesto en libertad debido a la integridad de su carácter. Formó parte del Comité Municipal de la Juventud Martiana, que integró a los jóvenes que en Ciego de Ávila luchaban contra la dictadura y participó en la protesta contra el proyecto del Canal Vía Cuba que dividía la isla en dos, en contra de la soberanía nacional. Fue activo participante del Comité Pro Guatemala cuando el imperialismo invadió ese hermano país con su títere Castillo Armas.

    Hechos como su permanente hostigamiento al profesor del instituto Dr, Raúl Amaral Agramonte, (severamente repudiado por los estudiantes avileños acusado de participación en la cobarde traición que le costó la vida a Julio Antonio Mella). Denunciado por dicho traidor, fue detenido en una oportunidad y por una resolución de la directora del instituto, de fecha 23 de noviembre de 1954, fue expulsado conjuntamente con Ignacio Rivas y Enrique Fraxeda, por 15 días y la advertencia de que si continuaban perturbando el normal desenvolvimiento de las clases serían llevados a consejo de disciplina. Fueron acusados por Amaral de haber coaccionado a los alumnos de 3er año para que no asistieran a clases de geografía e historia de Cuba que él impartía ese año.

    De conjunto con sus estudios trabajó en la tienda de víveres de Bolaño y más tarde en el Grosseri como mensajero. Tras una destacada labor en la lucha estudiantil ingresó en el Movimiento 26 de julio organización dentro de la cual intensificó su lucha, realizando incluso sabotajes. Cada vez que se producía un apagón o estallaba una bomba, la policía encarcelaba un grupo de sospechosos, entre ellos estaba Roberto Rivas Fraga, siendo objeto de una persecución constante, situación que los obliga a irse para Santiago de Cuba a inicios de abril de 1957.

    El compañero Frank Fuentes le dio protección en su casa de Santiago de Cuba hasta que se diera la orden u oportunidad de integrarse a la Sierra, fue testigo de su impaciencia por partir y atestigua que ni en esas condiciones de innegable peligrosidad, joven y desconocido en una ciudad donde el primer hecho solo bastaba a mover sospechas- se permitió tregua, participando en varias acciones de sabotaje. Allí trabajó especialmente con dinamita por ser un conocedor de este tipo de explosivo, pero no estaba satisfecho de dicha actividad, quería luchar directamente contra la tiranía. Al fin un día los compañeros de lucha Joaquín y Daniel lo pusieron en contacto y lo hicieron llegar a la Sierra Maestra.

    En la lucha armada también se destacó en el combate de Veguitas, cerca de Manzanillo, fue elegido el mejor combatiente debido a la maestría y destreza con que voló el puente. Equipado ideológicamente con una cierta ventaja sobre muchos compañeros participantes en la rebelión se ganó de inmediato el aprecio de los valiosos guerrilleros, entre otros del excepcional Comandante Ernesto Ché Guevara. Recibió por sus méritos y pruebas de patriotismo los grados de Teniente del Ejército Rebelde. Muerte El 12 de septiembre de 1957, la legendaria Sierra Maestra, recibió en sus faldas a otro héroe inolvidable de la patria, ese día murió Roberto Rivas Fraga en un lugar llamado Laguna de la Leche, en Bayamo. Sus restos mortales fueron trasladados con posterioridad al triunfar la Revolución hasta el cementerio de la ciudad donde nació el 9 de agosto de 1959.

    Datos de interés

    1.  En el museo de la ciudad de Ciego de Ávila se encuentran algunos de sus documentos. - Certificación de Nacimiento (fue inscrito por Orlando Fraga, tío materno, el 18 de septiembre de 1950, cuando tenía 13 años y ya su mamá había fallecido. Nació a la 1:00pm. Folio 158. Tomo 133. Nro de orden 458. - Certificado de 6to grado. - Postal de Pascuas en la cual dice textualmente. Roberto Las pascuas siempre son alegres. Mi alegría eres tú. Un nuevo año siempre es una esperanza. Mi esperanza eres tú. Te quiere con toda su alma. Tu Sara. 12/23/1956. - Su expediente del Instituto de Segunda Enseñanza. - Calificación de exámenes de ingreso a la Segunda Enseñanza, curso 49-50. En este certificado aparece como tutora Luz Marina Fraga (Tía).
    2. Su principal amigo fue Cloroberto Echemendía, quien trabajó en el antiguo Radio Cuba, hoy Radio Surco.
    3. Tenía una tía que era la confidente de sus políticas. Luz Marina Fraga.
    4. Después que subió a la Sierra, su familia no tuvo contactos con él, hasta el día de su muerte.
    5. Era primo de Juan A. Marques, sus madres eran jimaguas, Odilia Fraga y Elvira Fraga. Existen en nuestro municipio varias instituciones que tienen el honor de llevar su nombre; son ellos: - La Biblioteca provincial Roberto Rivas Fraga, que toma este nombre desde su propia inauguración el 30 de junio de 1963. - Una escuela primaria ubicada en las cercanías donde el vivió. - Luego el barrio donde está ubicada la escuela comienza a llamarse con el mismo nombre Reparto Rivas Fraga. - En 1989 surge la Escuela Especial que también toma este nombre. Todos los años se realizan actividades conmemorativas a su nacimiento y muerte en estas instituciones.

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    Raúl Gerónimo Cervantes Cervantes fue el primer mártir avileño en la lucha contra la tiranía batistiana. Nació en la ciudad de Ciego de Ávila el 30 de setiembre de 1933, donde falleció el 10 de diciembre de 1955, a la edad de apenas 22 años,  víctima de un disparo mortal de uno de los esbirros de la policía el día 7 de diciembre mientras rindiéndole tributo al Titán de Bronce participaba en protestas contra la dictadura que oprimía a la patria.

    Tres días más tarde moriría a las 10:00am, después de realizarle dos operaciones y pasarle numerosas transfusiones de sangre de sus compañeros de lucha y amigos.

    Falleció en el entonces Centro Médico, actual Policlínica Norte, en la que al llegar herido —tal como recuerda su hermano Carlos— en vez de ser atendido de inmediato, lo que escucharon fue la pregunta ¿ Quién paga?, y hasta que no apareció un político del Partido Ortodoxo que asumió los gastos que ocasionaría su atención, el mismo no recibió servicio alguno. Hoy ese centro asistencial brinda atención gratuita a cientos y miles de personas, siendo un verdadero orgullo revolucionario el que lleve ese Policlínico el glorioso nombre de Raúl Cervantes.

    Su entierro se convertiría en uno de los más grandes en toda la historia de la actual provincia Ciego de Ávila; y provocaría protestas y denuncias de diversa índole en todo el país.

                  El propio líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, desde su exilio en México, escribiría en las páginas de la revista Bohemia el 11 de marzo de 1956 en el artículo titulado La condenación que se nos pide :

                  «[…] Raúl Cervantes, responsable de finanzas del Movimiento en la ciudad de Ciego de Ávila, que antes de expirar me hizo el altísimo honor de enviarme su pluma a través de sus familiares y un mensaje donde expresaba que iba a reunirse gustoso con los compañeros caídos, porque tenía fe absoluta en el triunfo definitivo de nuestros ideales».

    Raúl era un joven mulato, de procedencia humilde y patriótica. Su madre, Carlota Modesta Cervantes, siendo una niña laboró en las prefecturas independentistas. El abuelo paterno de Raúl, el teniente coronel José Amador Cervantes Miquelín, participó en las tres guerras independentistas; mientras que el padre, José Pablo Cervantes Madrigal culminó la gesta de 1895 con  los grados de capitán.

    Se ganaba la vida como barbero, oficio que aprendió con su hermano José Irene. No pudo ingresar en el Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal, Ciego de Ávila, por las limitaciones económicas y apenas logró iniciar estudios en la nocturna Escuela de Comercio. Integraba las filas de la logia juvenil masónica: Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF).

    Al morir apenas tenía 22 años de edad. Era martiano, no sólo de pensamiento. Admiró y siguió en la práctica la consigna ¡Vergüenza contra dinero! lanzada por Eduardo R. Chibás en su cruzada contra la corrupción político-administrativa imperante en aquella república proyanqui.  Fue fundador y dirigente de la Juventud Ortodoxa.

    El asalto al cuartel Moncada y el estudio de La historia me absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel en el juicio del Moncada, lo llevaron a la convicción de que el Comandante en Jefe era la persona que  podía sacar a la patria de la tiranía en que se encontraba. Se convirtió en incondicional seguidor de sus ideales, convicciones que lo llevaron a ser uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio en la ciudad de Ciego de Ávila y uno de sus primeros dirigentes.

    Para ese entonces estaba reconocido como un luchador destacado entre sus compañeros. En su trayectoria sobresalía su participación en las protestas tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y contra el juramento de los Estatutos Constitucionales, la figura jurídica con la cual la dictadura sustituyó a la Constitución de 1940. Otros episodios que contaron con su activa presencia fueron las protestas contra la intervención yanqui en Guatemala, el intento de dividir la isla de Cuba en dos al estilo de Panamá y la lucha por lograr la amnistía de los presos políticos, incluidos los moncadistas. También fue intensa su labor en la recepción, estudio y distribución de La historia me absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel en  el juicio del Moncada.

    El 7 de diciembre de 1955 recibió una herida de bala al defender a su hermano Carlos de la represión policial, que reprimía a los jóvenes que intentaban recordar el aniversario 60 de la caída de Antonio Maceo.

    Su sepelio se convirtió en una protesta cívica, cuyos integrantes abrieron la marcha con una tela en la que se leía el pensamiento martiano: «La sangre de los buenos no se vierte nunca en vano». Durante el recorrido aquel silencio se rompió en varias ocasiones con nuestro Himno Nacional, salido de las gargantas de mujeres y hombres de diversas edades que así manifestaban su admiración por el caído por la patria y la repulsa al régimen que la oprimía.

    En La Habana, estudiantes universitarios trataron de hacer entierros simbólicos, al igual que en Santiago de Cuba y Santa Clara, intentos todos reprimidos. Su ejemplo pervivió durante la lucha y por ello, al poco tiempo del triunfar la Revolución, el moncadista Alejandro Ferrás Pellicer tuvo el mérito histórico de mandar a forjar, traer desde La Habana y develar la tarja al mártir que se encuentra ubicada frente al lugar en que Raúl cayó mortalmente herido —calle Maceo esquina Independencia. El texto que allí se lee fue escrito también por Pellicer, quien afirmó en una de sus visitas posteriores a Ciego de Ávila: «Hay que conocer qué simboliza ese mártir de la patria […] Él se convirtió en bandera de lucha. […] Raúl vive eternamente si lo honramos y cumplimos con el deber».

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    El brigadier Juan Veloso Cardoso, el guerrero que siempre está en su puesto

    Juan Veloso Cardoso Invasor

     

    Cuando se conmemora el centenario del deceso del general de brigada del Ejército Libertador Juan Veloso Cardoso, es justo rememorar, de forma breve, su accionar en tierras avileñas y espirituanas.

    Patriota que ha pasado inadvertido por la historiografía regional, el general Veloso es uno de los patriotas descollantes en el mambisado del territorio de La Trocha, pues su trayectoria revolucionaria lo convirtió en hombre de confianza del generalísimo Máximo Gómez Báez.

     

    Autor: Héctor J. Izquierdo Acuña

    El 24 de junio de 1844 nació en el poblado de Arroyo Blanco, en aquel momento perteneciente a Morón, un niño a quien nombraron Juan Bautista Veloso Cardoso y poco tiempo después se traslada a Morón junto a sus padres, José del Carmen y Rosalía. Allí, en ese pequeño poblado, transcurre su infancia en unión de su familia que se dedicaba a las labores propias del campo, razón por la cual recibió poca instrucción.

    Nada se conoce sobre cómo transcurrieron los primeros años del joven Veloso quien, imbuido años más tarde en las ideas independentistas que se respiraban en la localidad, se lanza al campo de la revolución al iniciar la Guerra de los Diez Años.

    Entre las múltiples acciones combativas en las que participó en esta gesta libertadora se destaca la ocurrida a fines de marzo de 1876, que tuvo por escenarios los terrenos de Revacadero y de Marroquí, junto a José Gómez Cardoso. Por su valor a toda prueba y por sus méritos, el 24 de junio fue ascendido al grado de capitán.

    Iniciaba octubre de 1876, convulso para la Revolución, y en esos momentos el Generalísimo Máximo Gómez se enfrentaba a las ideas regionalistas de los villareños, que no toleraban ser conducidos por nadie que no fuera de ese territorio. Llegó el momento más difícil cuando el general Carlos Roloff le comunica que la mayoría de los jefes villareños deseaba que dejase el mando, acogiéndose al pedido del general polaco.

    Gómez recordaría después: “para mayor garantía llamé al teniente coronel Serafín Sánchez, capitán Juan Veloso y Juan Molina a cuyos individuos de reconocida probidad le hice entrega de los fondos que aún estaban en mi poder ascendentes a nueve mil y pico de pesos […]”, demostrando con ello la elevada estima que sentía por Veloso, cuya honradez lo caracterizaba.

    Concluida la contienda, Juan Veloso se incorporó a sus actividades que le habían sido habituales antes de la guerra, aguardando el momento de un nuevo estallido para reincorporarse a la lucha por la independencia de Cuba, a la que se suma el 24 de julio de 1895. Luego del cruce de la Trocha realizado por Máximo Gómez el 29 de octubre de ese año, Veloso se desempeñó como práctico sobre todo de la comarca de Jatibonico.

    La heroica Guerrilla Veloso, que tomó el nombre de su jefe, formó parte desde los primeros momentos del Cuartel General del Cuarto Cuerpo junto al regimiento expedicionario “Maine” de Camagüey.

    El 10 de abril de 1896, “reconociendo las aptitudes y los servicios prestados a la independencia de Cuba” y a propuesta del general Serafín Sánchez, el Consejo de Gobierno le otorgó el empleo militar de coronel.

    Otras acciones se sucedieron a lo largo de ese año; hostilizar al enemigo, detectar y vigilar columnas españolas acampadas o en movimiento, entre otras, eran actividades cotidianas del coronel Veloso y la fuerza a su mando con las cuales combatió sobre todo en el oeste de la Trocha durante la Campaña de La Reforma, desarrollada con éxito por Gómez entre enero de 1897 e inicios de 1898.

    Un año pródigo de enfrentamientos fue 1897, además de haber sido nombrado sub inspector del Ejército. En su transcurso se enfrentó al enemigo con valor temerario en combates como el de “Santa Teresa”, el 2 de enero;  “El Dagamal” ocurrido el 28 de ese propio mes; en febrero pelea en “Juan Criollo”, todas resonantes victorias de las fuerzas libertadoras bajo las ordenes de Máximo Gómez.

    Fue tan importante la derrota española en “Juan Criollo” y la participación de Juan Veloso que Fermín Valdés Domínguez escribió para el periódico Patria:

    “En aquella famosa carga de Juan  Criollo en la que la fuerte columna española no pudo resistir el vigoroso empuje de nuestros valientes […], solo dos hombres secundaban la obra del experto y valiente caudillo Máximo Gómez: uno era el coronel Juan Veloso, que a pesar de estar inútil de un brazo –si como Sub-Inspector del Ejército trabaja por la organización, como guerrero siempre está en su puesto- y es el otro el Brigadier Jefe de esta zona militar de Sancti Spíritus: José Miguel Gómez”.

    Para los meses finales de 1897 y el primer semestre de 1898, la situación de la guerra se tornaba conflictiva después de la oportunista intervención en la guerra de los norteamericanos. Como se recoge en la obra Rafael Sorí Luna, Máximo Gómez tomó medidas para salirle al paso a esta realidad y formó su guardia especial; aquellas comisiones escogidas entre los más serenos, corajudos y probados hombres de sus fuerzas, los que fueron como puros guardianes de la revolución. Entre ellos se destacaron los nombres del general Bernabé Boza, Juan Veloso y Paulino Guerén. “Por la integridad de tal puñado de cubanos con solo unos pocos convencidos y de acreditado valor personal, pudo Gómez salvar la integridad del Ejército Libertador”.    

    El de diciembre de 1897 a Juan Veloso Cardoso le fue conferido el grado de Brigadier del Ejército Libertador en atención sus antecedentes, los servicios prestados a la revolución y aptitudes militares.

    No pasó inadvertido para el generalísimo la intachable conducta de Veloso. Al respecto, el jefe de despacho Melchor Loret de Mola hace la siguiente apreciación fechada en  Las Delicias el 30 de septiembre de 1897:

    Honrosa distinción: el General en Jefe ha dispuesto se haga constar oficialmente su satisfacción por el digno comportamiento y los señalados servicios del coronel subinspector de la Brigada de Sancti Spíritus Juan Veloso quien con todo celo, con inteligencia, actividad y constancia, además de dar cumplimiento a las obligaciones de su cargo, ha secundado y ayudado eficazmente a este Cuartel General en todas las empresas y operaciones realizadas en su permanencia en el territorio.

    Este digno jefe, así enfermo y mutilado un brazo por heridas como está, no desmaya en el servicio, y en el zona de S. Marcos con su reducida Escolta que no llegan á 30 hombres, pero valientes, prácticos y adictos á su cariñoso Jefe, se ha hecho fuerte y temible, batiendo sin cesar las columnas enemigas que constantemente invaden esa zona, logrando diezmarlas y contrariarlas en sus operaciones. Numerosos son los hechos de armas ya solo con su Escolta ya en combinación o á las órdenes del Ctel Gral, demostrando en todas entusiasmo, acierto y valor.

    Por su carácter afable y leal, su acrisolado patriotismo y honradez, su celo y exactitud y honrosa hoja de servicios, se ha hecho el coronel Velozo (sic) al cariño y respeto de todos sus compañeros y subordinados, es uno de los jefes a quien más distingue nuestro recto General en Jefe

     Concluida la guerra, poco se conoce de este patriota moronense que es, sin dudas, una de las figuras más relevantes del mambisado avileño, en los pocos años que vivió en la República. Falleció en La Habana el 11 de mayo de 1912, luego de una fecunda vida y una intachable hoja de servicios a la patria, por la cual, en más de una ocasión, derramó su sangre generosa.

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    Emilia Gonzalez EchemendiaEmilia de la Caridad González Echemendía le corresponde un lugar destacado en la historia de Cuba. Como campesina humilde se creció ante las adversidades durante las guerras por la independencia y las miserias y penurias en la paz. Se ganó la admiración desde el simple soldado hasta el más alto oficial, como el General en Jefe Máximo Gómez Báez, por sus servicios prestados a la patria.

    Nació el 5 de abril de 1850 en la finca Ojo de Agua, situada actualmente entre Majagua y Guayacanes. Con sus padres Juan González Gómez e Inés Echemendía Pérez y sus cuatro hermanos vivió en la pobreza, la esclavitud y la incultura. Jamás asistió a una escuela, ni aprendió a leer o escribir.

    Se casó con Abelardo Egües Bonachea en 1872, en plena Guerra de los Diez Años. Con su esposo tuvo que refugiarse en el monte por la represión de las tropas españolas. Allí procrearon sus tres primeros hijos, quienes fallecieron por las enfermedades y la desnutrición. Entonces, emigraron para Morón donde murió el cuarto descendiente.

    A finales de 1875 se asentaron en la finca “La “Vega, del antiguo hato de Río Grande. En La Reforma, a tres kilómetros de Emilia, asentó su bohío el mayor general Máximo Gómez, quien dirigía la campaña de Las Villas. Pronto Emilia y Abelardo trabaron relación con Gómez, su esposa Bernarda Toro y su hija Clemencia. Conocieron del nacimiento de Panchito, el 11 de marzo de 1876, y ayudaron a la familia Gómez-Toro: comenzó de esta manera una fecunda amistad.]

    Emilia y Abelardo auxiliaron a las tropas mambisas, por el conocimiento que poseían sobre las plantas medicinales y se convirtieron en colaboradores de los insurrectos, hasta el término de la contienda bélica por el Pacto del Zanjón.

    Se dedicaron a las labores de campo y a levantarse de las ruinas de la guerra. Les nacieron cinco hijos con los cuales pasaron miserias y enfermedades. El hambre era tal que hacia 1890, Emilia envió a su pequeña Juana Rita a la casa de su hermana Serafina, esposo del coronel del Ejército Libertador Justo Sánchez, y sólo pudieron brindarle palmito de corojo para alimentarla. 

    Doña Emilia, como la llamaban por respeto, se alzó con su familia, después del estallido de la Guerra del 95, porque una tropa española venía a capturarla junto a los suyos. En lo intrincado del monte de Paso Viejo, cerca de Majagua, asentó el campamento y en el lugar construyeron la ranchería y crearon las condiciones para la supervivencia.

    El General en Jefe Máximo Gómez cruzó la Trocha de Júcaro a Morón el 30 de octubre de 1895 y desarrolló operaciones militares para propiciar el paso de Antonio Maceo con el contingente invasor oriental y conformar definitivamente el Ejército Invasor en Lázaro López, el 30 de noviembre de 1895, fecha en la que partió hacia Occidente.  Doña Emilia recibió por esos días, enviados por Gómez, unos heridos, víctimas de los enfrentamientos contra las tropas españolas durante esa etapa.

    Ella y su familia participaron activamente durante la campaña de La Reforma en 1897, dirigida por el Generalísimo. Su casa se convirtió en un verdadero hospital permanente. Allí donde habitaban en Paso Viejo se organizó una subprefectura y se levantó una ranchería habitada por varios vecinos.

    Muy dedicada era Doña Emilia, con la ayuda de sus hijas Petronila y Luisa, en el cuidado de los heridos y enfermos a quienes brindaban toda la atención y el cariño, conocedora del uso de las plantas medicinales, las que aplicaba eficazmente en sustitución de los productos farmacéuticos. Muchos fueron los mambises que lograron salvar la vida y curarse de sus heridas o enfermedades.

    Su hospital de sangre al ser atacado por las tropas españolas pasó provisionalmente para Ojo de Agua, cerca de Los Hoyos, donde continuó brindando sus servicios. De nuevo regresó a Paso Viejo con su familia y los de la subprefectura. Volvieron a levantar la ranchería y otra vez funcionó su hospital.

    Máximo Gómez iba a ver con frecuencia los enfermos y heridos de Paso Viejo y siempre conversaba con su fiel colaboradora y amiga. Sobre estos hechos escribió en su diario el corneta de su Estado Mayor, comandante José Cruz Pérez:

        […] nuestro gran VIEJO tomó la disposición de escoger aquel santo lugar para que se instalara nuestro Hospital de Sangre, bajo la dirección de aquella matrona cubana nombrada Doña Emilia González de Egües, alma grande y noble para la que a diario tenían rememoraciones los de nuestra escolta, el expedicionario (regimiento) y demás de las fuerzas que escoltaban al cuartel general, los que sabían […] de caer heridos o enfermos, ingresaban en el referido Hospital donde […] tenían la suerte de encontrar las buenas cualidades de Doña Emilia a la que siempre daban el honroso nombre de “LA MADRE DE LOS CUBANOS”. El Generalísimo al hacer sus comparaciones solo la igualaba a la gran Rosa la Bayamesa, como mujer excelente y de grandes virtudes. 

     

    El 13 de abril de 1898, Doña Emilia se entrevistó en Los Hoyos con su viejo amigo, los de su escolta y el Estado Mayor. Honda huella de cariño, respeto y amor dejó esta extraordinaria mujer en el corazón de cada mambí. Triste resultó la despedida con el Generalísimo, quien partía definitivamente del territorio el 17 de agosto para recibir la expedición que por Punta Alegre había traído Bernabé Boza.

    Al concluir la guerra, ella y su familia volvieron a la finca La Vega y comenzaron a rehacerlo todo. Vendría una dura etapa de trabajo y lucha por la vida. Hasta las últimas horas de su existencia estuvo batallando esta heroica mambisa. En la manigua lo dio todo por la causa y en la paz forjó su honorable familia.  Allá en los predios donde la vieron luchar, dejó de existir a los 79 años Doña Emilia González Echemendía, el 20 de julio de 1929. Su sepelio se efectuó en el cementerio de Majagua y hoy sus restos descansan en el Panteón de los Caídos por la Defensa.

    Por su vida virtuosa y consagración a la causa noble de la independencia, su humanismo y dedicación a la familia, la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana la denominó Patriota Insigne del municipio de Majagua.

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    Evelio 1

    Emisora Radio Rebelde. Inicio del parte oficial del Ejército Rebelde

    «Muere cerca de Santiago de Cuba el teniente rebelde Evelio Rodríguez.

    Una emboscada rebelde esperaba un convoy militar del ejército compuesto por una tanqueta, 6 microondas y varios carros blindados cargados de soldados cerca de El Cristo.

    De pronto el fuego comenzó.

    La patrulla rebelde al mando del capitán Duque, abandonó las trincheras que los protegían en un esfuerzo por ocupar las armas del enemigo.

    El teniente Evelio Rodríguez Curvelo [sic], que avanzaba en la vanguardia, cayó mortalmente herido de un balazo en el pecho, arengando desde el suelo a sus compañeros a seguir el avance.

    A su lado morían dos rebeldes más y 6 eran heridos […]

    Evelio Rodríguez era un joven y distinguido revolucionario.

    […] se destacó en las luchas sindicales, siendo elegido Secretario General del Sindicato de Trabajo [sic] de Fin de Siglo en la Habana

    […] Fue uno de los que formó parte del puñado de héroes que detuvo la ofensiva enemiga cuando el desigual combate de Santo Domingo.

    […] Combatió con su ardor de siempre en los combates ocurridos alrededor de Santiago de Cuba. Fue uno de los que animó con su ejemplo a mantener el cerco rebelde sobre aquella ciudad.»[1]

    Era el 30 de octubre de 1958, faltaban pocos días para que el 5 de noviembre cumpliera 22 años aquel avileño, nacido en la finca Minas, cerca de Ceballos, en las cercanías de la ciudad de Ciego de Ávila, actual cabecera provincial. Era  niño cuando con su familia se trasladó para la capital del país.

    En la Sierra

    Evelio llegó a la Sierra Maestra el 30 de marzo de 1958 en una expedición aérea —de la que fue uno de sus organizadores— que procedente de Costa Rica trasladó combatientes y armamento. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al referirse a la misma expresó: «En esa expedición vino un muchacho valioso, Evelio Rodríguez.»

    El joven rebelde era conocido no solo por su participación en numerosos combates, entre ellos San Vicente, central Estrada Palma, San Román, Santo Domingo y La Maya, en los que a fuerza de coraje se ganó el grado de teniente, sino también porque en varias ocasiones su voz de excelente comunicador se escuchó a través de la emisora Radio Rebelde. En una de sus intervenciones radiales desde la indómita Sierra Maestra, sentenció: «La Revolución jamás podrá ser vencida, pues la Revolución es el pueblo cubano, y los pueblos cuando se disponen a pelear son invencibles. Las ideas no se pueden matar y al 26 de Julio lo quieren los ideales de Martí y Maceo […] / Viva Cuba Libre, Viva Fidel Castro, Viva el 26 de Julio.»[2]

    Su jefe inmediato en la columna No. 9 « Antonio Guiteras» del Tercer Frente Oriental, el capitán Félix Duque, lo definió como: « […] muy arriesgado, una gente audaz que inspiraba mucho con su valentía, y de verdad que uno a su lado en el combate se sentía seguro, se sentía fuerte. Era magnífico y, desde el punto de vista político era marxista, tenía una calidad política extraordinaria.»[3]

    Genuino cubano

    La precaria situación familiar lo llevó a trabajar desde muy joven, prácticamente un niño: con una carretilla de viandas, como mensajero en una farmacia y ayudante para todo en un taller de confecciones. Con mucho esfuerzo, luego de su jornada laboral, logró concluir la preparatoria para la Escuela de Comercio. Nunca la pudo comenzar.

    Sentía pasión por la lectura. Ello le permitió ser conocedor de la Historia de Cuba, Martí y las luchas del proletariado cubano. También adentrarse en el estudio de postulados marxistas.

    «Me crié con él —recuerda el dirigente revolucionario Jorge Lezcano Pérez—, vivíamos cerca, teníamos una amistad entrañable. Su familia era humilde. A él le gustaba la pelota, el dominó, el baile y la cerveza. Era un genuino cubano. Su pensamiento político era de izquierda.»[4]

    Líder sindical

    A los 16 años comenzó a trabajar en «Fin de Siglo», una de las tiendas más renombradas del comercio habanero. Allí desplegó, en defensa de los intereses de los trabajadores frente a la administración y la patronal, toda su potencialidad como líder sindical. Trascendió a serlo también del resto de los trabajadores del sector del comercio capitalino.

    En su labor se caracterizó por el sentido revolucionario de la unidad de los trabajadores de las distintas ramas. Formó parte de la vanguardia de líderes sindicales que denunció públicamente la represión de la tiranía y los desmanes de Mujal[5]  y sus secuaces.

    Su voz clara y su verbo elocuente se escucharon en espacios como UNO (Unión Nacional Obrera), que se trasmitía cada domingo a las 10.30 de la mañana por la emisora COCO, en la ciudad de La Habana. En su intervención del 22 de abril de 1956, considerada una de las más trascendentales, expresó con valentía y civismo: [6]

    «[…] En estos cuatro años [1952-1956] no hay sector [obrero] donde no se hayan sentido las rebajas de sueldo, los despidos y la opresión por parte de la tiranía […] Pero no sólo los obreros sino los estudiantes, maestros, profesionales y el pueblo, en general, ya que han sido apaleados, maltratados y hasta muerto, estudiantes por su manera de pensar […] / Pero: ¿es acaso que se puede mantener la paz en un país a costa de arrestos, persecuciones, maltratos y muerte […] / ha podido ver el pueblo cuál fue la reacción del régimen manteniendo la paz a ‘plan de machete’, tiros y muertos […]

    […] Vivimos orgullosos de la Historia de nuestra Patria […] Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo glorioso de nuestros héroes y nuestros mártires, Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez, Martí […]»

    Y en la parte final de esa alocución radial afirmó: « […] hoy en nuestra Patria se está asesinando y encarcelando a los hombres por practicar las ideas que les enseñaron desde la cuna […] / […] queremos paz  con justicia, queremos paz con libertad.»

    Al siguiente domingo el programa fue clausurado.

     

    En la lucha clandestina

    A la cruzada de denuncias públicas le siguió su intensa actividad en la parte de acción y sabotajes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la clandestinidad habanera. Su detención se ordenó por el Tribunal de Urgencias de La Habana en la causa 483 de 1957. Los esbirros arreciaron su búsqueda por toda la capital. Evelio tuvo que permanecer muy oculto alrededor de 18 días. Para salvar su vida el Movimiento decidió partiera al exterior. Se logró a través de la embajada de Uruguay, como asilado político.

     

    En el exilio. Sus escritos en el periódico ¡Cuba Libre!

    Desde julio de1957 la hermana república de Costa Rica fue escenario de la actividad del joven Evelio. Allí permaneció nueve meses.

    Poco después de su llegada fundó, junto a otros revolucionarios, el «Comité 26 de Julio de Costa Rica». Fue nombrado su Secretario General. Fecunda fue la labor desplegada en apoyo a la lucha revolucionaria en Cuba: marchas públicas, recolección de fondos, adquisición de armas, etc.

    Con su característico optimismo y visión sobre la importancia de las ideas para la causa de la Revolución, fue uno de los fundadores y co-director del periódico «Cuba Libre», órgano del referido Comité. En sus páginas denunció los asesinatos de la tiranía, el apoyo del imperialismo yanqui a la misma, y la razón que le asistía a los cubanos que combatían con las armas en la mano encabezados por Fidel Castro. Allí expuso ideas esenciales de su fecundo pensamiento político.

    A continuación, por su importancia, se citan partes de varios de los artículos  que publicó en ese medio revolucionario de prensa.

    Artículo: «La situación del movimiento obrero en Cuba»[7]

    «Sería interminable narrar la cadena de intervenciones y atropellos cometidas por los llamados dirigentes oficiales, pero sólo enumeraremos algunos casos       […]

    Agresiones a Sindicatos y Federaciones por la CTC y el gobierno:

    Diciembre  de 1955, Mujal, en contubernio con el Ministro del Trabajo nombran inspectores entreguistas y con la coacción de la Fuerza Pública imponen en contra de la voluntad mayoritaria de los trabajadores a la cometida compañera de Mujal, la señora Raquel Valladares, en el Sindicato de los Ten CEnts, creando un malestar dentro de la clase obrera comercial.

    A principios de 1956 ¨Mujal y la CTC¨ intervienen arbitrariamente varios sindicatos azucareros y destituyen a los dirigentes elegidos democráticamente por las masas […]

    En setiembre de 1955 el sindicato bancario de La Habana se lanzó a una lucha contra la patronal, pidiendo un justo aumento de salarios y entonces se produce un caso insólito  […]  ¨la CTC de Mujal¨  y la Federación Bancaria Nacional, controlada por este, en vez de prestar apoyo a los bancarios de La Habana, se unen contra ellos, en ayuda de los poderosos intereses banqueros y a esta desigual lucha se suma el Ministro de Trabajo y toda la maquinaria gubernamental […] / Vive la clase trabajadora cubana momentos de gran indefensión […]»

    Artículo: «Los obreros y la Revolución Cubana»[8]   

    «  El 10 de octubre de 1868 se inicia la primera etapa del esfuerzo del pueblo cubano por un régimen más justo de vida […] / Llega la guerra de Independencia en 1895. Martí aparece como alma y guía de esa guerra, que más bien es un movimiento de liberación no sólo política sino también social y económica […] / […] En Tampa y Cayo Hueso los tabaqueros daban grandes aportes económicamente para la causa […] / […] Cuba logra una independencia política a un capricho como la Enmienda Platt, mediante la cual los Estados Unidos podían intervenir en la Isla […] / La economía se zafa de España pero cae en manos de los intereses norteamericanos […] Cuba se trasforma de colonia en factoría. / En los años treinta, de nuevo el obrerismo da un gran aporte a la lucha contra la tiranía de Machado […] / Llegamos al 10 de marzo de 1952. Batista, de un solo golpe, suprime los derechos sindicales […] Muchos que fungían como dirigentes obreros se entregan al nuevo amo […] Mujal va a la cabeza.

    Durante esos duros cinco años de dictadura, el movimiento obrero ha sufrido persecución, encarcelamiento, desplazamiento en masa, hambre y miseria.

    El Movimiento 26 de Julio ha tenido en el movimiento obrero su más efectivo apoyo económicamente. La mayoría de sus militantes son obreros, campesinos, estudiantes. Trabajadores agrícolas apoyaron el desembarco de Fidel Castro el 2 de diciembre y sostienen las huestes rebeldes. Trabajadores de los ferrocarriles, teléfonos, eléctricos, gráficos, azucareros, etc., han dado una enorme aportación de mártires y son los que han ayudado a sacudir la estructura de la dictadura tambaleante […]»

    Y concluye ese artículo con las siguientes palabras: « […] Sabremos conquistar nuestros derechos […] ¡Fuera Batista y todo lo malo que él representa en Cuba!»

    Artículo: «Obrerismo contra dictadura»[9]

    « El 10 de Marzo de 1952 fue una fecha funesta para el movimiento obrero cubano. De un solo golpe fueron suprimidos los derechos sindicales […] / lanzaron al hambre a miles de obreros […] / Los obreros cubanos miraron con simpatía, desde el primer instante, el nuevo y pujante movimiento revolucionario que iniciaba en Cuba la nueva generación, cuya máxima figura es el Dr. Fidel Castro, joven abogado con profunda formación de lo que significa la justicia social.

    Este movimiento, desde sus primeros días, proclamó que los métodos de lucha eran secretos, pero que sus fines eran públicos: y conspiró con el pueblo […] Al decir pueblo, decimos obreros, pues la mayoría del pueblo son los obreros, y los más necesitados. Con los trabajadores, hizo revolución el 26 de Julio […] / La consigna es: Movimiento Obrero Fuerte y Unido a la Juventud Revolucionaria. ¡VIVA LA HUELA GENERAL!!OBRERISMO CONTRA DICTADURA!»

     

    De su ideario político[10]  

    «No es honrado quien vea a la patria sufrir y no le ofrezca su vida como contribución a su felicidad.»

    «Los trabajadores cubanos están dispuestos a acabar de una vez y para siempre con los que le han traicionado y con los que oprimen y explotan al pueblo.»

    «La Revolución es para mí, mucho más grande y hermosa que derrocar a la dictadura. Considero al Dictador un insignificante estorbo comparado con los obstáculos poderosos y fuertes que representan los intereses creados, los monopolios y el imperialismo yanqui. Este es el más grande enemigo de nuestro pueblo.»

    «Es cruel y peligroso jugar con la paz y la tranquilidad de los pueblos.»

    «El capitalismo tiene que desaparecer. Tiene que haber en el mundo un sistema universal y humanitario.»

    «Somos cubanos y ser cubano implica el deber, no cumplirlo es crimen y traición.»

    « […] lo fundamental es luchar por Cuba desde cualquier posición.»

    «Para mí, la base de la revolución en Cuba está en la Reforma Agraria.»

    «Tengo fe en Fidel, ha demostrado capacidad.»

     

    El Che sobre Evelio

    A menos de un mes del triunfo de la Revolución, el 21 de enero, se realizó en la capital del país una velada solemne en memoria del mártir Evelio Rodríguez Curbelo.

    Numerosos fueron los participantes, en primer lugar sus compañeros de Fin de Siglo, y de la lucha revolucionaria en los diversos escenarios en que la desarrolló.

    Varios fueron los oradores que se refirieron a las cualidades del joven caído en combate no hacía tres meses, entre ellos Jorge Enrique Mendoza y Ernesto Che Guevara. Este último expresó: «Cuando escuché por la Radio Rebelde de labios de Violeta Casals que el teniente Evelio Rodríguez había muerto en combate, me impresioné hondamente, pues Evelio Rodríguez era vivo ejemplo de la juventud limpia y sana que lucha por el sagrado derecho de la libertad de los pueblos.»[11]   

    El afán de lectura de Evelio, su carisma y ejemplaridad revolucionaria, llevaron a que la sección sindical de las revistas «Carteles» y «Vanidades» pusiera su nombre a la biblioteca que inauguraron el 25 de abril de 1959 en actividad presidida por el Che y familiares del mártir.

     

    Radio Rebelde. Final del parte oficial del Ejército Rebelde

    « Con la muerte de Evelio, pierde la Revolución uno de sus más genuinos prometedores valores y el Movimiento Sindical Cubano un combativo líder obrero. Desde el 30 de octubre, Evelio Rodríguez forma parte de la gran legión de mártires que ha exigido la causa de la libertad y es una nueva columna de las fuerzas morales que impulsan esta guerra de liberación. La sangre de cada mártir que cae implica una mayor responsabilidad para sus compañeros de lucha. 

    ! Compañero Evelio: para nosotros ni tú ni tus ideales están muertos, ni morirán nunca!»[12]

     

    [1] Parte de guerra trasmitido por la emisora Radio Rebelde. Citado en: Gerónimo Álvarez Batista: III Frente: A las puertas de Santiago. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, Cuba, 1983, pp. 320-321.

    [2] Discurso trasmitido por Radio Rebelde y reproducido, luego del triunfo de la Revolución, por la revista Guía, órgano oficial del Sindicato de Empleados de Fin de Siglo, La Habana, 1959, de donde se cita.

    [3] Gerónimo Álvarez Batista: III Frente: A las puertas de Santiago, ob. cit., p.319.

    [4] Testimonio en conversación con Ángel E. Cabrera Sánchez, años 90 del siglo pasado.

    [5] Eusebio Mujal Barniol: fiel servidor del imperialismo yanqui y de varios de sus más connotados lacayos en la presidencia de la república neocolonial, entre ellos el sanguinario Fulgencio Batista. Representante y senador. Secretario general de la CTC de 1949 a 1958. Llegó a ser uno de los más grandes propietarios de Cuba en 1958.

    [6] Su texto fue reproducido en la revista Guía, órgano oficial del Sindicato de Empleados de Fin de Siglo, La Habana, 1959, de donde se cita.

    [7] Publicado en el periódico ¡Cuba Libre!, Costa Rica, agosto de 1957. Se agradece a la Oficina de Asuntos Históricos y Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba el ejemplar (en soporte digital) del referido periódico.

    [8] Publicado en el periódico ¡Cuba Libre!, Costa Rica. Reproducido en la revista Guía, órgano oficial del Sindicato de Empleados de Fin de Siglo, La Habana, 1959, de donde se cita.

    [9] Publicado en el periódico ¡Cuba Libre!, Costa Rica, septiembre de 1957. Se agradece a la Oficina de Asuntos Históricos y Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba el ejemplar (en soporte digital) del referido periódico.

    [10] Síntesis biográfica de Evelio Rodríguez Curbelo. Folleto impreso, sin autor, ni datos editoriales [Sindicato de Empleados de Fin de Siglo, La Habana, 1959].

    [11] Revista Guía, órgano oficial del Sindicato de Empleados de Fin de Siglo, año II, números 12-13, marzo-abril de 1959, talleres Galiano No.467, p.13.

    [12] Gerónimo Álvarez Batista: III Frente: A las puertas de Santiago, ob. cit., p.322.

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